Bernard e Isabella

1024 Words
Pasado. El Rey Bernard Redder, le contaba la historia de sus antepasados a sus hermosos nietos. Él era el Rey de la hermosa ciudad de Verell, los niños amaban cuando él les contaba sus historias, pues anhelaban poder ver a la hermosa ave que surcaba, los hermosos cielos, pero eran pocos los afortunados que lograban ver a el ave. Se decía que dos personas habían nacido para estar juntas, y solo algunos eran los elegidos para reencarnar, el Rey les contaba historias, que eran suyas, él conoció a su esposa, la Reina Isabella, por casualidad, daba un paseo por la ciudad, había escapado del castillo, pues sus padres no le permitían ir solo, podría haber peligros. Él caminaba por la ciudad, vestido como un poblador, estaba en un puesto de frutas, él tomó una deliciosa manzana, y la p**o, siguió observando los demás puestos, y de pronto vio a una hermosa joven, ella era pelirroja, no era común entre los plebeyos, él tenía el cabello castaño claro, casi rojizo, él la observo, y ella a él, parecía como si algo los hiciera sentir sus propios latidos, se acercó a ella, y no sabía por qué estaba tan nervioso, siempre hablaba con Jovencitas, ya que era el príncipe, y estaba en busca de esposa. -Hola. La joven lo veía, un tanto sería, casi temerosa, pero al fin contestó. -Hola joven, gusta probar. Él ni siquiera había notado que el puesto de la Joven era de un pan que se veía delicioso. -Si, se ve muy bien, señorita. -Isabella, mi nombre es Isabella, pero todos me llaman Isa. -Tienes el nombre más hermoso, que jamás hubiese escuchado. La joven le dio un pequeño pan, de vainilla, él lo tomo, y al tocar sus manos, ambos sintieron, un calor, y una energía correr por sus cuerpos, se quedaron viéndose a los ojos, sin saber muy bien qué decir o hacer, Bernard probó el pan, y era aún más delicioso de lo que se imaginó. El se atrevió a invitar a la Joven a dar un paseo. -Te gustaría, ir a caminar a mi lado, Isabella, mi nombre es Bernard. Nadie había notado quien era, pues llevaba su cabello cubierto con la capa, pero ella notó de inmediato en su hablar, que no era un hombre de su hogar. - Yo, no puedo, tengo que vender mi mercancía, para ayudar a mis padres. Bernard sonrió, y le hizo una pregunta. -Cuántas monedas de oro por tu mercancía, quiero todo lo que tienes. La joven abrió los ojos muy grandes, de verdad compraría todo. - No lo sé, solo una. Bernard le entregó una bolsa con monedas de oro, y le dijo que le ayudaría a llevarse todo a casa, pero primero le acompañaría a dar un paseo, únicamente eso, su intención no era mala. - Yo únicamente, quiero conocerla mi bella joven, disculpe mis modos, pero usted es la Joven más hermosa de la ciudad. Ella se sonrojó, y aceptó, eso ayudaría a su familia, sería un gran respiro para sus padres. Ambos comenzaron a verse, a cada que él podía, mandaba comprar toda su mercancía, y la repartía entre sus empleados, el pan de la Joven se hizo popular en el palacio. El Rey, padre de Bernard, se enteró de lo que su hijo hacía, y mando llamarlo. -Sabes que hemos estado en busca de una esposa para ti, hay varias Ladys que gustosas se casarían ahora mismo. -Lo sé padre, pero yo... -Dime, habla Bernard. - Yo estoy enamorado de una joven, y quiero convertirla en mi esposa. -De quien se trata, invitaremos a su familia a tomar el té. - No padre, es que, la verdad, ella es... Una Joven del pueblo. El Rey lo veía muy serio, él tenía muchas buenas propuestas, pero Bernard quería a una joven cualquiera. -Eso no será posible Bernard, sabes que tu esposa debe ser una joven preparada, debe conocer el manejo del Palacio. -Padre, por favor, dame la oportunidad, sé que ella será apta, dame un tiempo, para prepararla. Bernard tendría que hablar con Isa, para que ella decidiera si estaba dispuesta a estudiar para casarse con él, cuando Bernard le dijo quien era, ella se quedó seria, pero sonrió, ella ya se había enamorado de él, ambos sentían una conexión, parecía como si estuvieran destinados el uno para el otro. El Rey después de un momento, y al ver a su hijo tan interesado en la Joven aceptó. -Hablarás con ella, el día de mañana la traerás al Palacio, para que tu madre y yo la conozcamos, entonces decidiremos, si es apta para ser tu esposa. Bernard estaba muy feliz, ese día fue a casa de Isa, él tenía que hablar con ella de inmediato. Al llegar la vio en el jardín, con sus plantas, ella tenía algo de barro en la cara, se veía tan adorable. -Buenos días, señorita Isabella. -Hola Bernard, pero que haces aquí. -Necesito hablar contigo, y después con tus padres. -Dime, que necesitas. -Tú... Te gustaría ser mi esposa. Isabella se quedó impresionada, ella estaba enamorada de él, y claro que lo amaba, pero él era un príncipe, y ella, pues... -Pero, yo no sé... No podría, tú eres un príncipe, y yo... -Y tú serás mi princesa, yo te ayudaré, a aprender, tu familia mejorará su vida, y la verdad es que, yo no puedo estar lejos de ti, te necesito a mi lado. Ella respiró, medito lo que sucedía, y aceptó. Bernard hablo con sus padres, y aun cuando al principio no estaban muy convencidos, ver el rostro suplicante de su hija, los convenció. -Solo no queremos que nuestra Isa no sufra, si usted promete cuidar de ella, nosotros apoyamos su matrimonio. Ambos estaban felices, Bernard presentaría a sus padres a Isabella. Ella estaba nerviosa, Bernard había ido a por ella a su hogar, para llevarla al Palacio, ella estaba tan nerviosa, hablarían de matrimonio, y ellos ni siquiera se habían dado su primer beso, parecía que todo iba muy rápido, pero al igual que él, ella lo necesitaba cerca de ella, así que se decidió a esforzarse por Bernard.
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