CHELSEA JONES Y pensar que dudé en venir a vacacionar con mi esposo. Aquello me parecía un sueño, era tal y como cuando comenzamos a salir, sin ninguna preocupación, solo dedicándonos a disfrutarnos el uno al otro. Después de una larga jornada de sexo, habíamos bajado para ir a comer, moría del hambre al punto de que estaba segura de devorar todo lo que se me pusiese al frente. Me había puesto unos shorts y una camiseta, gracias al terrible calor que hacía en el lugar, caminaba al lado de mi esposo, quien me llevaba rodeada con su brazo sin pretender dejar de besar mi cabeza. Fue en ese sitio que me había dado cuenta de lo mucho que lo echaba de menos, era como si a pesar de tenerlo en casa cada día, él se encontraba a kilómetros de distancia. En aquel instante creí que tal vez, so