Culto al Dios planta
- ¡El señor puede resolver cualquier problema que los acongoje, entre ellos encontrar aquellas almas perdidas! Mí amo es muy sabio y poderoso, además ha vivido muchos siglos, por lo que es su única y mejor opción... Rebeca e Itamar se miraron pensativamente sin saber qué creer. Aquella madre estaba desesperada por encontrar a su pequeña Amy, de tan solo 4 años de edad. Y si esa extraña anciana les ofrecía una solución, bien valía la pena intentarlo. Estaba decidida a hacer lo que sea por volver a tener entre sus brazos su bebé... lo que sea.
Un mes atrás, mientras terminaba de preparar la comida, Rebeca tuvo que salir a la tienda solo por un instante. Quitándose cuidadosamente su mandil blanco con florecillas verdes, tomó su monedero y se encaminó a la miscelánea, dejando a Amy muy entretenida en la sala viendo la televisión. Le puso una lista de reproducción en la Smart tv con una infinidad de videos con canciones infantiles que tanto le gustaban. Y acto seguido salió deprisa para volver enseguida. Veinte minutos después cargando una sola bolsa, en cuanto llegó a la casa le extrañó no ver sentada a Amy. Inmediatamente cruzó el umbral de la entrada, cerró tras de sí la puerta y empezó a llamarla con cada uno de los amorosos sobrenombres que solía decirle. Pero la niña no respondió a ellos como siempre que la llamaba. Sin más miramientos emprendió la búsqueda en toda la casa, pero no la encontró. La angustia se intensificó, su respiración se agitó y el terror emergió. Ahora ya alterada comenzó a llamarla a gritos, - ¡AMAIRANYYY! Sin que está acudiera al llamado. Desquiciada y temerosa de lo peor corrió a casa de su amiga Anastasia. Golpeo con tanta violencia la puerta que está casi fue derribada. Cuando la amiga abrió se encontró con Rebeca hecha un manojo de nervios, empapada en llanto. No pudo evitar una exhalación de estupor. Tan mal se veía que supo enseguida que algo terrible ocurría. La madre cayó descontrolada sobre los brazos de su amiga, quien no tardó en asustarse aún más. Rebeca entre sollozos le contó lo ocurrido, suplicándole entre gritos y gimoteos la ayudara a buscar a Amy. Anastasia que era conocida por ser una mujer determinante y de carácter, con Rebeca colgando de su brazo recorrió todas las casas del fraccionamiento, exigiendo la ayuda de cada uno de los vecinos. Al poco rato ya había reunido una buena cantidad de personas que se dieron a la tarea de buscar a la pequeña. Desafortunadamente las horas pasaron y con ellas murió el sol, cayendo sobre ellos la oscuridad por completo. Al poco rato Israel el marido de Rebeca el cual ignoraba por completo lo sucedido llegó a casa feliz sin imaginar la noticia que lo aguardaba. Una vez lo pusieron al tanto no pudo evitar culpar a la madre de semejante desgracia, por fortuna Anastasia intervino y logró apaciguar su furia latente transformándola en dolor e impotencia que desembocó en un mar de llanto. Ambos gimotearon abrazados suplicando a Dios y a todo ser divino que los escuchará les ayudará a recuperar a su querida Amairany.
Por la mañana a primera hora acudieron a la policía, quienes muy insensibles y nada empáticos les pidieron esperaran transcurrir las horas necesarias para poder reportar una desaparición. Por ello optaron también por pedir ayuda a las organizaciones que auxilian con este tipo de problemas, e incluso en las r************* se regó la información. Sin embargo, por más que hicieron todo fue inútil... seguían sin tener rastro de Amy.
Y así trascurrió un agonizante y largo mes sin encontrarla. Esa mañana mientras repartía volantes a los transeúntes, una mujer de unos 50 años, obesa y de pésimo aspecto, se le acercó. -Hola! - saludó sujetando uno de los volantes que Rebeca estaba repartiendo. Carraspeando algo que parecía tenía atorado en la garganta colocó el papel frente a ella y señaló a la niña de la imagen con su otra mano.
- ¿Acaso la ha visto? -suplicante quiso saber Rebeca esperanzada de que aquella sudorosa y desaliñada mujer se convirtiera en su salvadora. La desconocida se limitó a sonreír con su único diente podrido.
-No, lo siento hermana no la he visto. Sin embargo, yo conozco a alguien que puede ayudarte. - Le aseguró sin quitarle sus penetrantes ojos de encima. -Debes ir al templo con don Wilfrida.- anunció mostrando ahora un brillo en sus ojos, que denotaba la profunda admiración que tenía por dicha persona. - Wilfrida conoce la manera de resolver cualquier problema. Por ejemplo: mi querido nieto que estaba dializado ya no tenía muchas esperanzas de sobrevivir, pero doña Wilfrida fue la única que intervino y nos mostró el camino. Y no solo se limitan a curar, también se caracterizan por encontrar personas perdidas-. Aquellas palabras fueron un faro de esperanza que ansiaba escuchar.
- ¡Y seguro es una loca que cobra mucho dinero!, ¿no? - se burló Itamar el mejor amigo de Rebeca que se había unido a la búsqueda de la pequeña. La obesa no pudo evitar fulminarlo con la mirada.
-Si te interesa ve a esta dirección. - Ya mal humorada tras sacar una pluma de la cartera, le anotó la dirección de la misteriosa salvadora detrás del volante que estuvo sujetando durante toda la charla y se marchó.
Esa noche Israel y Rebeca discutieron. Israel estaba bien enterado de las artimañas de las cuales se basan los estafadores con tal de exprimir a los desesperados ignorantes que acuden a ellos con la esperanza de soltarles la billetera por un disque milagro. Y no estaba dispuesto a permitir que su mujer cayera como una tonta en ese juego. -Debemos de seguir buscando la ayuda en Dios Rebeca, en vez de recurrir a repulsivos charlatanes. Tú crees que, si de verdad hubiera la posibilidad de que con amuletos y cartas del tarot pudiera recuperar a nuestra hija, ¿no lo haría? claro que sí. Desafortunadamente nada de eso es real y debes aceptarlo de una buena vez, solo nos queda esperar y orar. Pero ella no lo aceptaría, jamás lo haría.
Al despuntar la mañana Rebeca le habló por teléfono a Itamar, para pedirle que la acompañara a dicho lugar. Al llegar contemplaron el lúgubre recinto gastado por el pasar de los años, observaron desconcertados que las ventanas estaban cubiertas con papel periódico que evitaba se pudiera ver el interior. Enseguida los atendió una extraña mujer vestida completamente de n***o que cubría su pecho con un chal azabache. Tenía el pelo blanco enrollado en un delicado moño y tantas arrugas en el rostro que fácilmente le calcularon unos 90 años, no obstante, su caminar y hablar no parecían coincidir con su físico ya que era muy activa y hablaba con mucha claridad, mientras permanecía bien erguida sobre unos oscuros zapatos cerrados que terminaban en punta. Una vez entraron y se sentaron en unos desgastados y viejos sillones en los que se les podían sentir los resortes, pasaron a contarle su problema.
- ¡Es mi niñita, ya tiene dos meses de desaparecida y yo he hecho hasta lo imposible por encontrarla, ya no sé qué más a hacer! - sollozó Rebeca soltando en llanto, con una fotografía en sus manos.
-El señor puede resolver cualquier problema que los acongoje, entre ellos encontrar aquellas almas perdidas. Mi amo es muy sabio y poderoso, además ha vivido muchos siglos, por lo que es su única y mejor opción.
- ¿El señor? nos dijeron que usted era quien podía ayudar. - preguntó confundida la madre.
-Oh no, me temo que están equivocados yo solo soy una simple sierva, mi amo es quien tiene ese poder. ¿Saben algo?, él es muy sabio porque ha vivido por muchos siglos, ha estado aquí antes de que el hombre fuera hombre, lo ha visto todo y además posee el poder necesario para hacer realidad cualquier milagro que con amor se le pida. Él es su única y mejor opción.
- ¿Podemos hablar con él? -quiso saber Rebeca entusiasmada de poder escuchar que existía alguien que podía ayudarla.
-Me temo que eso es imposible lo siento. No pueden hablarle porque su habla es indescifrable, solo yo soy la única capaz de descifrar su tan extraordinario lenguaje, he sido bendecida con esa misión. Las personas comunes están muy por debajo de su entendimiento, sin embargo, si gustan por ahora pueden venir conmigo a conocerlo.
Levantándose de su asiento Wilfrida los invitó a recorrer un largo y oscuro pasillo que no tenía ni un solo adorno en sus muros, el corredor terminaba frente a una pared que tenía en el centro una puerta de madera negra. Había sido recién pintada ya que podía olerse la resina acrílica fresca.
Antes de abrirla mientras posaba su mano sobre el picaporte la sacerdotisa los miró y sonriendo les dio un aviso. - Debo advertirles que mi amo no es nada que hayan visto antes, es lo más sublime y celestial que verán jamás sus ojos, él es el verdadero y único Alfa y Omega de este mundo. No obstante, no tienen nada que temer. Limítense a contemplar su majestuosidad y alábenlo. Tras abrir la puerta, los tres cruzaron el umbral.
No era el diablo ni nada demoníaco, tampoco alguna persona llena de piojos cruzada de piernas meditando como imaginó Itamar. Allí dentro lo que se encontraba detrás del portal, solo era un enorme salón repleto con muchas plantas de diferentes tamaños y colores. En el techo del recinto vislumbraron varias ventanas que permitían la entrada de luz, sin embargo, en ese momento permanecían tapadas con periódicos. Si no fuera por los tubos de luz led que encendidos parpadeaban como a punto de agonizar, aquel sitio estaría en una oscuridad espectral. Una vez las luces se estabilizaron ambos pudieron ver lo que habitaba en la esquina de la habitación. Lo que parecía un montón de arbustos frondosos y verdes, comenzaron a vibrar y poco a poco a moverse, estaban con vida, se desplegaron como las alas de un ave, empezando a ascender todo el cuerpo de dicho ser hasta llegar al techo. Un extraño y enorme c*****o n***o del tamaño de una lavadora se estiró. Su tallo que era tan grueso como un árbol también se desplegó y curvó como un cuello. Quedando a un lado como unos tentáculos sus enormes ramas que parecían ser sus brazos se expandieron también. Eran las que habían estado ocultando a ese enorme ser vegetal. La planta ya erguida abrió por la mitad el c*****o que parecía ser su cabeza, mostrando un par de hileras de enormes colmillos que terminaban en punta como aguijones, unos en la parte superior y otros en la inferior. De sus fauces emergió una larga y escurridiza lengua bífida purpurea, que comenzó a sacudirse tal como lo haría una serpiente. De repente un inesperado rugido emitió la planta, comenzando a gesticular una serie de extraños sonidos. Era cierto lo que les advirtió la mujer, no entendían lo que ese ser rugía, era obvio que aquellos bramidos era su forma de comunicación, pues Wilfrida si lo entendió. Inmediatamente, haciendo primero una cortés reverencia comenzó a comunicarse en su mismo lenguaje de gruñidos y carraspeos extraños. Y tras un momento lo que parecía haber sido una batahola entre dos criaturas de otro mundo, concluyó de golpe la comunicación. Girando sobre sus talones volteo a ver a los invitados. -Él es el amo, quien ha hecho milagros a todas estas personas que ven aquí, les señaló una de las paredes que estaba cubierta por unas enredaderas, que rápidamente en el momento en que ella les nombró, estas como unas serpientes verdes se apartaron de su hogar dejando al descubierto una pared repleta de fotografías. En ellas contempló imágenes de ancianos, mujeres, niños y hombres, que casi cubrían por completo la pared. -Este señor de aquí. - mostró en tono orgulloso la imagen de un hombre de 80 años. -Vino a mi amo, suplicando le diera algo para vivir por más tiempo, y mi amo como era de esperarse cumplió con su pedido. Él ahora tiene 150 años y gracias a la potestad aún sigue con vida. Esta mujer de aquí no tenía matriz, se la quitaron por un problema que le detectaron, acudió a nosotros suplicando un hijo y mi amo tan benevolente y piadoso se lo obsequió. Como podrán ver, cada una de esas personas son maravillosos hermanos que necesitaron en su momento ayuda que nadie más les ofreció, solo el amo fue el único que no nos abandonó. Rebeca observó entusiasmada aquel collage de personas felices.
- Te pregunto a ti mujer, que vienes hechas trizas por recuperar a tu hija, ¿Estás dispuesta a pagar el precio por volver a verla y así ella también forme parte del muro de los satisfechos?
- ¡Si, si quiero! solo dígame que es lo que quiere su amo y lo tendrá. - con firmeza aseguró la madre extasiada.
-Muy bien. - respondió Wilfrida sonriendo.
Esa noche tras volver del trabajo Israel quiso saber cómo les había ido, pero optó por no contarle nada. Por la madrugada mientras Israel roncaba y la luz permanecía apagada, debajo de las sábanas alumbrada con la luz que irradiaba su celular recibió un mensaje de su amigo.
-Creo que todo es mentira Rebe, y aunque no lo fuera no puedes hacer algo como esto, es una locura.
-Si mi hija vuelve a mí, tendré que hacerlo Itho, no hay más remedio, ya acepté y no pienso echarme para atrás. Antes de dormir Rebeca recordó lo sucedido.
- En el momento que aceptes los términos encontrarás a tu hija. Sin hierbas, sin pócimas mágicas, sin lecturas de cartas...nada, simplemente cuando salgas de aquí será cuestión de horas para que regrese a ti. Y una vez vuelvan a estar reunidas, tendrás que regresar a pagar tu deuda.
- ¿De qué se trata? -temblorosa quiso saberlo ya de una vez por todas
-Déjame terminar, -mal humorada le respondió, odiaba que la gente la interrumpiera mientras hablaba. -Si en determinado momento no pagas tu deuda porque te arrepientas, te asustes o simplemente no quieras... tu hija no solo volverá a desaparecer, sino que además caerá tan enferma que la muerte encontrará. Analízalo muy bien porque en el mismo instante en que pienses en no hacerlo...
- ¿Hacer qué? ¡Maldita sea ya solo dígalo!
-Muy bien... el precio que has de pagar es vida por otra vida, así de simple. ¿Quieres que tu hija regrese? muy bien, volverá. Pero a cambio de traerla de vuelta tendrás que darle a mi amo lo que pide, y se trata de un sacrificio de sangre. - Rebeca permaneció muda digiriendo aquellas palabras. - Él no ha vivido por tantos siglos solo con aire, para que mi amo exista debe de comer carne humana, carne que debe ser ofrecida en sacrificio. A cambio de encontrar a tu hija tendrás que darnos a alguien para que alimente a mi amo.
- ¡MALDITA VIEJA PSICÓPATA! -gritó Itamar. - Vámonos de aquí Rebe, no puedes seguir escuchando las idioteces de esta bruja.
-Entienda algo señor Itamar, yo ni soy bruja ni estoy loca, aquí simplemente le tendemos la mano a los necesitados, pero no están obligados a aceptar nuestra ayuda. Al final la decisión es suya. ¿Así que cual es su decisión Rebe?, debes responderme ahora. Si acepta debe de decirlo fuerte y claro para que sus plegarias sean escuchadas, y solo entonces el amo le hará el milagro. Y en ese preciso momento comenzará a correr el reloj... Si no está de acuerdo con esto, de la vuelta y márchese.
Sin nada más que pensar la madre afirmó su resolución.
- ¡Acepto el trato! - anunció fuerte y claro.
-Muy bien. - Sacando de alguna parte de su chal, Wilfrida le entregó un frasco a Rebe
- Cuando decida quién será la persona que debe sacrificar, dele de tomar esto, le noqueara y será más fácil para usted traerla con nosotros para alimentar al amo.
En cuanto amaneció una llamada los despertó. Era el inspector que llevaba su caso, un milagro acababa de ocurrir, habían encontrado a su hija. Rebeca salió de la cama llorando de felicidad, no le importó ningún Dios planta o sacrificios humanos. En ese instante solo le importaba estrecharla entre sus brazos para no volver a soltarla jamás. En cuanto llegaron a la estación de policías, la niña salió corriendo a encontrarse con su madre, está en llanto le decía que la extrañó mucho. Según el propio inspector la niña fue vista vagando por las calles sin rumbo, Al parecer estuvo recluida debajo de un viejo puente donde dormía con un vagabundo que la mantuvo prisionera. En un milagroso descuido del loco desamparado, la niña logró escapar, comenzando a vagar sin rumbo. Al pasar los días se topó con un matrimonio que al ver a esa pequeña chillar descontrolada por no ver a su mamá, decidieron llevarla a la policía. La noticia se transmitió por todos los medios locales de la ciudad, fue un verdadero milagro, justo por el cual titularon los encabezados con: Amy, la niña milagro.
Ya por fin en paz y por petición de Amairany los tres fueron al parque de diversiones para celebrar. Se subieron a la rueda de la fortuna, los caballitos y los autos chocones, jugaron también con los dardos y a las canicas, y comieron muchas palomitas y algodones de azúcar. Ya por la tarde al llegar a casa, el teléfono sonó en el preciso instante en que cruzaban la puerta como en espera de su llegada.
- ¿Si diga? - Preguntó Israel aun con la sonrisa en su rostro por el buen rato que habían pasado
- ¡Cielo te buscan!
-Quién es? - quiso saber Rebe aun llena de felicidad.
- ¡Felicidades Rebeca su hija está de vuelta! Como bien se lo dije, mi amo es poderoso y no hay nada en este mundo que no pueda hacer. Ahora bien, le recuerdo que solo tiene 24 horas máximo para traer al cordero con mi amo. Le sugiero lo haga lo más rápido posible mi amo ya está hambriento. No se arriesgue a incumplir porque sería una verdadera pena que tan hermosa niña desapareciera otra vez...Y la llamada terminó, junto con la felicidad de Rebeca.
Ahora con mejor perspectiva le parecía una monstruosidad haber llegado a esos extremos. No obstante, comprendió que fue lo mejor, sin aquella cosa Amy nunca habría regresado, así que no podía echarse para atrás. Si, era algo horrible y monstruoso pero el Dios planta había cumplido y ahora le tocaba a ella pagar el precio. ¿Quién sería el cordero que derramara la sangre por ella? después de darle tantas vueltas, encontró en su mente al mejor candidato para tal carnicería. No fue una decisión fácil, pero sabía que no tendría opción, lo haría por su familia.
A la mañana siguiente sonó el timbre de su casa. Rebeca que terminaba de peinar su cabello salió corriendo a abrir la puerta. -Pensé que ya no me volverías a buscar, le dijo un atractivo hombre que se lanzó a besarla apasionadamente. -Supe lo de tu pequeña por los medios, gracias a Dios todo salió bien. Rebeca le abrazó correspondiendo a sus besos, suplicándole no hablarán más sobre algo que le ocasionó tanto dolor.
- ¡Por eso te llamé, necesito de ti para sentirme mejor! Y sin más charla, dejó que este la siguiera besando. Erick era un idiota y canalla, sin embargo, tenía que reconocer que era un excelente amante, capaz de provocarle emociones que su marido durante años había sido incapaz de lograr. Un par de minutos después de un perfecto y feliz encuentro, ambos se sentaron a charlar.
- ¿No es que me queje, pero me gustaría saber a qué se debió el que me volvieras a llamar? -quiso saber Erick.
-Confórmate con saber que lo necesitaba... después de tantos problemas requería de ti y de tu compañía. - En cierta parte era verdad, necesitaba de esas caricias que solo él podía otorgarle. Aunque era una pena que fuera por última vez.
-Enserio me alegro que lo hayas hecho, yo también ya quería verte. -Le confesó Erick acercándose a ella para besarla, la mujer correspondió nuevamente a sus besos, pero apartó el rostro sonriéndole cariñosamente pues sabía que tenía algo con lo que debía cumplir.
- ¿Te apetece un trago? -Quiso saber Rebe levantándose del sofá.
- ¿Tienes whisky? -
-Claro, enseguida te lo traigo. - Estando en la cocina tras servir el whisky, de la alacena Rebe sacó el frasco que Wilfrida le había dado, era pequeño y de un bonito color ámbar, sin pensarlo más vacío parte del contenido en la bebida y lo revolvió bien. y sin más demora se lo llevó.
-Aquí tienes. - lo entregó regalándole un último beso.
- ¡A tu salud! - brindó y enseguida se lo bebió de un solo trago
- ¿Bien, y si volvemos al ruedo? -le sugirió Erik de nuevo con una sonrisa picarona. No obstante, esta vez antes de que pudiera seguir, el amante se tambaleo
- ¿Qué sucede? - quiso saber Rebeca preocupada. Ya que no sabía cuál sería la reacción de aquel menjurje.
- ¡No puedo moverme! anunció esté asustado, cayendo de lado sobre el suelo. -Rebe ayúdame, por favor, no sé qué me pasa...- Fue lo último que logró decir Erick pues por más que lo intentaba no logró articular más palabras, sus labios se sellaron en una horrible mueca. Intentaba hablar sin lograrlo, solo sus ojos endiablados se movían de un lado a otro impotente de no hacer nada más. Rebeca esperó un rato y horrorizada comprendió que Erick no se desmayaría como imaginó, solo estaría inmóvil cuando lo llevará con aquella planta.
- ¡Erick por favor perdóname! - imploró la mujer a un rostro que denotaba horror con sus palabras. Con suma rapidez lo envolvió en una manta. Tuvo que realizar una serie de maniobras y poner mucho esfuerzo para poder sacarlo a rastras de la casa y meterlo al auto, pero una vez lo consiguió se puso en marcha. En cuestión de minutos llegó al tan lúgubre culto. Wilfrida ataviada en una larga túnica roja con capucha, la estaba esperando afuera acompañada de tres enormes hombres, que enseguida le ayudaron a sacar a Erick del auto.
-Ellos son Joel, Henrry y Daniel, los tres son primos y son también discípulos del amo. - Le explicó Wilfrida mientras los hombres que igual llevaban túnicas de color carmesí, llevaban al sacrificio al interior.
-Bien he cumplido, les traje lo que pidieron y ahora me voy.
-Oh no, nada de eso querida, debes de presenciar el sacrificio si no, no servirá de nada.
- ¡Eso nunca me lo dijo! - indignada le replicó Rebe
-Te lo estoy diciendo ahora ¿No? además sirve para que conozcas a los demás miembros de la congregación que a partir de ahora también son tus hermanos, así que pasa. -Le ordenó la anciana colocando su mano sobre su hombro y obligándole a entrar.
Dentro divisó muchas personas. Reconoció a la mayoría de ellas por las fotografías que estaban colocadas en la pared, eran esas personas que al igual que ella imploraron por un milagro, todos vestían la misma indumentaria color sangre.
- ¡Hola hermana! - La saludó la obesa y sudorosa mujer. - Te dije que Wilfrida te ayudaría. El amo ha hecho tanto por nosotros que le estamos eternamente agradecidos, por eso nosotros siempre le serviremos. En esta ocasión salvo a tu hija, pero recuerda que puede ayudarte en cualquier otra cosa que desees.
-No lo creo. - fue su respuesta horrorizada de imaginar que todas esas entusiasmadas personas habían recurrido a la ayuda de esa planta no solo una vez sino varias veces, lo que significaba que eso era su matadero humano. ¿Cuántas personas han muerto ahí, cuantas? la sola idea la horrorizó así que trató de borrarlo de su mente.
- ¡Muy bien la hora a llegado, el sacrificio dará comienzo! - Wilfrida tomó de la mano a Rebe y la llevó de nuevo por aquel largo corredor donde tras esa puerta negra estaba esa extraña cosa que esperaba no volver a ver jamás. Dentro y atado con una cadena en su tobillo Erick ya estaba de nuevo con movilidad, intentaba inútilmente arrancar la cadena de la pared.
- ¿Que mierda significa esto Rebeca, que es este lugar? - La cuestionó Erick en cuanto la vio en la entrada.
- ¡Amo la cena está servida! - Anunció Wilfrida y aquellos matorrales volvieron a la vida dejando al descubierto la enorme planta con letales colmillos.
-DIOS SANTO ¿QUÉ DEMONIOS ES ESO? -gritó Erick horrorizado, completamente desnudo.
-Perdóname por favor, lo hago por mi hija. -Hincada en el suelo en llanto, le suplicó la mujer. - ¡Perdóname!
En cuanto aquella cosa le vio se lanzó sobre él. Sus extremidades que eran unas poderosas ramas que parecían tentáculos verdes se enrollaron en el cuello del hombre.
- ¡ME ESTÁ ASFIXIANDO, AYÚDAME REBECA, ¡AYÚDAMEEE! - Gritaba el cordero intentando inútilmente librarse de la enredadera. El Dios abrió su enorme boca y con un solo mordisco desgarró la cabeza de Erick por la mitad, quien en un último grito dejó de vivir por siempre. Le había dejado al descubierto una lengua que frenéticamente bailoteaba entre sus encías inferiores, toda la parte superior de su cabeza fue desgarrada de un solo mordisco. De una manera repulsiva, aquella cosa masticó el cráneo como un perro comiendo unos huesos. Rebeca podía ver como la materia gris mezclada con sangre escurría por lo que parecían ser la comisura de los labios de la criatura. Pudo también escuchar el horrible crujir del cráneo siendo masticado en los colmillos de la planta, mientras a sus espaldas, como un coro de cánticos satánicos, los hermanos alababan a esa bestia del infierno.
- ¡Salve el Dios planta, salve nuestro amado y poderoso señor!
El cuerpo de Erick bañado en un charco carmesí, aún se convulsionaba cuando la planta dio ahora un mayor mordisco descuartizando hasta la mitad del abdomen, desgarrando su estómago e intestinos que desparramados cayeron cercenados aun calientes en un baño de sangre.
- ¡Dios ya no puedo con esto!, -Imploró Rebeca cayendo destrozada a los pies de Wilfrida, tapándose la nariz y boca pues el olor a metálico de la sangre era cada vez más intenso y penetrante.
-Descuida querida la primera vez siempre se recibe con mucha violencia, pero te doy mi palabra que ya te acostumbrarás. Debes de entender que todos, en algún momento terminan asimilándolo, porque esta vida está llena de tantas carencias que tarde o temprano vuelven a suplicar al amo por un milagro más, y entonces ya no importa el cordero que uses como sacrificio, solo el ver realizado todos tus sueños. Y aquí gustoso estará el amo, esperándote para cumplir con todos esos deseos a cambio de un insignificante pedazo de carne.
Fin