narra gael Estábamos frente a frente en la blanca oficina del director ... Bajé la mirada para verla directamente a los ojos; poseía unos hermosos ojos verdes que cualquier chica podía envidiar. Tenía sus brazos cruzados a la altura de su pecho, todo su peso lo tenía apoyado en un solo pie, sus bellos labios los tenía en una línea, y me veía con una ceja arqueada; sus brillantes ojos verdes me observaban aún con molestia y desprecio. Alejé la mirada unos segundos para evitar reírme; pues aún tenía espagueti en su cabello y su ropa. Miré mi hombro, y alejé con mi mano los que aún estaban sobre mí. Me costaba creer que una chica fue capaz de desafiarme de esa manera. —Cretino —dijo apretando la mandíbula. —Bruja —alargué. —Bastardo. —Tasmania. —Infeliz ... —¡Suficiente! —Ambos nos vo