—¿Cómo es que lograste traerla sin mi consentimiento?—cuestione más no como un reclamo, sino como una duda respecto al cómo legalmente había conseguido sacar a mi hija del hospital.
Michael me dedico una media sonrisa y luego desvío la mirada hacia las personas que trabajaban arduamente por llevar a mi hija a su habitación.
—¿Creí que estarías más complacida por tenerla aquí, a salvo con nosotros?—expresó como respuesta y aunque sabía que se quejara por mis cuestionamientos, aun así, quise insistir.
—Lo estoy—admití un tanto apenada por aún no tener ni la más mínima confianza en él—pero el hecho de que tengas el mismo apellido, qué mis hijos, eso no te hace su padre.
—¡Por Dios, no!—soltó una carcajada—yo no busco ser su padre, esto solamente es una demostración de lo que puedo hacer y
