Entra con una hermosa sonrisa enseñándola su dentadura perfecta y sus dientes blancos. —Después de usted Señorita White. Le devolví la sonrisa. —¿Quieres algo de tomar? Dejo mi bolso de mano en la barra de la cocina. —Si, una copa de vino blanco mujer—me sigue sonriendo el muy arrogante. Se sienta en un taburete de la barra de la cocina. Pongo los ojos en blanco, por lo visto hoy anda juguetón, eso es mejor que serio, sacó dos copas y sirvo vino. —Aquí tienes señor Hart—le guiño un ojo—¿Algo más? —Sí—entrecierra los ojos y dice—A ti, mi sirena. Levanta la cabeza y sonríe, ¿Por qué tiene que ser tan atractivo? no puedo creer que esté aquí conmigo después de tanto tiempo, lo deseo tanto, me acerco a él despacio, me voy quitando las sandalias, y quedó descalza. Llegó donde él está