Capítulo 9
[De la Gazzetta Libera]
¿El Monstruo de la Oreja conocía a sus víctimas?
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Habían trabajado en la misma empresa
Carlas Garibaldi
Los investigadores han verificado y aceptado la hipótesis de que en el pasado el Monstruo de la Oreja estuvo en relación con sus futuras víctimas en el mismo lugar de trabajo. De los archivos de la Oficina de Empleo resulta que los asesinados habían trabajado como almacenistas en la empresa Coniugi Corona & Figlio s.n.c., una pequeña sociedad familiar fabricante y distribuidora de mamparas de ducha, que cerró en 1985, debido a enfermedades de los propietarios, madre e hijo.
Mientras que la mujer murió hace tiempo, el hijo, Attilio Corona, doctor en arquitectura, pero no inscrito en el colegio de arquitectos, fue convocado por el fiscal doctor Marcello Trentinotti para escuchar su testimonio como persona relacionada con los hechos y declaró ayer por la mañana.
El doctor Corona es una persona de estatura media y físico enjuto. Se presentó con un elegante traje cruzado y corbata de seda del mismo color sobre una camisa de color crema, restos de una pasada riqueza, afirmando vivir bastante modestamente, con los únicos ingresos de una pensión de invalidez concedida tras un ictus sufrido a principios de 1985, no mucho antes de retirarse de los negocios, sin llegar a tener cuarenta años. Sin embargo, muestra haber superado bien ese problema cerebral.
Este ha referido al magistrado que, tras el ictus, la madre liquidó la empresa, al ser ya anciana y con algunos problemas de memoria, por lo que era imposible que continuara dirigiendo sola la compañía. El arquitecto precisó que el cierre de Coniugi Corona e Figlio se realizó lamentablemente de mala manera por su madre y que, por esto, ambos quedaron en un estado cercano a la pobreza, ella con su pensión como artesana y él con la modesta de invalidez y la única propiedad de un apartamento de una habitación en el que todavía vive. Añadió que no mucho después del cierre, se reveló en la mujer toda la gravedad de un devastador Alzheimer, que ya debía estar muy avanzado en el momento de la venta del negocio. Por suerte, al haber recuperado Corona bastante salud, pudo atender a su madre hasta su muerte, acaecida en 1987, por una pulmonía que la enfermedad crónica de la madre convirtió en letal a pesar de una rápida intervención. El doctor Corona, que se mostró muy lúcido en el curso de toda la conversación con el magistrado, recordó y describió a continuación, a solicitud de aquel, a las cinco víctimas del Monstruo de la Oreja, todas ellas exdependientes asociadas al material de la tienda o a lo que se vendía. Afirmó en esencia que ninguna de ellas brillaba por su diligencia. Ante una pregunta concreta del doctor Trentinotti, respondió que no pensaba que hubiera habido enemigos en la tienda, añadiendo por iniciativa propia que podía haberlos habido fuera, en el entorno de la extrema derecha, al haber sido militantes comunistas, como supo a su debido tiempo al escuchar sus conciliábulos. A la pregunta del juez de si no le había producido perplejidad últimamente saber que alguien estaba matando a sus antiguos dependientes, respondió que no estaba al corriente, ya que no leía periódicos, por razones económicas, y no tenía televisor, porque no le gustaba la televisión y tampoco quería para el impuesto. Explicó, sin ambages, que desde que faltaba su madre y, con ella, la pensión materna, se había convertido de verdad en muy pobre, por lo que ahorraba hasta la última lira.
Lamentablemente, según los portavoces del tribunal, no parece que la declaración de Attilio Corona pueda ser útil para las investigaciones sobre el Monstruo.
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