—Él no es mi esposo— aseveré bastante seria y también enojada, suponiendo que el doctor simplemente se había equivocado y el imbécil de Michael no lo había corregido. —¡Oh!— expreso el doctor confundido y quizás avergonzado— es que él dijo que su apellido era Sallow. —Lo es— me digné a informarle para que no se sintiera mal por mi cambio de ánimo, pero es que mi mente no podía ni siquiera imaginar que ese hombre y yo estuviéramos vinculados de esa forma, no después de lo que había hecho— pero no es mi esposo, ni tampoco el padre de mis hijos, ni siquiera sé qué hace aquí. —Lo lamento tanto está terrible confusión...—respondió el doctor, pero enseguida Michael nos interrumpió. —Soy su tío— dijo con cierto orgullo, uno quizás fingido— el padre murió hace algunos meses de cáncer y aunque