Capítulo 28

930 Words
Samantha El nuevo día amaneció con un silencio tranquilo, roto solo por los suaves sonidos de la naturaleza despertando. Al abrir los ojos, noté inmediatamente la ausencia de Lucas a mi lado. Girando, encontré una nota en su lugar, escrita con su característica letra firme y clara. Decía que había ido a recibir a los Alfas que llegaban ese día y que me esperaba para desayunar con ellos en la casa de la manada. La idea de conocer a los Alfas que jugarían un papel crucial en los próximos eventos me llenó de una mezcla de anticipación y nerviosismo. Me levanté, sintiendo una oleada de energía a pesar de la inquietud. Elegí un vestido largo hasta las rodillas, suelto y de un suave color pastel que me hacía sentir cómoda y, de alguna manera, elegante. Antes de salir de la habitación, me detuve frente al espejo. Me quedé mirando mi reflejo, colocando una mano sobre mi vientre. —Pronto, —susurré, con una sonrisa llena de esperanza y un poco de ansiedad. —Pronto te mostrarás, pequeña. Con un suspiro, salí de la habitación y caminé por los pasillos de la casa de la manada, dirigiéndome hacia la sala del comedor. El sol matutino se filtraba a través de las ventanas, bañando todo con una luz dorada y cálida. Al llegar, la puerta del comedor ya estaba abierta, y los sonidos de conversación y risas suaves me dieron la bienvenida. Lucas estaba allí, su postura relajada pero alerta, hablando con tres hombres que asumí eran los Alfas. Me acerqué, mi corazón latiendo un poco más rápido por el nerviosismo. Lucas se giró hacia mí con una sonrisa cálida y me presentó. —Alfas, les presento a Samantha, mi compañera. Los tres Alfas se volvieron hacia mí, sus expresiones amables pero evaluadoras. Me preparé para conocer a cada uno de ellos, consciente de la importancia de esta primera impresión. El primero en captar mi atención fue Alfa Declan. Su apariencia atlética y sus rasgos asiáticos le conferían una presencia impresionante. Observé su cabello oscuro, ligeramente ondulado y peinado hacia atrás, lo que resaltaba la serenidad y la confianza que irradiaba su expresión. Su mirada era directa y revelaba una profundidad de carácter, mientras que su barba de varios días, bien cuidada, contorneaba su mandíbula de manera atractiva. —Un placer conocerte, Samantha, —dijo Declan con una voz que resonaba con autoridad calmada. A su lado, Alfa Kael presentaba un contraste intrigante. Su apariencia era estilizada, y sus rasgos intensos capturaron inmediatamente mi atención. Su cabello largo, castaño claro con matices rubios, enmarcaba un rostro cuyos ojos azules penetrantes eran hipnotizantes. Sus cejas definidas acentuaban aún más la intensidad de su mirada. Su piel bronceada y la musculatura marcada en el cuello y los hombros hablaban de su fuerza física y su destreza como guerrero. —Samantha, es un honor, —dijo Kael con una voz suave pero firme. —Esperamos poder ayudarte en la búsqueda de tu hermana y Orión. Finalmente, mis ojos se posaron en Alfa Zane. Era notablemente más joven que los otros dos, con una mirada intensa y pensativa que reflejaba una madurez más allá de sus años. Su cabello castaño, voluminoso y ligeramente desordenado, le daba un aire casual, complementado por una barba de pocos días. Sus ojos claros parecían estar constantemente evaluando y comprendiendo el mundo a su alrededor. —Es un placer, Samantha, —dijo Zane, su voz tenía un tono reflexivo. —Gracias por venir, —respondí con una sonrisa en mi rostro. —Con la ayuda de ustedes, estoy seguro de que podemos enfrentar cualquier desafío que se presente. Su llegada marca el comienzo de un nuevo capítulo en nuestra búsqueda. Los Alfas asintieron en acuerdo, y poco a poco la conversación se volvió hacia los planes y estrategias para las próximas acciones. Mientras hablábamos, sentí una sensación de unidad y determinación. Mientras el desayuno llegaba a su fin, la conversación se tornó más personal, centrándose en la figura de Orión. —Recuerdo una vez, —comenzó Declan, una sonrisa jugando en sus labios, —cuando Orión nos lideró en una negociación tensa con una manada rival. A pesar de las amenazas y la hostilidad, permaneció calmado y firme. Fue su habilidad para mantener la paz sin ceder ante la presión lo que nos ganó un respeto duradero. Los otros Alfas asintieron, recordando sus propias experiencias. Kael añadió: —Su fuerza no reside solo en su poder como Alfa, sino en su integridad y compasión. Eso es lo que nos unió a él. Zane, el más joven, compartió su perspectiva. —Orión fue el primero en enseñarme que ser un líder no solo significa dirigir, sino también escuchar y aprender de aquellos a tu alrededor. Su confianza en mí forjó mi lealtad hacia él. Estas historias y recuerdos llenaron la sala de una atmósfera de respeto y admiración hacia Orión. Era evidente que su influencia había moldeado a cada uno de estos líderes, uniéndolos más allá de las obligaciones formales de su posición. Lucas se unió a la conversación: —Orión tiene la habilidad de ver lo mejor en las personas y de inspirarlas a alcanzar su potencial. Es por eso que sabemos que él nunca nos abandonaría, y nosotros nunca lo abandonaremos a él. Mientras la reunión llegaba a su fin, se acordó que los Alfas se quedarían en la casa de la manada, a la espera de los cinco Alfas restantes. Una vez que todos estuvieran reunidos, comenzarían a ejecutar los planes de búsqueda para encontrar a Octavia y Orión.
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