Entro a hacer la llamada, pero después de cinco tonos, esta se va al buzón de voz. —Nicolette, ¿dónde estás? —digo pesarosa. Vuelvo a intentar llamarla, pero sucede exactamente lo mismo, así que llamo a Ricci y él sí contesta. —Buongiorno —salida. —¡Ricci! Mio amico (mi amigo) ¿Cómo estás? —lo saludo emocionada. —Sono buono. Francis, qué gusto escucharte. ¿Cómo te encuentras? ¿Estás bien? —Sí, solo que necesitaba hablar con Nicolette para saber si averiguó lo que le pedí. —Ella salió desde muy temprano al hospital, seguramente sigue ocupada y no pudo contestar tu llamada —me comenta y tiene sentido. —¿Cómo sabes que la llamé y no contestó? —le pregunto curiosa y él se ríe. —¿En serio me preguntas eso? Tú nunca me llamas a mí, a menos que no hayas podido habar con ella o por