Gilberto iba llorando todo el camino que había emprendido desde el Piantini hasta Villa Juana. No podía creer que tanto él como su hermana estaban con una familia que había perdido un integrante de los suyos y que hayan sido acogidos cuando precisamente fue su padre el responsable de tal tragedia. Pero ¿Hasta dónde lo era? ¿Qué sucedió con ellos dos para que terminara con la muerte de uno de ellos?
Como ninguno de los hijos de Úrsula estaban esperando a nadie, se durmieron como rocas, la naturaleza de ellos a la hora de dormir, por lo que no reaccionaron cuando estuvo sonando la puerta con los toques que recibía. Era más de la medianoche cuando Gilberto llegó a aquella casa; necesitaba respuestas acerca de lo que había descubierto, y no se quedaría sin ellas, estaba desesperado por trata
