Capítulo 11

1636 Words
Me acerqué a Ben y le envolví en un cálido abrazo, al principio se mostró algo reticente pero en menos de un minuto acabó devolviéndomelo. Era una manía que mi padre me había creado desde que era muy pequeña, cada vez que cogía alguna perreta tonta por alguna cosa él siempre se acercaba a mí y me daba un abrazo. Así fue cuando mis lágrimas eran por malacrianzas, o cuando lo fueron por mi primer amor, también cada vez que me enfadaba por algo, o alguna injusticia me indignaba, siempre, fuera lo que fuera mi papá me daba un abrazo que lograba calmar todo dentro de mí. Sabía que Ben debía estar muy enojado conmigo, también sabía que no había hecho las cosas como él me las había pedido, no cumplí con lo que me dijo que hiciera, había hecho todo mal, pero él me quería, lo sabía. Y cuando quieres a una persona le perdonas cada metedura de pata que hace, cada vez que se equivoca, cada desacierto, cada fallo, y sabía que él me iba a perdonar mi desacato. Además de que entendería mis razones, o al menos las que eran razonables, porque nunca comprendería lo que estaba sintiendo por Mauricio. —Se que lo que debes estar pensando y antes de nada solo te pido que me escuches y trates de abrirte a valorar esta nueva posibilidad—dije apartándome de él y pude ver que su cara se había suavizado un poco desde que entré. —Vayamos arriba, aquí no podemos hablar—dijo encaminándose hacia las escaleras con su habitual voz dulce y calurosa. Arriba solo estaba la habitación que había pertenecido a su hija y pude ver en su rostro el dolor que le causó entrar en ella. —Podemos hablar fuera si quieres—dije en tono suave. Sabía lo que estaba sintiendo en este momento, era un dolor que siempre compartiríamos, y todo por culpa de la misma persona. Él negó con un gesto de su cabeza y se sentó en la cama invitándome a mí a sentarme junto a él. —Alexa, sabes que te considero como una hija, me recuerdas demasiado a mi pequeña. Sabes que te quiero como la quise a ella—comenzó a decir y yo solo asentí con mi cabeza—Entonces debes de saber que esta acción tuya me duele y decepciona como si hubiera sido mi hija la que lo hubiera hecho. También sabes que no me gusta que no se cumpla lo que digo, lo considero una falta de respeto, y también sabes que nunca dejo sin castigo que se burlen de mí. Pero precisamente por el cariño que te has ganado y la confianza que has hecho que te tenga, porque inexcusablemente nunca me habías fallado hasta hoy, no tomaré ninguna medida contigo. Pero quiero saber por qué lo has hecho. Explícame qué es lo que te hizo fallarme—terminó de decir y fue inevitable que me sintiera culpable. Él tenía razón, le había fallado, por primera vez le había desilusionado. Y lo peor era que sabía que con Benjamín no era el único con el que había actuado mal, también estaba Fabián. Le había traicionado, por primera vez desde que estábamos juntos había besado y me había entregado a otro hombre, pero también por primera vez me había sentido en el mismo cielo. Suspiré y me levanté, traté de organizar bien mis ideas, pues sabía que lo que le expusiera a Ben debía de ser lo suficientemente convincente para que me dejara seguir al lado de Mauricio, luego vería que hacer con el resto, ahora lo único que me importaba era volver a estar junto a él. —Se que te fallé y tienes todo el derecho a decir todas las cosas que me has dicho, incluso más. Pero tienes que saber que no lo he hecho por querer traicionarte o desobedecerte. Lo he hecho porque he visto una oportunidad, de finalmente acabar con esta lucha, de por sin poder vengar a nuestros seres queridos y poder cerrar nuestras heridas hasta que sean solo cicatrices. En estos días me logré acercar a Mauricio mucho más de lo que estaba previsto, él se ha involucrado conmigo al punto de proponerme que me vaya con él. ¿No te das cuenta de lo que eso significaría Ben? Estaría lo más cerca que he estado nunca del mal nacido de Aracelio Iglesias, estaría conviviendo con él y en cualquier momento le podría matar de una vez. Tuve muchas oportunidades de matar a Mauricio, sí, pero algo en mí no me dejó malograr la posibilidad de tener al fin frente a mí al hombre que me arrebató a mi padre. Solo te pido que me entiendas y me apoyes, sé que no tengo derecho a decirte esto después de lo que he hecho, pero solo confía en mí y la cabeza de Aracelio rodará—terminé de decir y sentí que mi discurso expresaba toda la seguridad y convicción de este mundo. Había omitido lo que estaba comenzando a sentir por Mauricio, eso era algo que no podría revelarle a nadie, e incluso a mí me costaba admitir y confundía. Ben se quedó pensativo por unos minutos que realmente para mí parecieron una eternidad. —De acuerdo Alexa, confiaré en ti.—dijo y suspiré aliviada, en el fondo sabía que Ben me iba a apoyar. Se levantó de la cama y sacó un celular junto con un sobre que contenía varias líneas telefónicas de una de las gavetas del escritorio y me los entregó junto con su teléfono—Gisselle ha hecho lo que ella hace con estas líneas, no podrán localizarlas ni interceptarlas. Utilizalas para que nos mantengamos en contacto, solo puedes realizar tres llamadas con cada una de ellas. Ahora llama a Fabián de mi número, es otro que está muy preocupado por ti. Marqué el número de Fabián y al segundo tono respondió. Su voz se escuchaba exausta y turbada y una nueva ola de culpa se adueñó de mí. No había vuelto a hablar con él desde el día en que llegué al hotel, a penas y había pensado en él, solo me había concentrado en Mauricio y nada más. —Hola amor, soy yo—dije y pude escuchar como dejaba salir aire en un suspiro aliviado por medio del teléfono. —Alexa, mi vida. ¿Cómo estás? ¿Cuándo vuelves? ¿Por qué llevabas tantos días sin contactarme? No tienes idea de lo preucopado que he estado por ti, me tenías caminando por las paredes—dijo y aún su voz sonaba cansada aunque algo más animada. —Fabián, no tengo mucho tiempo así que necesito que me escuches. Estoy bien, perdón por hacer que te preocuparas y asustarte, solo que las cosas se complicaron un poco, el plan ha cambiado y me demoraré un poco más en poder regresar a tu lado. Mi amor, por favor te suplico que me entiendas, esta será la última vez que tendré que volver a hacer algo de esto, si todo sale bien finalmente podré acabar con el culpable de todo esto y podremos ser felices sin ninguna sombra tras nosotros—dije tratando de lograr que me comprendiera sabía que esto sería difícil para él, también lo era para mí. Fabián era el hombre que amaba, con el que deseaba formar una familia, una vida, un futuro, pero esto era algo que tenía que hacer para poder tener ese futuro junto a él. Fabián no asimiló nada bien la noticia y si no fuera por Benjamín que tomó el teléfono y le dijo que luego hablaría con él nos hubiéramos enredado en una discusión sin final que solo nos afectaría a los dos. Iba a darle las gracias a Ben por darme este nuevo voto de confianza, por volver a creer en mí pero un sonoro estruendo llamó nuestra atención. Se escuchó como si alguien hubiera tumbado la puerta. Miré a Ben y no hicieron falta las palabras, nos entendimos perfectamente, él se quedaría aquí arriba donde era seguro en lo que yo bajaba a ver qué pasaba. Corrí escaleras abajo pero tuve que detenerme a medio bajar. La imagen que veían mis ojos me hizo quedarme petrificada en mi sitio. La persona que había derrumbado la puerta de la casa había sido Mauricio, su cara era una mezcla de emociones desde la rabia hasta la desesperación pero en el momento en que Saúl salió del pasillo que conectaba la sala con la cocina su cara fue una completa máscara de odio y fue como si todo se desarrollara a cámara lenta y yo solo pudiera observar sin ser capaz de mover mis pies del lugar en el que estaba parada. Mauricio no dió tiempo a nada, mientras el rostro de Saúl solo reflejaba sorpresa e impresión de encontrarlo en la sala. Ví como Mauricio tiraba del gatillo y la bala salía del arma hasta que impactó entre las cejas de Saúl, justo en el medio de su frente y su cara se transformó en un rostro sin la más mínima expresión que solo contenía el frío rastro de la muerte; el grito que salió de mi garganta inundó todo el lugar. —¡NOOOOOO!—sentí como mi garganta dolió y mis piernas fallaron por lo que tuve que sostenerme del pasamanos para no acabar en el suelo. Las lágrimas invadieron mis ojos y comenzaron a correr a raudales por mis mejillas. Saúl estaba muerto en medio del salón, Mauricio me miraba como si no lograra entender mi reacción, pero todo dentro de mí y a mi alrededor daba vueltas y no me sentía con fuerzas de nada, ni siquiera fui capaz de sostenerme más del pasamanos aún cuando sabía caería por las escaleras.
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