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937 Words
Soy Valeria Sandoval, doctora de profesión; en realidad, soy estudiante de medicina y actualmente estoy realizando la residencia. Mi cabello es oscuro y largo con algunos pequeños rizos en las puntas, ojos color celeste, estatura promedio. En mi rostro se ocultan unas pequeñas pecas que se pueden percibir desde la cercanía; usualmente, las oculto con maquillaje. En este momento, estoy charlando emocionada con mi amiga y cuñada, Paulina, sobre los planes para mi luna de miel. Nunca simpatizé con las novias de mi hermano Rodrigo, las cuales cambiaban cada semana; sin embargo, cuando conocí a Paulina, congeniamos de inmediato. Además de cuñadas, somos grandes amigas; ayudé a Paulina con los preparativos de su boda y ahora es su turno. Tiene el cabello oscuro ondulado, sus ojos son grises, su tez blanca y es unos centímetros más alta que yo. A pesar de haber sido madre joven de dos hermosos niños de cinco y un año y medio, posee una figura esbelta. Así es, soy tía y mis terremotos, como los apodo, son mi adoración, mis consentidos. En verdad, amo a los niños; por eso, estudié pediatría. Pao no es la clase de mujer que dice lo que las personas desean escuchar; más bien, es directa y honesta. Sobre todo con las personas que le importan, como es mi caso; siempre me dice la verdad sin importarle si me molesto. - ¿Vale, estás completamente segura? No tienes idea de cómo será tu vida después de atarte a Andrés. ¡Atarme! Es la segunda persona que menciona esa frase. Mi personalidad es libre e independiente; por eso, para mis amigas, es raro que quiera casarme con Andrés. En algún momento tenía que ocurrir, él lleva un año pidiéndome matrimonio y finalmente acepté. Río - será como es ahora, no cambiará nada cuñada. - Primero viene la boda, después el marido, luego los hijos. Te recuerdo que tu carrera es muy demandante. - Lo sé, no será fácil, pero estoy segura de que mi amorcito me ayudará en todo. Paulina se controla para no reír a carcajadas - no sé si Andrés sea el hombre para ti. - Nos queremos, ¿por qué no te agrada? -Conoces su fama -Pau rodea los ojos. - Eso era antes; él ha cambiado, ya no es el mujeriego que solía ser. - Los hombres no cambian. Andrés y yo somos novios desde los dieciséis años; sin embargo, al cumplir dieciocho años, me marché a estudiar medicina fuera del país. Por ello, decidimos terminar y luego regresaríamos si ambos lo deseábamos. No es un secreto para nadie que, durante esos cinco años, Andrés se convirtió en un hombre mujeriego que jugaba con las mujeres y solo las usaba para tener sexo; incluso, salió con mi hermanastra Florencia. Entendí que en ese momento no estábamos juntos; yo también salí con otros hombres, sin embargo, no fue nada serio; nunca tuve relaciones con otro hombre que no fuera Andrés, quien es el amor de su vida. Es algo que no puedo hacer: tener sexo si no hay amor de por medio. Mi primera vez fue con Andrés al cumplir los dieciocho; él fue muy paciente conmigo, me esperó dos largos años para que me entregara a él. Cuando estuvimos juntos, fue muy romántico y dulce; esa noche comprobé que lo amaba. Regresé de Estados Unidos y Andrés decidió intentar reconquistarme; no se lo hice fácil, estuvo varios meses detrás de mí, me llenó de obsequios y le hice prometer que sentaría cabeza, al igual que mi padrino, quien es su padre. Siempre nos hemos querido desde que somos niños; incluso, él me celaba cuando éramos solo amigos. Nunca ha tolerado que otro hombre que no sea él o Cristian, su hermano menor, se acerque a mí. Crecí al lado de los hijos de mi padrino como si fueran mis hermanos; él y mamá son grandes amigos, somos casi una sola familia. Eso es bueno porque no tuve que tolerar a una familia política desconocida a la cual pueda desagradarle. Tanto mi madre como mi padrino están felices por nuestra boda. Las veces que discutimos, mi padrino está de mi lado; él ha sido como mi padre. - No quiero dudar, me casaré con él. -Bien, no te enfades; te lo digo porque te quiero. - Lo sé, no todas tienen la suerte de tener como marido al mejor hombre del mundo, es decir, a mi hermanito. Lo llamo "hermanito", pero Rodrigo es cinco años mayor que yo. Pao ríe - la verdad no tengo quejas de Rodrigo. Rodrigo. Él estaba escuchando la conversación, se acercó nosotras abrazando a su esposa. - Estaban hablando de mí mis dos chicas. Soy la hermana menor y adoración de Rodrigo; él es mi ejemplo a seguir y mi defensor cuando mi madre intentaba regañarme de pequeña. Él sufrió mucho más la muerte de nuestro padre que yo; papá murió cuando él tenía cinco años, en ese momento yo venía en camino. Desde el momento de mi nacimiento él prometió cuidarme siempre y lo ha cumplido. Durante toda mi niñez y mi adolescencia me sobreprotegió. A pesar de que ya soy una mujer, él me sigue viendo como su nena pequeña. Ningún hombre le parece suficiente para mí, ni siquiera Andrés Durán, a quien considera un sinvergüenza y mujeriego. Le he intentado explicar que mi novio ha cambiado, pero él no entra en razón. No está feliz con la boda, pero debe respetar mi decisión. -¿Cómo crees Ro? Se me hace tarde. -Nos vemos, Vale - él me saluda con un beso en la mejilla y un abrazo.
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