Heriberto —¡Harry, Harry! —desperté agitado e intenté levantarme, pero me fue imposible por el dolor—. Mierda —gemí y vi a Hernán con la butaca en alto en posición de combate hacia la puerta. Vic, está a mi lado izquierdo con una navaja apuntando y Henrik adormilado sostiene mi mano. Se me escapó la risa al verlos de esa forma, sostengo con la otra mano libre la herida y consigo que sus ojos sean dirigidos en mi dirección. Al tener a mis hermanos y mujer (porque Victoria lo es y no renunciaré a ella) en Londres, estoy seguro de que mi hijo está a salvo. —Heriberto—se lanzó a mi pecho, Henrik al verme sonriendo y Hernán soltó la butaca—, joder, hermano, las peleas se arreglan de otra manera, no con balazos y mucho menos secuestros. —Me regañó con su voz ronca y emocional. Hernán pasó