“Nada más peligroso para el que ama, que una duda; la duda puede llevarte al límite de lo inimaginable” A.K.M Luego de aquella conversación y aquel intento de beso de amor, Claudia se siente flotando en las nubes. Aquel día es perfecto para ella, todo parece enrumbarse en su camino. Regresa a su casa, deja la caja sobre la mesa y va directo a ver a su adorado Santiago. Se acerca a la habitación, escucha su risa sonora. Nada más gratificante para una madre, que escuchar la risa de un hijo, eso le alegra el alma. —Buenos días, a ver a que se debe tantas alegría en esta casa. —¡Mamita! Llegaste. —ella se acerca y lo abraza. Gertrudiz oculta el titere de media que construyó durante toda la noche para jugar con el niño.— Gracias Gertrudiz —le ofrece una sonrisa de agradecimiento sincero