El León está en el Palacio
El joven príncipe caminaba por el amplio corredor del segundo piso después de dejar a Yaina en la habitación. La escena había resultado cómo esperaba ya que los sirvientes y guardias no dejaban de mirarlo para inclinarse con rapidez a su paso. El desliz de Marcus había dado la oportunidad de posicionarse como su maestro y no cómo el inmaduro príncipe.
Habían apostado a que abrirían el carruaje y la impulsividad de Kairon saldría a la luz igual que la orden de no abrir ninguna puerta sin ser autorizado. El motivo principal de su orden era porque Yaina utilizaba los círculos mágicos para ir y venir de la Torre de Magia en cualquier momento y no podían arriesgarse a que otros vieran su magia hasta que fuese el momento indicado.
- Cachorro...Kairon - La voz de Ducalyon se escuchó en su mente.
- Sé que estás preocupado, pero Arak está con ella - le dijo Kairon liberando las estelas a su alrededor para que el león se materializara y caminara junto a él.
- No es eso... - le dijo - Algo pasa con Marcus...
- ¿De qué hablas? - le preguntó llegando a las puertas que conectaban el Palacio del León con el Palacio Principal o Central donde una encrucijada conducía en tres direcciones. La que llevaba a la izquierda, por un amplio corredor con alfombras rojas y doradas dirigía hacia los pasillos interiores del palacio, a las escaleras de servicio para el personal que entraba y salía del Palacio del León como se le llamaba al palacio donde vivía el Emperador. Hacia la derecha había otro amplio corredor que llevaba hacia otras habitaciones y dependencias de uso para el León de Yamain. Frente a ellos, dos grandes puertas con el escudo del emperador grabado en su superficie, señalaba que, tras esas puertas, comenzaba el Palacio principal que era el palacio que concentraba la administración del imperio.
Dos guardias imperiales abrieron las puertas inclinándose ante ellos y Kairon caminó hacia el descanso que daba hacia el gran vestíbulo abierto en el piso inferior donde la gente iba y venía para tratar los asuntos administrativos del Imperio. A su alrededor y quienes estaban en el primer piso, numerosos sirvientes y cortesanos se inclinaron ante él y luego al ver al león a su lado se arrodillaron en una reverencia haciendo sonreír a Kairon.
- Y el Emperador soy yo - se burló.
- Llevo más tiempo que tú aquí - le contestó el león divertido moviendo la cabeza en reconocimiento al saludo.
Tomaron la dirección hacia la izquierda donde un gran corredor los encaminaba hacia el despacho del emperador, ubicado en el mismo piso (al centro del gran vestíbulo) por lo que sólo debían rodear el barandal para llegar al espacio circular de observación que permitía la ubicación de cuatro guardias (dos junto al barandal visibles desde la entrada y el vestíbulo del primer piso y dos junto a las puertas del despacho)
Si continuaban caminando por el corredor en dirección recta sin desviarse al despacho, llegaban a dos grandes puertas cerradas que permitían la conexión interna entre el palacio del León y el palacio de los Lirios, donde residía la Emperatriz. Ambas estructuras estaban conectadas mediante una galería con bellos arcos de piedra y ventanas de cristal que por la noche se iluminaban para guiar el camino desde uno a otro palacio.
Junto al despacho del Emperador (a la derecha de la persona de pie frente a las puertas) había una pequeña sala de audiencias para tratar temas con los nobles o súbditos que las hayan solicitado.
Más allá, siguiendo la disposición, a la derecha (mirando desde la entrada frontal del palacio principal) había un salón para reuniones del Consejo y a su lado, un salón de descanso y de lectura para hacer de las pausas y recesos menos tediosos.
En el primer piso, a mano izquierda del vestíbulo, estaban las oficinas de los caballeros imperiales que estaban a cargo de la seguridad del Palacio del León. En ese lugar, se programaban los turnos de guardia y se gestionaba la seguridad con las labores administrativas con el palacio principal como la agenda y las audiencias. A mano derecha, en el primer piso estaban las oficinas de los caballeros imperiales que se hacían responsables de la seguridad del palacio de la Emperatriz y la coordinación administrativa de la agenda y las actividades del Palacio de los Lirios como se le llamaba. En esa dirección, un comedor para cenas oficiales y un amplio salón ceremonias que podía convertirse en un salón de baile si así se necesitaba.
Tanto desde el primer piso como desde las escaleras de servicio del segundo piso de cada Palacio, se podía llegar a los jardines interiores sin pasar por el palacio central. Bancas de descanso para los colaboradores y quienes trabajaban para el trono estaban dispuestas entre las flores bien cuidadas. Un corredor cubierto que rodeaba al palacio de Los Lirios llevaba a la glorieta de observación y a los jardines privados de la emperatriz y paralelo a él, un pabellón cerrado que comunicaba las áreas del personal del palacio de la Emperatriz.
En la parte posterior, hacia el lado del palacio del León estaba el campo de entrenamiento y el edificio que albergaba a los caballeros de la guardia imperial solteros. Más alejado, las caballerizas y el campo ecuestre.
En la ciudadela imperial había otros cinco palacios más pequeños para los príncipes y un anexo para invitados, pero no se usaban mucho debido a que los emperadores tendían a mantener a sus hijos cerca durante el periodo de crecimiento y porque no habían nacido más de dos príncipes por generación.
Ambos palacios tenían dependencias de servicio y alojamiento para los sirvientes que trabajaban en ellos. Sus uniformes eran negros con camisas claras con chalecos n***o y dorados, a la usanza de los reinos a fin de unificar la vestimenta en un entorno cosmopolita independiente del género. También llevaban un corbatín n***o con las puntas y alfiler dorados para los que servían en el palacio del león y uno blanco con las puntas y alfiler en color azul para el palacio de los Lirios.
Kairon suspiró y el león lo hizo al mismo tiempo cuando enfrentaron las puertas del despacho de trabajo que, a partir de hoy, sería el suyo. Tanto hombre como espíritu se miraron culpables ya que a ambos no les gustaba hacer el papeleo o estar encerrados en una oficina.
- Adelante - le dijo Kairon - Mientras más rápido trabaje, más rápido podremos salir de aquí.
- Te ayudaré si puedo. - le dijo Ducalyon - No he trabajado desde que me manifestaste a los ocho años.
- Lo agradezco. Tenemos que regresar con nuestra compañera. - le dijo Kairon cuando los guardias abrieron las puertas y el secretario lo aguardaba con una sonrisa y una pila de documentos sobre el escritorio.