Orión El aire estaba cargado con el peso de la tragedia mientras nos movíamos por el territorio de Adrián, haciendo todo lo posible para acomodar a los sobrevivientes. Su Búnker principal, una vez un refugio seguro y organizado, ahora era un hervidero de actividad frenética. Las caras cansadas y preocupadas de la gente iban y venían ayudando a quien lo necesitara. Con cada nuevo escondite que encontrábamos y preparábamos, se sentía un alivio temporal, sabiendo que estábamos haciendo algo para mejorar las circunstancias de aquellos que habían perdido tanto. Pero la realidad era dura; cada rincón del búnker estaba lleno, cada espacio habitable, ocupado. El aire se sentía más pesado, más cerrado, con cada nuevo habitante que llegaba, buscando seguridad. Finalmente, con la situación en
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