La Llegada al Palacio
Cuando Yaina salió de la cámara de la Emperatriz, Kairon la observó con una sonrisa.
-Te ves hermosa, princesa - le dijo besando su mano con galantería mientras el león se le acercó y la rodeó frotándose contra ella, ronroneando de gusto.
Su esposa vestía a la usanza de Odea, pero sin tantos volantes y encajes al ser una mujer casada. El acuerdo con Kairon era mantener la imagen que habían creado para el Rey Sarlack para enfrentar la llegada al palacio en Yamain y que eso les diera tiempo para conocer la dinámica de la corte.
- ¿Estas lista? - le preguntó y la joven asintió con una sonrisa mirando a Don y a Lucy quienes la seguían - Vamos...
Cuando salieron, el mayordomo esperaba a los pies de la escalera y se inclinó frente a ellos.
- Buenos días, sus altezas - les dijo - Todo ha sido preparado para dirigirse al palacio. Los carruajes están esperando
- Gracias, mayordomo. Han hecho buen trabajo - le dijo Kairon caminando hacia el exterior con su esposa donde los carruajes estaban preparados y listos con los escoltas en sus caballos.
- ¿Dos carruajes? - preguntó Kairon a Arak quien se inclinó al verlos.
- Estamos en Yamain, sabe que no pueden viajar juntos... - comenzó a decir el escolta y Yaina lo miró sin entender.
- Hemos viajado juntos por una semana y no pasó nada... - le dijo Kairon molesto - Ahora sólo viajaremos dos horas hasta el palacio.
- Estábamos en Odea y luego en el bosque...Ahora estamos en el Imperio - le dijo Arak.
- ¿Qué pasa? - preguntó Yaina confundida.
- Hay una orden imperial que la Emperatriz no puede viajar con el Emperador en el mismo transporte. Si la emperatriz está embarazada y el carruaje es atacado, se pondrá en riesgo el linaje imperial si muere el emperador y el sucesor en su vientre.
La joven los miró asombrada ¿En serio existía esa orden?
- Si es así, yo no quisiera... - comenzó a decir Yaina, pero Kairon la levantó en sus brazos y le besó el cuello haciéndola gritar por la sorpresa - ¿Qué haces?
- Quiero hacerlo de nuevo antes de llegar - le dijo con los ojos brillando intensamente lo suficientemente fuerte para que los escoltas lo escucharan y luego le susurró al oído para que sólo ella pudiese escucharle - Vamos a mover un poco el avispero de esos nobles...
Kairon la sentó en el asiento mientras él la seguía sacándose la chaqueta en tanto Arak suspiró al cerrar la puerta del carruaje. Una vez que todos estuvieron listos, la comitiva avanzó hacia el Palacio.
A medida que atravesaban la avenida, la gente se agolpaba para saludar a su nuevo León mientras las cortinas iban cerradas. Eso produjo inquietud en la gente, pero sabían que sus señores habían viajado por mucho tiempo. La justificación general fue esa.
En las puertas del Palacio Central, Marcus, el mayordomo principal del Palacio del León y el secretario de Kairon, el Barón Torne, estaban esperándoles con formalidad. Ambos tenían el rostro sombrío.
- ¿Alguna noticia? - le preguntó Marcus al joven secretario.
- Nada...Tendremos que hacer lo que nos pidió.
- Eso no es bueno... - murmuró el viejo mayordomo preocupado - No quiero hacerlo. Conozco a la princesa desde niña. No puedo...
- No tenemos otra opción...Lo sabes.
El mayordomo asintió abatido y luego miró con curiosidad hacia las rejas de la ciudadela imperial cuando estas se abrieron para dar paso a los carruajes que llegaban al palacio. Les hizo un gesto a las doncellas y sirvientes cuando el carruaje principal se detuvo frente a ellos y, cuando un escudero abrió la puerta, se escuchó un grito y Kairon levantó la cabeza para mirar a Marcus con los ojos brillantes desde su posición sobre el cuerpo de su esposa antes de que Arak volviera a cerrar la puerta, avergonzado.
Minutos después, la puerta se abrió y Kairon descendió para luego ayudar a Yaina a bajar.
- No vuelvan a abrir una puerta sin preguntar - ordenó el príncipe acomodándose la chaqueta molesto - De dónde sea y quién sea si yo estoy al otro lado ¿Entendido? Menos si saben que mi esposa está conmigo. No será bueno si el león actúa antes que yo. Es muy posesivo con nuestra compañera.
- No volverá a pasar, alteza - dijo Marcus inclinándose avergonzado - Bienvenidos al Palacio Imperial, altezas. Los llevaré a las habitaciones preparadas para ustedes en el Palacio del León.
- ¿Habitaciones? - preguntó Kairon deteniéndose en seco - Duermo con mi esposa – gruñó.
- Alteza...El protocolo... - comenzó a decir el mayordomo.
- Después de la Coronación podrás preparar dos si así lo quieres, pero ahora dormiré con mi esposa en la misma cama.
- Kairon... - murmuró Yaina aferrando su manga avergonzada.
- Te quiero conmigo - gruñó amenazante haciendo que los que estaban a su alrededor lo miraran tensos. Los sirvientes de la generación similar a la edad de Kairon no habían visto al espíritu del león tan de cerca. El príncipe despertó al espíritu mientras estaba en Odea.
- Acompáñame a la habitación y podrás ver si es cómoda o no. Luego podrás ir con el secretario y ver tus documentos. Los caballeros ya deben tenerlos listos - sugirió la joven.
Yaina miró a los dos caballeros asistentes y al secretario quien asintió.
- Además, - le dijo bajo, pero la escucharon de igual forma - Tienes mi ropa interior en el bolsillo... - Kairon soltó una risita y le extendió la mano para guiarla.
- Marcus- ordenó Kairon divertido - ¿A dónde?
- La habitación Odelí, alteza - le dijo - Lo guiaré.
- Ah, cierto - el joven se giró - Arak estará a cargo de escoltar a mi compañera y Sir Don estará bajo mis órdenes. Sus palabras, reflejan mis palabras y las de mi esposa – advirtió - Lucy es la doncella exclusiva de la princesa. Asigna ayudas de cámara para ella. Yo sólo necesito tres ayudas de cámara para mi vestuario y baño. Qué estén claramente identificados ya que sólo ellos podrán entrar a nuestras habitaciones privadas.
- Cómo ordene, majestad - Marcus tosió acostumbrado a ese tono con Darion, el anterior emperador. Respondió de manera natural y eso hizo sonreír a Kairon. Buen inicio. - Digo, perdón, Alteza.