Cada uno de los muchachos había llegado a sus respectivos hogares. Por un lado, Coral estaba contenta porque al fin había formalizado su estatus sentimental con Vladimir, pero pudo haber estado más feliz si fuera por el pésimo ánimo de Gilberto, que no le fue muy bien con Vanessa, y aunque trató de hablar de lo más ameno con su hermana durante su vuelta a casa y lo bueno que le parecía que ella sí consiguiera tener algo con su adorado canelito, no conseguía estar del todo alegre cuando se acordaba de la exuberante gordita.
Llegados a casa, Coral fue directo a la cocina a ver qué encontraba para picar, para luego subir a su habitación, darse un baño y dormir hasta la hora del almuerzo. Lo mismo hizo Gilberto, que no bien había entrado a su dormitorio, comenzó a estrellar contra la pared lo
