Prólogo

1294 Words
CHELSEA 16 años atrás —¡Eh, Chels! —miré sobre mi hombro en cuanto escuché mi nombre, Jack se acercaba a mí a toda carrera entre la multitud de universitarios que caminaban por los pasillos de Leeds, cargando unos libros entre sus brazos—, casi no te encuentro —farfulló, cuando se detuvo a mi lado, sus ojos verdes viéndome curiosos—, ¿Estás bien? —¿Por qué no debería de estarlo? —cuestioné, volteando los ojos—, ¿Porque el profesor de derecho civil fue capaz de humillarme frente a toda la clase? Me encontraba furiosa, apenas era nuestro primer año en la universidad, no era experta aún en el tema de derecho, pero aquel hombre asumía que nosotros, al elegir llevar aquella carrera, ya deberíamos de saberlo todo. Me encantaba estudiar, y a decir verdad no se me dificultaba hacerlo, pero, estaba en aquel lugar para aprender, y no para enfrascarme en una discusión sobre derecho civil con un hombre que llevaba más de cuarenta años siendo abogado. —Olvida esa idiotez —Jack colocó un libro de dicha materia entre mis manos y luego me guiñó un ojo—, estúdialo y luego le demuestras quien manda; te agarró desprevenida, y según he escuchado, ese hombre cuando le pone el ojo a alguien difícilmente va a quitárselo, así que prepárate para una próxima confrontación. Tragué saliva con fuerza, para después dejar salir lentamente la respiración. —¿Me quieres recordar por qué carajos estoy aquí? Jack sonrió, negando con la cabeza. —Para convertirte en la mejor abogada de Londres, además, para poder encargarte de tu propio divorcio. Puse los ojos en blanco, dándole un pequeño empujón con el hombro. —Por el momento me veo viviendo sola y cuidando perros. En aquel instante me fue inevitable no apreciar a un grupo de chicos que venían de frente, entre ellos había uno alto y al parecer, bastante atlético, de piel blanca y unos hermosos ojos claros, parecían ser verdes a la vez que azules, no estaba segura de qué color eran con exactitud, solo podía decir que eran hermosos. Él parecía ser mayor, pues incluso hablaba con sus compañeros sobre años anteriores en la universidad. Justo cuando pasó a mi lado, su mirada se cruzó con la mía, a la vez que una pequeña sonrisa se abría paso en unos voluptuosos labios que solo me provocaban ganas de chuparlos. No entendí que me sucedió, solo supe que en ese instante me había olvidado incluso de cómo respirar. —He ahí, el divorcio en persona —murmuró Jack, echándose a reír. —¡Jack! —lo regañé, a la vez que alborotaba mi cabello con mi mano, tratando de recuperar la compostura—, no me fastidies. —No, pero es que acabas de decir que te ves viviendo sola y con perros, y con la mirada que intercambiaron, casi logré verlos hasta con hijos. Al final terminé por ignorar a mi mejor amigo, sabía que discutir con él sería inútil, pues difícilmente podría ganarle. En definitiva, el que se iba a convertir aquí en el mejor abogado, era Jack. Jamás perdía una discusión, al final, él siempre terminaba encontrando la forma de salir victorioso en todo. +++ —Hola, Chels. ¿Por qué te veo un poco tensa? Le devolví el abrazo que mi mejor amiga Amber me ofreció, en cuanto nos encontramos en uno de los Starbucks en el centro de Londres. La miré y sonreí, tal parecía que ella venía saliendo del salón de belleza, pues su rubio cabello se encontraba decorado por unos hermosos rulos que caían a los costados de su rostro, además, aquellos grandes ojos celestes sobresalían por el maquillaje que llevaba consigo. Amber era el tipo de chica que se preocupaba más por su apariencia, que por querer llevar una carrera universitaria. Había conocido un chico diez años mayor que ella, el cual era muy rico, por lo que, decía no preocuparle llegar a tener un empleo. —Solo es la universidad —dije, estirando un poco mi cuello para relajarme. —Te admiro tanto —murmuró, mientras levantaba una mano para que un mesero se acercara—, no sé como le haces para ser capaz de llevar una carrera como esa. Me eché a reír, negando con la cabeza. —No es difícil, solo basta con leer mucho. —¿Lo ves? ¡Jamás podría hacerlo! —arguyó, deteniéndose para pedir nuestros cafés—, agradezco al cielo haber conocido a Johnny. —Estás loca, Amber —musité, sin poder dejar de reír. Levanté la cabeza en cuanto escuché la puerta del café abrirse otra vez, revelando al chico que me había dejado sin habla en el pasillo de la universidad. No me expliqué cómo lo hizo, pero su mirada me encontró de inmediato, volvió a sonreír para después girarse hacia el chico que lo acompañaba. Después de susurrarle algo al oído, caminó en nuestra dirección son notoria seguridad. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, a la vez que mi corazón comenzaba a latir con fuerza, deseaba que por favor mi largo cabello n***o estuviese acomodado, y que en aquel momento no pareciese una loca con los pelos parados. —Disculpa, creo que no hemos tenido la oportunidad de presentarnos —masculló, deteniéndose frente a mí, mientras estiraba una mano en mi dirección—, soy Byron Jones. Miré a Amber, ella levantó una ceja en mi dirección mientras se dedicaba a mirar de arriba abajo al chico frente a mí. Al final le sonreí y coloqué mi mano sobre la suya. —Hola, soy Chelsea Smith. Él tomó mi mano y la llevó hasta sus labios, donde depositó un pequeño beso, con el cual fue capaz de enviar oleadas de calor por todo el organismo. —Chelsea Smith —repitió, sin dejar de mirarme—, es lindo conocer el nombre de mi futura esposa. Me fue inevitable no echarme a reír. Comenzaba a amar la seguridad con la que salían cada una de sus palabras. —¿Ah sí? —atiné a decir—, creo que está muy seguro, Byron. —Es que puedo ver como los hilos de nuestro destino están atados. Sentía mis mejillas calientes, no podría sostenerle la mirada por mucho más tiempo, sentía mis piernas flácidas, él era el hombre más hermoso que jamás había conocido, sus ojos verduzcos, más esa incipiente barba que adornaba sus mejillas, lo hacían lucir irresistible. —Paso a creer que solo deseas seducirme. —Y ella lo permitirá, ahora si me disculpan… voy al baño porque creo que sobro en este momento —arguyó Amber mientras se levantaba y prácticamente corría en dirección del baño. Sonreí, él sonrió en respuesta, aún sin dejar de mirarme. —Jamás había visto una chica tan hermosa a como lo eres tú. Solo voy a necesitar tu número de teléfono, lo de convertirte en mi esposa, lo hablamos después. +++ Solo tres años después de aquella primera conversación, me había convertido en su esposa. Byron Jones resultó ser el chico más fantástico del mundo, al punto de haberme logrado enamorar en pocos días. Un año después de que unimos nuestras vidas en matrimonio, había llegado nuestro pequeño Emmett; después de ello con mucho costo logré terminar mi carrera de derecho, para así poder dedicarme de lleno a mi pequeño hijo y al hogar que había comenzado a formar al lado de aquel hombre que me robó el oxígeno desde el primer día. No me arrepentía de nada, pues, a pesar de haber contraído matrimonio siendo tan joven, me consideraba una mujer feliz. Igual o más feliz que cuando me imaginaba pasarme la vida sola y llena de perros. 
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