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—Sí—quise sonreír, pero el recuerdo de mi descortesía me lo evito. —Es muy atractivo. ¿No?—aludió con el objetivo de saber mi opinión. Me hubiera gustado decirle que me pareció el hombre más perfecto del mundo, pero no podía decirle eso, así que me limite a decir: —Sí, lo es. —El cliente que atendí anoche me dijo que él posee muchas propiedades en la región de Feldwood, media ciudad es suya y hay un pueblo que lleva su apellido en honor a su familia. El pánico se apoderó de mí al saber que ese hombre no solo era atractivo y todo un caballero, sino que también era rico, aunque no sabía que tanto, sin duda, jamás pisaría esa región por vergüenza. —Y además de eso—prosiguió Jazmín —es el dueño de una línea de fábricas textiles en todo el reino y debido a la guerra sus fábricas le sirven