Capítulo 43

1396 Words
Lucas Al llegar, Declan estacionó su auto frente a su casa de la manada, una estructura amplia y en su mayoría de vidrio, de diseño moderno y delicado. Era un edificio impresionante que reflejaba la fuerza y la elegancia de su manada. —Bienvenidos, compañeros, —nos saludó Declan con una sonrisa, indicándonos que lo siguiéramos hacia el interior. Justo en la entrada, fuimos recibidos por una joven hermosa de cabello dorado y ojos verdes. Ella corrió hacia los brazos de Declan con una alegría evidente. Declan se giró hacia nosotros con una sonrisa orgullosa. —Caballeros, permítanme presentarles a mi compañera. Su nombre es Elisa. Saludamos a Elisa con respeto. Al enfrentarse a nosotros, noté su vientre notablemente abultado, signo de un embarazo avanzado. —Felicidades, —le dije, señalando su panza con una sonrisa. —Muchas gracias, —respondió Elisa, su rostro iluminándose con una sonrisa maternal. —Estamos muy emocionados. —Qué gran recibimiento, mi amor, —dijo Declan, abrazándola con cariño. —Te extrañé demasiado, —respondió ella con voz suave, claramente aliviada de tenerlo de vuelta. Declan nos guio a través de su hogar, mostrándonos la hospitalidad de su manada. A pesar de la urgencia de nuestra misión, ese breve momento de calidez y felicidad familiar era un recordatorio conmovedor de lo que todos estábamos luchando por proteger. —No estaremos por mucho tiempo, mi amor, —le aseguraba Declan a Elisa, su voz suave pero firme. —Solo vinimos por unas cosas y luego volveremos a la carretera. Aunque la casa de Declan ofrecía un breve respiro y un cálido recibimiento, nuestro propósito allí era claro y urgente. Habíamos llegado para recoger tecnología avanzada que la manada de Declan podía ofrecernos: sensores móviles e indicadores de calor, herramientas esenciales que nos ayudarían en nuestra búsqueda de Octavia y Orión. Mientras Declan se ocupaba de reunir el equipo, me quedé impresionado por la eficiencia y organización de su manada. Los lobos trabajaban en conjunto, moviéndose con un propósito claro. La tecnología que proporcionaban no solo era avanzada, sino también específicamente adaptada para nuestras necesidades. Los sensores móviles nos permitirían rastrear movimientos en áreas extensas, mientras que los indicadores de calor serían cruciales para detectar presencias en el bosque, especialmente por la noche. Cada pieza de equipo era una pieza vital en el rompecabezas de nuestra misión, aumentando nuestras posibilidades de éxito. —Esto nos dará una ventaja considerable, —comenté, agradeciendo a Declan por su rápida respuesta y apoyo. —Solo estoy haciendo mi parte, Lucas, —respondió Declan, entregándome uno de los dispositivos. —Lo que enfrentamos requiere de todos nuestros recursos y unidad. Elisa observaba nuestra interacción, su expresión mezcla de orgullo y preocupación. Declan le dedicó una última mirada llena de cariño antes de volver su atención a la tarea en cuestión. Una vez que tuvimos todo el equipo listo y empacado en los autos, nos preparamos para partir. El breve tiempo en la casa de Declan había sido un valioso recurso, pero la urgencia de nuestra misión nos llamaba de vuelta a la carretera. Con un último adiós y palabras de agradecimiento, salimos de la casa de Declan y nos dirigimos hacia nuestros vehículos. Nuestra siguiente parada en esta crucial misión nos llevó al territorio de Alfa Zane, conocido por su habilidad para proveer armas y equipamiento de protección de primera calidad. Sabíamos que estos recursos serían fundamentales para enfrentar los peligros que nos aguardaban. El viaje fue tranquilo, cada uno de nosotros perdido en sus pensamientos y estrategias. Al llegar al territorio de Zane, nos encontramos con un ambiente muy diferente al de Declan. Zane era conocido por su habilidad en combate y por poseer un arsenal impresionante, tanto en términos de armas como de equipamiento. Nuestra visita a su territorio fue breve pero intensa. Fuimos recibidos por la compañera de Zane, una joven humana de estatura pequeña, cabello castaño y ojos claros. Su presencia era suave y amable, un contraste llamativo con la naturaleza feroz y guerrera de Zane. Ella nos saludó con una gran sonrisa, ofreciendo hospitalidad y calidez en el poco tiempo que estuvimos allí. —Es un honor recibir a los Alfas en nuestra casa, —nos dijo, su voz dulce pero firme. Zane, por su parte, fue directo al grano. Nos mostró el equipamiento que había preparado: chalecos antibalas, armas especialmente diseñadas para enfrentar a vampiros y otras criaturas sobrenaturales, y varios dispositivos de comunicación de alta tecnología. —Esto debería darles una ventaja en cualquier confrontación, —dijo Zane, su tono serio y profesional. —Asegúrense de usarlo sabiamente. Agradecimos a Zane por su eficiencia y su apoyo. Era evidente que, al igual que los otros Alfas, estaba profundamente comprometido con la causa y dispuesto a hacer todo lo necesario para ayudarnos. Al momento de nuestra partida, la compañera de Zane nos despidió con lágrimas en los ojos. Era un recordatorio conmovedor de los sacrificios personales que cada uno de nosotros estaba haciendo en esta misión. Su despedida de Zane fue especialmente emotiva, subrayando el peso emocional de nuestra empresa. —Cuídate, —le susurró ella a Zane, aferrándose a él en un último abrazo. —Siempre lo hago, —respondió él con una sonrisa tranquilizadora, aunque en sus ojos había un atisbo de la misma preocupación que todos compartíamos. Antes de partir, nos reunimos alrededor del mapa desplegado sobre la capota de uno de los autos. Zane señaló puntos clave en el territorio enemigo y discutimos varias rutas de infiltración, considerando cada riesgo potencial. Alfa Einar sugirió un camino menos transitado, pero más seguro, mientras que Seth aportó ideas sobre tácticas de distracción para desviar la atención de los guardias enemigos. Cada Alfa aportó su experiencia, creando un plan táctico integral. Esta planificación meticulosa no solo reflejaba nuestra determinación, sino que también nos preparaba mentalmente para las incógnitas del territorio de las Sombras Oscuras. Cada territorio que visitábamos nos acercaba más a nuestro objetivo, fortaleciendo nuestra determinación y nuestra capacidad para enfrentar lo que nos esperaba. La última parada antes de llegar al territorio de Alfa Einar fue en la casa de Alfa Kael. Kael, quien ahora conducía el auto, nos guio hábilmente a través de su territorio hasta su residencia. Allí, nuestro objetivo era equiparnos con equipo médico esencial, anticipando cualquier contingencia que pudiéramos enfrentar. La casa de la manada de Kael era un reflejo de su liderazgo: fuerte, organizada y acogedora. Al llegar, nos recibió su compañera elegida, una joven de belleza cautivadora, con pelo oscuro y ojos marrones. A su lado estaba el hijo y heredero de Kael, un niño rubio con ojos claros que era la viva imagen de su padre. Mientras nos equipábamos con el equipo médico, Kael compartió brevemente su historia personal. Su compañera predestinada había fallecido al dar a luz, dejando un vacío que había sido difícil de llenar. Sin embargo, encontró consuelo y compañía en su compañera elegida, quien había asumido un papel importante en su vida y en la de su hijo. Esa noche, decidimos quedarnos a dormir en la casa de la manada de Kael, aprovechando la oportunidad para descansar y prepararnos mental y físicamente para lo que nos esperaba al día siguiente. La hospitalidad de Kael y su familia fue reconfortante, un recordatorio de la fortaleza y unidad que nuestra comunidad lobuna compartía. La cena fue un momento de unión y reflexión. Mientras compartíamos el alimento, cada Alfa compartió anécdotas de sus territorios, tejiendo una red de camaradería que fortaleció nuestro compromiso con la misión. Luego, en una discusión estratégica más detallada, cada uno aportó sus ideas y preocupaciones, creando un plan de acción más robusto y considerado. Esta sesión de lluvia de ideas no solo nos preparó mejor para lo que estaba por venir, sino que también equilibró la tensión con momentos de entendimiento mutuo y apoyo. Mientras me acomodaba en la habitación que me habían asignado, no pude evitar pensar en Octavia y Orión, preguntándome dónde estarían en ese momento y en qué condiciones. La mañana siguiente nos encontraría cruzando el territorio de Einar, acercándonos cada vez más a nuestro objetivo. A pesar del cansancio y la preocupación, sentía una determinación firme. Estábamos haciendo todo lo posible, utilizando todos los recursos a nuestra disposición y apoyándonos mutuamente en nuestra búsqueda. Con esos pensamientos, me sumergí en un sueño inquieto, preparándome para los desafíos del día siguiente.
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