Esther se acercó al rey Zander, era la primera vez que lo veía tan relajado, su ceño no estaba fruncido, y ya con eso era ganancia para ella puesto que verlo de esa forma le alegró bastante. Al instante le hizo pensar que quizás su idea de sacarlo del castillo había funcionado con éxito. Es por eso que ella aprovechó ese buen humor que parecía tener Zander para acercarse a él por medio de un abrazo diciéndole: —¿Usted pescó eso? Quisiera aprender a pescar, su majestad —pide Esther alzando la mirada para ver al alfa que le rodea la cintura con el brazo que tenía libre. —¿Quieres aprender a pescar? No te servirá de nada. —Nunca se sabe, milord. No sabemos lo que puede pasar en el futuro —responde Esther sin dejar de verlo. Zander desvía su atención hacia otro lugar que no sea el rostro s