Capítulo 4: "Enorgullécete de llevar mi ropa"

1366 Words
Gael —Déjame terminar de entender ... ¿Por qué diablos tú también saltaste a la piscina? —Ya te lo dije. Me pidió que no la soltara —contesté mientras pasaba las manos por mi cabello, terminando de sacar el agua. Thomas me observaba con aire divertido en su mirada, recostado a la puerta de uno de los cubículos del baño de chicos. Apoyé las manos en el lavamanos, riendo y sacudiendo la cabeza. Nunca imaginé que hubiera una chica capaz de abofetearme; no es que fuera masoquista, pero me había gustado. —Y ahora, pasarás todo el día estilando agua solo porque la chica nueva te pidió que no las soltaras —negó con la cabeza, cruzando los brazos a la altura de su pecho. Puse los ojos en blanco, Thomas muchas veces podía fastidiar aún más que cualquiera de las chicas con las que suelo pasar un buen rato. -No. Si no aparece alguien en el próximo minuto, tú me darás tu ropa —me limité a decir, dándome la vuelta y apuntándolo con mi dedo índice. -No. No lo haré. —Thomas, los dos sabemos que lo harás —dije sonriendo. Elevé mi muñeca derecha a la altura de mis ojos, viendo fijamente las manecillas del reloj. Thomas trató de dar unos pasos hacia la puerta en un pobre intento de escape, pero estiré mi otra mano agarrando el gorro que tenía su camiseta. —Cinco, cuatro —comencé con la cuenta regresiva. Thomas trató de soltarse, sin ninguna oportunidad de lograrlo—. Tres, dos —la puerta se abrió, y Henry, uno de los ratones de biblioteca de cuarto año, entró de prisa, cerrando la puerta detrás de él. Solté a Thomas quien se relajó enseguida y sonreí abiertamente. —¡Henry, mi buen amigo! —Le di una palmada en la espalda cuando pasó junto a mí, el tipo se detuvo y me miró sobre su hombro con el ceño fruncido. —Soy Andy ... y no soy tu amigo. —Es lo mismo —me encogí de hombros. —Ni si quiera se asemeja. —Como sea —dije. Abrí la puerta de uno de los cubículos y lo empujé dentro—. Ahora quítate la ropa y tírala por arriba. —¡No voy a hacer eso! —Gritó después de que cerré la puerta. —Claro que lo harás —reí, dándole unos golpecitos a la puerta con mis dedos—. Quieres que sea bueno contigo, ¿No es así? La campana sonó a lo lejos. ¡Grandioso! llegaría tarde a música. A pesar de ser el inicio del año escolar, ya tenía la clara advertencia de que si volvía a llegar a casa con una mala calificación como el año anterior, era tiempo de que me despidiera de mi auto por al menos un mes. —Date prisa, Henry. No quiero llegar tarde a clases. —Es Andy —dijo el chico, tirando la camiseta sobre la puerta. —Eres un desgraciado —me voltee hacia Thomas, quien me observaba con el ceño fruncido. —Y tú pareces una novia en vez de mi mejor amigo —contesté, mientras me sacaba la camiseta y se la lanzaba a Andy. La ropa de Andy me quedaba un poco ajustada, pues el chico era más delgado que yo, pero aun así no me veía nada mal, además de que no estaría mojado todo el día; pero bueno... ¿Había algo que luciera mal en mí de todos modos? Andy salió del baño, luciendo molesto por ahora estar mojado. —Enorgullécete de llevar mi ropa —alargué, tratando de no reírme—. Aunque se ve mejor en mí. Tomé mi mochila y la guindé sobre mi hombro derecho. —Recuerda entregarla lavada —dije antes de abrir la puerta y salir al pasillo. Fanny Si no quería llamar la atención, había fracasado en el intento. ¿Quién no observaba ahora a la chica que iba a cada lección con su ropa empapada? No dejaba de temblar, si tan solo no quisiera conseguir créditos suficientes para entrar a una buena universidad, me hubiese ido a casa. —Sabes, leí un libro donde una chica se vengaba de sus enemigos de una forma muy creativa —dijo Sky, caminando a mi lado cuando íbamos para clases de música—. ¡Imaginas dejar peces como su sello personal! —No voy a prestarme a su juego. Lo siento —contesté secamente—. ¿Por qué no has ido a las otras lecciones? —pregunté, para olvidar el tema de las venganzas. —He tenido cosas más importantes que hacer —contestó arrugando la nariz y sacudiendo su cabeza. —¿Qué puede ser más importante que ir a clases? —Dios santo, ya me escuchaba como mi madre. —Hasta jugar Candy Crush es más importante que ir a clases. Sonreí y negué con la cabeza. Menudo grupo de amigos estás haciendo, Fanny. Una rubia alérgica al estudio y con set de venganza se estaba uniendo a la lista de miss Alegría y el chico raro. Cuando llegamos al salón de clases, Daniel estaba recostado al lado de la puerta, elevó su mirada y sonrió en mi dirección, sonreí en respuesta. ¿Qué rayos me estaba pasando? Hacía mucho no sentía la necesidad de sonreírle a un chico a como la sentía con Daniel. Bueno, él había sido muy amable, se sacrificó al sentarse a mi lado en filosofía, además de que trató de defenderme del idiota de Gael. —¿Estás bien? —preguntó, dando unos pasos hacia nosotras. Sostenía una chaqueta negra en su mano derecha, y la correa de su mochila con la izquierda. —Es solo agua —asentí. —Lamento no haber podido ayudarte —cada palabra que salía de su boca sonaba con sinceridad. Un nudo se instaló en la boca de mi estómago y tuve que contenerme de no hacer una mueca. Cada palabra que Aaron me decía también sonaba con sinceridad. ¿Y si Daniel era igual a él? —Me lo habías advertido —dije, levantando los hombros. —Al menos podré evitar que te congeles —sonrió, acercándose a mí para colocar su chaqueta sobre mis hombros. Literalmente me congelé, mientras que Sky sonreía a mi lado. —Lo siento. Soy Daniel —dijo él extendiendo su mano hacia Sky, al percatarse de su presencia. —Sky. Y soy la no amiga de Fanny —contestó ésta, sacudiendo su mano. Las esquinas de la boca de Daniel se alzaron en una sonrisa. —¿No amiga? —Es una larga historia —respondió Sky. —Entonces supongo que después la sabré —dijo sin dejar de sonreír. Se volteó hacia mí. Su cabello n***o caía agradablemente sobre su frente, ocultando parte de su ojo izquierdo. Dios... él es lindo. —¿Cuál es tu próxima clase? —Gramática —contesté. Dio un asentimiento y sonrió nuevamente. —Te veré ahí —me guiñó un ojo y se fue. —Él es lindo —afirmó Sky, uniéndose a mi lado mientras lo veíamos alejarse por el pasillo. —Lo es —cerré mis ojos y suspiré acomodando la chaqueta en mis hombros. Simplemente no podía dejar que mis estúpidas hormonas me engañaran. No iba a volver a caer rendida ante ningún chico. Cuando entramos al salón de clases, prácticamente todos los campos estaban ocupados; Dee estaba sentada al lado de Caleb en la parte de atrás, levantó su mano, sacudiéndola en forma de saludo, le sonreí y la saludé con la mano en respuesta. Terminé sentándome al lado de un pelirrojo que no dejaba de tocar los botones de su videojuego portátil, mientras que Sky se sentó al lado opuesto, junto a una chica castaña que leía un libro placenteramente. La sonrisa de enamorada en su rostro me recordaba a mi antigua yo, cuando solía leer ese tipo de novelas y sonreía cuando los protagonistas se decían que se amaban el uno al otro. La puerta se abrió, y Gael entró en toda su gloria. Se detuvo cuando pasó a mi lado y sonrió. Mi mirada se cruzó con la suya de forma inmediata. —¿Quieres que nos demos otra ducha, Frankie? —susurró antes de continuar caminando hacia atrás. Rodee los ojos y me concentré en un punto fijo en el pizarrón. Estúpido... rubio. Saqué un cuaderno de mi mochila, arranqué una hoja y escribí un pequeño mensaje en ella, luego hice una bola y la lancé en dirección a Sky. Segundos después, ella envió la bola en mi dirección nuevamente. ¡Sabía que dirías que sí! —fue su respuesta a mi mensaje de haber aceptado su oferta de venganza. Dirigí mi mirada hacia ella, sonrió, elevando sus pulgares en mi dirección. Una nueva bola golpeo en mi brazo y calló al lado de mi pupitre, me incliné a recogerla y sonreí después de abrirla. ¡Ya existen los celulares! ¿En qué época vives? —escribió Caleb. Una más golpeó mi cabeza de manera instantánea. ¿Qué rayos? ¿Estamos jugando a lanzarle bolas de papel a Frankie? —puse los ojos en blanco ante el último mensaje. 
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