Capítulo 16

1686 Words
6 de mayo de 2018 Querido diario, Mañana es mi cumpleaños, cumpliré 17 años. Estoy contenta, especialmente porque finalmente me permitirán llevar mi teléfono móvil en la escuela. Es un cambio que esperaba con ansias, una pequeña ventana al mundo exterior y una forma de sentirme más conectada. Mamá me envió el teléfono como un regalo de cumpleaños adelantado. Estaba allí, brillante y nuevo, con un número que nadie más conocía. Sentí una mezcla de emoción y libertad al configurarlo, sabiendo que era un vínculo directo con ella y con el mundo fuera de los muros de la escuela. Hace mucho que no sé nada de Owen. La última vez que hablé con mamá, ella solo mencionó de pasada que se había ido nuevamente a su entrenamiento para formarse como Alfa. No profundizamos en el tema; supongo que ambas preferimos dejar ese capítulo atrás. Mañana también cumpliré un año de haberle dicho que sí a Jackson. Nuestra relación ha sido un refugio en medio de todo el cambio y la incertidumbre. Pero últimamente, he notado un cambio en él. Está más ansioso, presionando para que nuestra relación avance un paso más. No estoy segura de cómo me siento al respecto. Por un lado, me preocupa no estar lista; por otro, no quiero decepcionarlo. Jackson ha sido increíblemente comprensivo y paciente hasta ahora. Su respeto hacia mí es algo que valoro profundamente. Pero esta creciente presión me hace cuestionar si realmente estoy lista para avanzar en nuestra relación física. No quiero apresurarme en algo solo por complacerlo o por miedo a perderlo. Es un dilema que me pesa, querido diario. Mañana, en mi cumpleaños, espero encontrar algo de claridad, no solo sobre mi relación con Jackson, sino también sobre mis propios sentimientos y deseos. Con cariño, Grace. Grace La voz cálida y amorosa de mi mamá al otro lado de la línea fue el mejor comienzo para mi cumpleaños. Me sentí instantáneamente reconfortada y emocionada al escuchar su felicitación. —Gracias, mamá, —dije, colocando el teléfono en altavoz para poder seguir organizando mi mochila para ir a clases. Aunque estaba concentrada en preparar mis cosas, la conversación con mi mamá llenaba el ambiente con una sensación de calidez y familiaridad. —Estoy feliz porque vengan este fin de semana, querida, —dijo ella, su voz llena de una emoción que me hizo sonreír más ampliamente. Habíamos planificado este viaje hace tiempo, pero el miedo y la incertidumbre me habían impedido fijar una fecha hasta ahora. La posibilidad de encontrarme con Owen y Dan, que volverían en octubre o noviembre, me había hecho decidir hacer el viaje antes. —Sí, mamá, iremos en tren. Estoy emocionada también por el viaje, —respondí, mi sonrisa reflejándose en mi voz. La idea de pasar un fin de semana fuera de la escuela, de visitar a mi mamá y a Rafe, y de compartir esos momentos con Jackson, me llenaba de alegría. Mientras terminaba de guardar mis cosas y salía de mi habitación, pensé en Anya, quien, según mi mamá, también estaba en una escuela privada, pero más lejos de donde yo estaba. No sabía por qué la habían mandado lejos, pero me pregunté cómo le estaría yendo y esperaba que ella también encontrara su camino. El brillo súbito de la pantalla del teléfono captó mi atención en medio de la clase. Miré hacia abajo discretamente, asegurándome de que el profesor no me viera. La anticipación y el temor se mezclaron en mi pecho al ver el mensaje de un número desconocido. Desconocido: ¡Feliz cumpleaños peque! Al leer ese apodo, "peque", sentí como si el aire se hubiera congelado en mis pulmones. Ese era el apodo que Owen solía decirme. Mi corazón empezó a latir con fuerza, y una sensación de ansiedad me inundó. Empecé a hiperventilar, sintiendo una mezcla de miedo y sorpresa. Desconocido: Soy Dan El segundo mensaje, revelando la identidad del remitente, me dejó confundida y aliviada a la vez. Dan. Pero, ¿cómo había conseguido mi número? ¿Mamá se lo había dado? Rápidamente agendé su número, aun sintiendo un remolino de emociones dentro de mí. Decidí responderle de manera corta pero amable. Grace: Gracias, hermano. A la hora del almuerzo, el ambiente en la cafetería se llenaba de un bullicio acogedor. Elis y Jackson me esperaban con un pastel en nuestra mesa habitual, esa esquina tranquila donde siempre nos reuníamos. Con una sonrisa bailando en mis labios, los colores y sonidos del lugar parecían cobrar vida. Escuché sus voces entonando "Feliz cumpleaños", una melodía familiar que resonó con un eco de nostalgia y alegría en mi corazón. Justo antes de que mi aliento soplara las velas, Elis, con una sonrisa cómplice, me interrumpió. —No te olvides de pedir un deseo, —dijo con una voz que irradiaba cariño y un brillo travieso en sus ojos. En ese instante, una ola de emociones me inundó. "Deseo con todo mi corazón que Owen sea feliz, y yo también," pensé en silencio, con un suspiro interno que cargaba todo mi anhelo y esperanza. Con un soplido suave y firme, las llamas de las velas se extinguieron, dejando un tenue hilo de humo que se elevaba como el portador invisible de mis deseos. Entre charla y risas, nos sumergimos en el disfrute del pastel. Cada bocado era un deleite, con el rico sabor del chocolate fundiéndose en mi boca, y el dulce de la crema acariciando mi paladar. Las clases de la tarde transcurrieron en un susurro de alivio y expectativa. Cuando nos entregaron las notas de los exámenes, una ola de alegría me inundó. Estaba más que satisfecha al ver mi resultado: había aprobado todos con notas destacadas. Sentí un cosquilleo de orgullo y satisfacción, como una cálida luz que iluminaba mi interior, disipando cualquier sombra de duda que hubiera albergado. Jackson me había invitado a una fogata en el patio de la escuela. El solo pensamiento de compartir más momentos con él y Elis encendía mi corazón con una chispa de felicidad agradable. Me preparé para la ocasión con un cuidado casual. Elegí unos pantalones cortos que ofrecían comodidad y libertad, ideales para una noche al aire libre. Mi blusa suelta ondeaba suavemente alrededor de mí, como una brisa ligera, mientras un abrigo reposaba sobre mis brazos. Coloqué mi teléfono en el bolsillo, sintiendo su familiar peso contra mi pierna. El patio de la escuela estaba bañado en un suave crepúsculo, con las últimas luces del día desvaneciéndose en el horizonte. Elis y Jackson estaban ya allí, charlando animadamente cuando llegué. —¡Grace! ¡Aquí estás! —exclamó Elis con una sonrisa que iluminaba su rostro más que cualquier farol cercano. Jackson se volvió hacia mí, sus ojos brillando con un cariño. —¿Listas para una noche memorable? —preguntó, su voz teñida de entusiasmo. El calor de la fogata ya se hacía sentir a medida que nos acercábamos. Las llamas danzaban en el aire fresco de la noche, creando un círculo de luz y calor que nos acogía. —Esta noche será inolvidable, —murmuró Jackson, y todos asentimos, sabiendo que tenía razón. La fogata crepitaba frente a nosotros, lanzando destellos de luz que jugueteaban en el aire nocturno. Jackson estaba sentado en un tronco, su figura recortada contra el resplandor anaranjado. Yo me encontraba en el suelo, cómodamente situada entre sus piernas, mientras sus brazos me rodeaban por los hombros en un abrazo cálido y protector. El calor del fuego se mezclaba con el de su cercanía, creando una burbuja de confort. De repente, mi teléfono en el bolsillo se iluminó, interrumpiendo aquel momento de tranquilidad. Al sacarlo, el nombre de Dan apareció en la pantalla, brillando bajo la luz tenue de las llamas. —¿Quién es? —preguntó Jackson, su voz teñida de un matiz celoso, casi imperceptible pero presente. —Es mi hermano, bueno, mi hermanastro, —le respondí, tratando de mantener la calma en mi voz mientras contestaba la llamada. Sentí cómo el abrazo de Jackson se tensaba ligeramente. —Hey, Dan, —contesté, intentando mantener mi tono casual. —¿Todo bien? —Feliz cumpleaños, peque, —murmuró, el sonido se arrastró a través de la línea como una sombra. La voz de Owen, teñida de tristeza y algo que parecía ebriedad, me dejó helada. Mi corazón latía con fuerza, resonando en mis oídos. —Owen... —Susurré, mi sorpresa mezclándose con una preocupación creciente. —¿Estás bien? —No, peque, —su voz se quebró ligeramente. —No estoy bien sin ti. Me levanté, alejándome un poco de la fogata y de Jackson, su mirada sentía en mi espalda. —Owen, ¿qué sucede? A través de la línea, su voz se suavizó, cargada de una ternura que me conmovió y desconcertó a la vez. —Te extraño, Grace, y te quiero tanto... —Owen, por favor, no digas eso, —susurré, una punzada de dolor atravesándome. —Tu compañera... —No pude terminar la frase. —Grace, por favor, tú eres mi compañera, —su voz se intensificó, mezclando dolor y rabia. Intenté mantener la calma, aunque mi corazón se agitaba como un pájaro atrapado. —Owen, no digas tonterías, solo cuelga y ve a dormir. Estás borracho. Hubo una pausa, luego una revelación inesperada. —Tu mamá no te lo dijo, ¿verdad? —dijo Owen, su voz repentinamente más clara. De fondo, escuché un ruido, seguido por la voz de Dan, distante pero urgente. —Maldita sea, Owen, dame el teléfono. Pero Owen continuó, apresurado. —Grace, escucha, mi amor... esa carta que te llegó no la escribí yo, por favor, créeme, tú eres mi compañera... La línea se cortó abruptamente, dejándome en un silencio estupefacto. Miré hacia la fogata, su resplandor ahora me parecía lejano, un mundo aparte de la tormenta que se había desatado en mi interior. Jackson se acercó, su expresión mezcla de preocupación y confusión. —¿Grace? ¿Todo bien? No supe qué responder. Las palabras de Owen resonaban en mi mente, una marea de emociones y preguntas inundándome. ¿Qué significaba todo esto?
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