¿Cuándo es que todo comenzó a ir mal?

1523 Words
El amorío de Mark había comenzado 6 meses antes de que Alicia descubriera todo. Sin embargo, esa no había sido la primera vez que él la engañaba. La verdad es que nunca había sido del todo fiel. Cuando eran novios, él usaba la excusa de que necesitaba desahogarse porque ellos no tenían relaciones. Ella era virgen y quería permanecer así hasta su matrimonio, por lo que él “liberaba su tensión” con otras mujeres asegurando a sus amigos que todo cambiaría luego de casarse, pero para sorpresa de nadie, eso no pasó. Mark continuó engañando a Alicia y todos lo sabían menos ella o mejor dicho, ella era la única que no aceptaba la verdad. Había escuchado los rumores e incluso la misma Isabel le había comentado en varias ocasiones sobre sus sospechas, pero Alicia se negaba una y otra vez a abrir los ojos, así que con el tiempo, las personas a su alrededor habían dejado de intentar que ella descubriera la verdad. – Hay personas que simplemente, sienten que son más felices dentro de una mentira –había comentado Isabel al resto de sus amigas. Todas las chicas del grupo habían intentado en algún punto, comentarle a Alicia sobre el tema, ya que habían escuchado o visto algo que les había hecho saltar las alarmas, pero ella no quería aceptarlo, así que tras varios intentos fallidos, prefirieron simplemente dejar el tema a un lado y fingir que nada estaba pasando. Después de todo, si a Alicia no le importaba aquello, ellas no tenían por qué meterse. – Creo que tiene miedo de terminar como nosotras –había comentado una vez Camila sintiéndose frustrada. – ¿Una loca divorciada amargada con el amor? –soltó Lisbeth irónicamente. Todas suspiraron con pesar. – Pero aunque no quiera aceptarlo, en algún momento la alcanzará la realidad y tendrá que enfrentarla –concluyó Isabel con tristeza. Todas estuvieron de acuerdo. – Pues nos tocará estar ahí cuando eso suceda –aseguró Camila y las demás asintieron. Alicia chocó de frente contra aquella realidad en el peor momento. El matrimonio de ella y Mark había comenzado a deteriorarse debido a la decepción de no haber podido concebir un hijo, a eso se le sumó el estrés que había sumido en una depresión a Alicia, los problemas que Mark comenzó a presentar en la compañía y la presión de la familia Vitolli con la que él siempre había cargado. Ellos parecían recordarle a cada instante, lo inútil que era para todo. La escapatoria de Mark ante todos sus problemas eran las mujeres. Se iba de fiesta con sus amigos y terminaba acostándose con cualquier chica que se topara en su camino que le gustara, pero a pesar de su desenfreno, había una regla que mantenía y era el no dormir dos veces con la misma mujer. Solo su esposa tenía ese “privilegio”. Sin embargo, todo cambió cuando conoció a Yetzy. – ¿De dónde sacaste a esa mujer? –había preguntado Isabel a Mark tras verla en la oficina. – Es mi nueva secretaria ¿No te gusta? –exclamó con una sonrisa. Isabel lo miró en estado de shock. Ella siempre había creído ser una persona tolerante y de mente abierta, pero apenas conoció a Yetzy se dio cuenta que quizás no lo era. Se sentía mal por juzgarla sin realmente conocerla, pero el aspecto y actitud de aquella mujer la ponía con los nervios de punta. Yetzy era extravagante. Le gustaba usar ropa colorida y que exhibía mucho más de lo que quizás debería, sobre todo considerando que trabajaban en un edificio de oficinas de una de las casas de modas más importantes del país. – No es solo como viste –se quejaba Isabel con sus amigas un día que Alicia no estaba– usa más maquillaje que un payaso de circo, usa uñas postizas tan exageradamente largas que me hace preguntarme ¿Cómo demonios va al baño? –sus amigas se echaron a reír– no se rían, hablo en serio –les pidió, las demás intentaron mantener la compostura– y además, es increíblemente ordinaria para todo. – ¿Por qué Mark la contrató? ¿no se supone que evalúan todo eso antes de contratar a alguien? –preguntó Camila confundida. – Correcto y ese es el problema que tengo con él. Se la pasa insistiendo que ella está capacitada para el puesto. – ¿Y lo está? – Bueno, no es tan mala secretaria debo admitir, pero somos una casa de moda, de las más importante del país ¿sabes lo que puede dañar a nuestra imagen corporativa que alguien como ella trabaje con nosotros? Va en contra de todo lo que vendemos –dijo alterada. – Estoy pensando en algo y espero equivocarme –exclamó Lisbeth en un tono muy serio, todas voltearon a verla– ella y Mark no serán… – Lo mismo pensé –le interrumpió Isabel– los he estado observando –confesó– siempre estoy pendiente de lo que hacen y la verdad es que… estoy casi segura de que ella es su amante –las demás exasperaron con molestia. – ¿No se supone que él no tiene una amante fija? –preguntó Lisbeth con rabia. – Pues… parece que eso cambió –exclamó Isabel decepcionada. Las chicas no pudieron aguantar la curiosidad de conocer a la tal Yetzy, así que cada una se inventó una excusa para ir a visitar a Isabel a la oficina y ver con sus propios ojos a esa mujer. Todas salieron decepcionadas y frustradas. No podían creer que Mark estuviese engañando a Alicia con esa mujer, pues consideraban que su amiga era más hermosa, educada, elegante, inteligente y en general, mejor partido que aquella tipa. – ¿Por qué los hombres siempre buscan de amantes a las peores mujeres? –preguntó Camila a sus amigas recordando su propia experiencia. – Es verdad –concordó Lisbeth– parece que mientras más fea y ordinaria sea, más perfecta es como amante. – Pues… supongo que lo que realmente importa aquí es el sexo –concluyó Isabel– eso es lo que todo hombre busca, lo demás no les interesa –soltó molesta. Las demás exasperaron con frustración, pero estuvieron de acuerdo. Las chicas querían advertir a su amiga de lo que estaba pasando, pero lamentablemente Alicia estaba completamente cerrada a aceptar lo que sus amigas pudiesen decirle sobre Mark y aquella mujer, por lo que no les quedó más que observar desde lejos y en silencio, como todo se iba a pique. Por eso, para ninguna fue sorpresa como acabó todo, pero eso no lo hizo más fácil, por el contrario, fue peor. La situación en la que terminó Alicia era mucho más compleja que una simple infidelidad y ninguna se hubiese podido imaginar todo lo que ocurriría. Por su parte, Mark parecía estar muy feliz. Tras el anuncio de su divorcio, descubrió que su nueva novia estaba embarazada. Finalmente tendría el hijo que siempre había querido y lo tendría con aquella mujer que lo tenía complemente enamorado. Así que en cuánto Alicia se fue, no dudó en pedirle a Yetzy que se casara con él y anunciar con su familia su nuevo romance. En un principio, los Vitolli no vieron con buena cara aquella unión, pues Yetzy no era precisamente la mujer de clase alta y elegante que querían para Mark, pero estaban felices de no tener que lidiar más con Alicia y sobre todo, les alegraba saber que finalmente habría un heredero para la familia. Eso era algo que el padre de Mark llevaba pidiéndole desde hacía mucho tiempo, pues según sus ideas, solo los hombres de su familia podían heredar los bienes y propiedades de los Vitolli. Fue así como apenas la sentencia de divorcio salió, Mark y Yetzy se casaron y a diferencia de la boda que había tenido con Alicia, esta nueva ceremonia fue toda llena de lujos y despilfarros. Mark se casó ilusionado y feliz con una idea de que todo en su vida estaba yendo de maravilla, pero para su desgracia, desde el primer día tras la celebración de matrimonio, comenzó a arrepentirse de todo lo que había hecho y solo fue cuestión de tiempo para que su vida perfecta se estrellara como un meteorito en llamas. – Necesito encontrarla –se dijo a si mismo con decisión. Mark comenzaba a ver las cosas de forma diferente y quería cambiar todo antes de que fuese demasiado tarde. Lo que no sabía era que Alicia había iniciado un nuevo camino, así que para él, no sería nada fácil. Ella no estaba dispuesta a dejarse pisotear nunca más por nadie, por lo que tendría que aprender las reglas de este juego en dónde ahora, la ventaja la tenía un nuevo jugador que no estaba dispuesto a perder. Anderson Greenswood había llegado para quedarse y no dejaría que nadie le quitara el corazón de aquella mujer que lo había cautivado con tan solo su presencia. Ni siquiera el padre de la criatura que ella llevaba en su vientre podría alejarlo de su objetivo.
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