Continué sosteniendo el móvil cerca de mis ojos. Aaron. ¿Quién demonios es Aaron y por qué se dirigió a ella de esa manera? —¿Te ha comido la lengua el gato, Fanny? —agregó riendo. Sentía mi sangre hervir en ese momento, apreté el volante con mi otra mano con tanta fuerza, que mis nudillos dolían y comenzaban a ponerse blancos. Miré a Frankie, quien seguía profundamente dormida. Acerqué el celular a mi oído nuevamente y suspiré. —¿Quién eres? —logré gesticular, con la mandíbula apretada. La línea se quedó muda por largos segundos, pero su respiración lo delataba, aún continuaba ahí. —¿Quién eres tú? —preguntó, después de aclararse la garganta. —¿Tan pocas neuronas tienes en esa porquería de cerebro tuyo? ¿Quién más creerías que puede estar con ella a estas horas de la noche? —golpee