—¿A dónde iremos ahora?— Se sigue abrazandose a sí misma con temor.
Hace prácticamente nada que pasaron el portal hacia el mundo de los humanos eligiendo el país al que querían ir, cortesía de Thomas que decidió por los tres...
Aron parecía estar en otro mundo perdido al de ellos dos, dado a que no emitía ni una sola palabra y no soltaba la mano de su hermana, con su mente pérdida en luna y en como tuvo que verla la última vez que pudo tenerla entre sus manos.
—tengo una propiedad que podemos ocupar por el momento hasta que nos sentemos a hablar y veamos cómo vamos hacer esto.— La mira.
Ella se achica en sí misma ante la intimidación que le generó la mirada que él le regaló...
—Necesito a mi gato.— Pide aterrada al saber que lo dejó allí. —Con todo el apuro no pude ir a buscarlo.— Gime.
Thomas la toma con fuerza del brazo y coloca una mano en el hombro de Aron para hacerlo aparecer en la propiedad qué tiene hace varios años.
—Ya lo traeré por la noche.— Explica quitándole la seguridad a la casa y haciendo aparecer cinco guardias demonios para que se quedarán fuera de la propiedad...
Ella jadea al ver todo el movimiento.
Él sabía que podía volver al infierno cuando quisiera, porque ahora lo gobernaba como debía de haber sido desde un inicio, es por eso que nunca se le negaría la entrada al mismísimo dueño...
Pero sabía que por un momento bastante largo ni Aron ni Sophia podrían volver, y él no quería que ellos volvieran, de cualquier formar, a tolerar los castigos que su padre le aplicaba a ella.
—Lo traeré, sabes que lo haré.— Repite y ella asiente ante aquella mirada y se sobresalta cuando las valijas aparecen frente a ellos.
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—¡Por favor, Sophia!— Aron pasa su mano por la cabeza, mientras la rubia rueda sus ojos y buscaba entre los papeles de su escritorio su agenda a lunares.
La cuál hace minutos tenía en la mano y no podía creer que hubiera desaparecido, en los instantes odiaba completamente no tener los poderes que tiene su hermano para poder tener las cosas en sus manos cuando las necesita o localizar algo perdido...
—Nop.— Sonríe.
—Sólo serán unas horas.— Suplica.
A gatas a veces puede llenar una taza con agua, incluso, alguna que otra vez puede encender alguna vela, pero para eso tiene que estar muy concentrada y muy relajada...
Por lo que ni se molesta en aprender, su hermano dice que Thomás podría ayudarla, pero ella de ninguna manera iría con él.
—No creo que tenga lugar, Aron, lo siento quisiera ir... realmente quisiera.— Sonrie con falsedad tomando su agenda y abriéndola en el día de la fecha.
—Claro.— Suspira no creyendole.
—Solamente estoy atareada con algunas cosas.— Muerde su lengua y sube sus hombros fungiendo inocencia...
—Se que no queres ir. ¡¡Es su cumpleaños, Sophia!! Somos una familia quieras o no... Tenés que estar ahí, para él...— Su hermano se tira sobre el sillón mas cercano con fastidio bufando.
—Es solo un cumpleaños.— Sube sus hombros.
—No te gustaría estar sola en el día de tu cumpleaños... A pesar de todo siempre todos los cumpleaños los pasamos juntos.— Acota.
Ella ojea pagina por pagina buscando sus horarios y citas programadas sacandole importancia a las palabras de su hermano y puso su dedo fino con su fina manicure sobre la hoja...
—¡VES!— Eleva sus manos y niega con a cabeza. —Tengo una cena primordial con una veladora de un hogar en Riveras.— arruga sus labios a un costado.
Subiendo sus hombros mientras movía su cabeza a un costado intentando sonar tierna.
—Sophia...— La regaña.
—No puedo no ir, muchos niños podrían no se, quedarse sin una ong que los apañe... Podría ser su única posibilidad...— Sonrie nuevamente, haciendo que su hermano niegue con al cabeza.
Él se levanta del sillón para acercarse al escritorio de su hermana.
—Déjame por favor decirte que de ángel, no tenes nada.— Se levanta, generando en su hermana un frunce en su frente.
—¡Ey!— Lo mira frunciendo el ceño.
—No sabes mentir en absoluto, puedo ver a distancia que no tenes nada en esa agenda que te prohíba ir... A veces realmente me extraña que pienses que me podes engañar tan fácil.— Rie obteniendo su cometido.
Había tocado una fibra sensible de su hermanita, estaba sintiendo lo que ella sentía en este momento, —¡Simplemente no quiero estar cerca de él!— Suspira pasando una mano por su cabello.
—Nunca te olvides, preciosa... Que yo puedo sentir tus estados de ánimos y darme cuenta de todo.— Y estaba seguro de que estaba a un paso de que ella aceptara ir a cenar con él y Thomas por el cumpleaños de este ultimo.
Sophia se levanta de su silla rodeando el escritorio, encaminándose hacia el gran ventanal.
—¡¿Que caso tiene que vaya?!— Cruza sus manos al altura de su busto.
—Ya lo dije.— Sube sus manos simpático.
—¡Soy insignificante para él!— Brama girándose y encontrándose con su hermano abrazándola.
—No digas eso.— La mira apretando sus labios con verdadera pena.
—¡Él espera un litro de sangre de regalo, no mi presencia! Nunca sale nada bien cuándo nos vemos... Al contrario.— Insiste, mientras el rubio acaricia su espalda.
—Hay que hacer esfuerzos a veces.— Le recuerda sonriendo sin mostrar sus dientes.
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—¿Qué te hace pensar que voy a dejar que te mudes o sola a un departamento rodeada de humanos y sin protección?— La mira cruzado de brazos con la mandíbula apretada por la nueva idea que se le metió a la rubia en la cabeza...
—Yo... Pensé que lo ibas a entender.— Relame sus labios.
—Sophia... Siempre tan predecible.— sonríe de costado haciendo que ella se intimide por su forma de mirarla.
—Vas a seguir teniendo tu bolsa de comida por eso no te preocupes.— No duda en responderle alzando su barbilla.
—¿A dónde querés llegar con esto?— suspira rascando el puente de su nariz.
—Quiero algo de privacidad, vos y yo sabemos perfectamente que no puedo hacer nada sin que vos esté siguiendo mis pasos, así que no sé que te preocupa.— Alza una ceja y sube sus hombros a modo de rendición...
Thomas chasquea la lengua y la mira serio.
—Simplemente me causa mucha curiosidad el saber cuánto vas a durar viviendo sin tenerme tan cerca.— Se acerca a ella quitando el poco espacio que tenían en el medio.
—¡Puedo hacerlo! Y si te estoy pidiendo permiso es solamente por respeto pero ni siquiera tendrías por que autorizarme a mudarme o no.— Se queja.
La boca de Sophia se comienza a secarse por la cercanía, pero reprime aquellas emociones porque ella no las puede permitir, no con él...
—Pero si vos querés intentarlo va a tener que ser bajo mis reglas y en donde yo decida que vivas.— Y no puede evitar sentir aquella atracción que le genera el vínculo que ambos comparten.
Pero luego recuerda que es un completo imbécil con ella y con la vida humana haciéndole muy buena fama al verdadero diablo que por supuesto es él.
—¡Siempre es todo como vos querés!— Se queja inflando su pecho.
—No juegues a algo que no vas a terminar, Sophia.— Le da una mirada por todo su cuerpo y ella carraspea incómoda.
—¡No me humilles, sabes que aceptaré lo que digas!— Se queja elevando muy poco el tono de voz.
—Era lo más predecible, princesa.— Le guiña un ojo y ella suspira sintiendo el fuego de la ira crecer en su interior.
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—Por favor, solo sera una cena... Entrada, plato principal y postre. Lo normal, incluso, no le vamos a cantar el feliz cumpleaños.— Asegurá mientras que frunce su boca a un costado.
Se aleja sin soltar su mano, mientras da un vistazo a su cuerpo.
—¡Que divertido!— Finge una sonrisa.
—Ni estas comiendo, Sophia, lo puedo ver y lo puedo sentir... Y sé perfectamente que las pesadillas volviero...— Niega con la cabeza.
—Para nada, no han vuelto.— Miente.
Su hermano rueda los ojos murmurando para si mismo insultos.
—No necesito ser un genio ni un demonio igual para darme cuenta de eso.— Alza sus cejas molesto.
Sophia enrojece de sus mejillas molesta y avergonzada inmediatamente su hermano termina de decir aquellas palabras sobre sus pesadillas.
—¡Está bien, me descubriste, volvieron!— Rueda los ojos.
—¡Podrías habérmelo dicho!— Le recrimina.
—No servirá de nada.— Murmura. —¿Que haremos entonces?— Mueve su cabeza a un costado no queriendo tener más a su hermano allí hostigandola para que vaya a la cena.
—Todos vamos a salir ganando, vas a comer, él va a estar en buena compañía y yo voy a estar con las dos personas mas increíbles del mundo y seguramente vas a tener una gran noche y un gran sueño.— Sonrie queriéndose meter a su hermana en el bolsillo.
—¡Ya dije que si, no hace falta que sigas agrandando las cosas!— Suspira molesta.
—No me gusta que estés tan huesuda y sé que sos lo suficientemente inteligente como para cuidarte y que si no estás con apetito últimamente es porque las pesadillas volvieron y eso no es bueno para nadie.— Bufa negando con la cabeza.
Ella hace el mismo gesto, levanta sus manos restandole importancia mientras que mueve su cabeza en gestos negativos.
—Estoy con mucho trabajo, las cosas van bien acá, mas que bien diría, vos no venís nunca.— Se queja saliendo del radio de su hermano, mientras toma las carpetas que tenia en su fino escritorio y las metía en su maletín.
—Eso no es excusa.— Frunce su ceño con una sonrisa de costado.
—¡¡Alguien tiene que hacer tu parte también!!— Exclama con burla.
Aron traga saliva y agarra su abrigo.
Sophia suspira agarrando su cartera, y levanta la mirada hacia el rubio...
—Eso fue fuerte.— Se ríe sorprendido, su hermana no era de levantar la voz.
—Perdón.— Mueve sus hombros, mientras ambos salen por la puerta evitando aquel momento vergonzoso.
—Intentare estar más al pendiente, pero vos no queres que estemos nunca los tres y te soy sincero a veces necesito estar solo y no estar haciendo estas cosas de humanos.— Admite cabizbajo.
Ambos caminan por el pasillo hasta llegar al ascensor, ya eran pasadas las 19 horas y si su hermano no la iba a buscar ella se seguiría quedando en aquel edificio trabajando, por más que todos los trabajadores se hubieran ido.
—No te juzgo.— Susurra con voz muy delicada y por sobre todas las cosas comprensiva.
—Las cosas serian más practicas, además Thomas puede ayudar en muchas cosas...— Aprieta el botón y el ascensor se abre rápidamente, mientras deja que la pequeña rubia pase primero al interior de este.
—¡Ya lo creo!— Bromea burlona.
—No quisiera recordarte que con una condición te dejamos vivir sola, y es que estés atenta a tu salud... No sos cómo los humanos de los que nos rodeamos.— Suelta un suspiro abrumador y la mira con detenimiento.
—Lo se.— Mira sus pies.
—Vos sola estas poniendo en riesgo tu convivencia con la soledad.— Alza sus manos dándole un ultimátum.
—Yo...— Suspira cerrando sus ojos viendo los números pasar en la pantalla de led.
—No hay excusas, si tenés pesadillas tenés que decirme.— Le recrimina. —¡Es importante!— Le recuerda.
—Acepto muchas cosas que me pedís, y cumplo con muchas otras más.— Traga saliva, mientras el fornido rubio la mira con las cejas levantadas.
—Y agradezco tu buena voluntad.— Se carajea con una sonrisa de costado.
—Es más en este instante estoy aceptando cenar con él y con vos.— Hace una mueca tierna con sus cachetes.
Su hermano sonríe ante ese gesto...
—¿Peroo...?— Moja sus labios, mientras salen de la caja metálica y se acercan al auto de él.
—Pero no podes imponerme que lo unamos a algo que a él ni siquiera le interesa.— Niega con la cabeza, dejando su cartera y portafolios en el asiento trasero de la jeep.
—¡¡Eso no quita que no me llames cuando algo malo está volviendote a ocurrir, Sophia!!— Exclama molesto.
—¡Deja de ser tan exagerado! No sos mi papá— Comenta molesta mientras golpea la puerta del copiloto llevándose una mirada de desaprobación por parte de su hermano.
—Menos mal.— Murmura irónico.
—¡Y estoy comiendo bien!— Agrega molesta de que la reniegue porque no está cuidando su salud.
Claro que su hermano lo relaciona con que no está tomando sangre de su alma gemela por eso su cuerpo no refleja la comida humana que ella ingiere.
—Él ya lo sabe.— Sube sus hombros irónico ante el hecho de que su hermana piense que él no tiene idea de su vida.
—No me extraña.— Se cruza de brazos.
Sophia sabe perfectamente que tiene dos demonios siguiendola las 24 horas de cada día sus pasos y que los mismos son nada más y nada menos que enviados por él.
—Te sorprenderías las buenas ideas que él podría traer a la firma.— Levanta sus cejas prendiendo el motor de su camioneta.
—Me daría un infarto.— Se queja.
—Lo sé.— Se ríe Aron.
—¡Ya no tolero esto!— Se queja.
—No te olvides que por más que vivamos en un mundo distinto.— Comienza.
Ella alza una mano en alto interrumpiéndolo.
—Se que podes gobernar sobre mi y llevarme con ustedes de nuevo perdiendo así, toda libertad.— Se da vuelta tomando su cartera del asiento trasero.
Aron cierra con fuerza los ojos mie tras que aprieta sus puños contra el volante.
—Perdón... No es lo que quería decir...— Admite al ver pequeñas gotas caer en parabrisas...
Sophia toma su espejo y maquillaje para retocarse las lagrimas que comenzaban a inundar sus ojos.
No hace ningún comentario al respecto, sólo asiente con la cabeza para que su hermano entienda que la escucho.
Aron se siente mal, realmente aveces se le iban las palabras pero intentaba ser lo más sincero posible además de que lo ponía de muy mal humor que ellos dos no se dieran cuenta de la oportunidad que tenían de vivir la vida juntos cuando él había perdido aquella oportunidad junto a Luna.
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El viaje fue corto, pero tenso. No volvieron a entablar conversación... El ambiente prácticamente se podía cortar con un solo suspiro, y ella no dejaba de derramar pequeñas lágrimas.
Cuando bajaron frente a la gran casa Sophia suspira dándose seguridad a si misma mientras que Aron pone la alarma a su camioneta y la toma por la espalda con delicadeza.
La empuja hacia el interior de su propiedad...
Para darle un poco más de confianza a la misma y que cambiará su rostro.
—Bienvenida.— Sonríe.
Thomás estaba tirado en el sillón muy relajado y despreocupado, sus ojos se abrieron cuando sintió la presencia de quien lo desvelaba por las noches.
Pero el grado de alcohol en su sangre no lo dejaba pararse, en realidad ni siquiera quería intentarlo, había comenzado a beber desde hace muchas horas, dado a que sabía que este año la rubia no iba a estar en su cumpleaños, ya lo había podido predecir y es por eso que justamente ahora se encontraba en esa posición.
La botella de whisky ya estaba en sus ultimas gotas sobre la blanca mesa ratona frente a él, por supuesto que la tolerancia que tenía el alcohol era muchísimo más alta que cualquier ser humano, incluso por cualquier demonio o Ángel, pero era la sexta botella que él tomaba en el resto de la tarde.
La puerta se abre y las miradas de ambos se cruzaron inmediatamente... gris con azul casi gris...
—Genial.— Ella cierra sus ojos por unos instantes al sentir aquellos penetrantes ojos querer traspasarla, mientras que Thomas de costado...
—Ya me di cuenta porque llovía...— Hace una mueca tierna pero burlona hacia Sophia, quien se había quedado estática en la puerta, mientras que su hermano deja las llaves tiradas en la primer mesa y niega con la cabeza por el comportamiento de su amigo.
—Te traje un regalo de cumpleaños.— Bromea Aron.
—Ya veo.— Sonríe relamiendo sus labios.
—¡Que lo disfrutes!— Le guiña un ojo.
—La princesa del inframundo esta llorando... Es una pena que eso sea cada vez más molesto.— Hace un puchero burlándose de ella.
Se levanta a tropezones del espacioso sillón para intentar acortar la distancia que había entre ambos.
—¡Eso fue mí culpa!— Se mete Aron mordiendo su labio inferior.
Sophia aún está quieta y estática en su lugar.
—¿Te da miedo venir a verme, princesa?— Se burla, mientras que lograba acercarse más hacia ella.
—No.— Traga saliva.
—Tarde o temprano vas a venir vos sola a buscarme. ¿Sabias, no?— Sonrie subiendo sus hombros sin darle importancia.
—Uhmm... No estés tan seguro.— Aprieta sus labios y le mantiene la mirada con mucho esfuerzo.
—Tarde o temprano me vas a necesitar...— Sonrie nuevamente de costado mostrando su perfecta dentadura blanca.
—Lo dudó.— Suspira.
—No llores, que tengo autos recién lavados, y no quiero que se ensucien por tu estúpida culpa.— Frunce sus cejas enojado y la mira con sus ojos levemente rojizos.
—¡Que imbécil!— Murmura negando con la cabeza, pero Thomas rápidamente la oye.
—En realidad eso me da igual, sólo no llores, Sophia, me pone de muy mal humor, y no tengo porque darte las estúpidas excusas.— Rueda los ojos.
—Como sea.— Lo mira desafiante.
La rubia suelta un suspiro mientras muerde su labio inferior.
Thomás ante ese gesto ladea su cabeza a un costado mientras la observaba.
—La princesita del inframundo tiene agallas, eso es interesante... Practicamente lo habia olvidado.— Relame sus labios divertido.
—No soy del inframundo.— Responde con su calma voz la cual se entrelazaba con sus lagrimas.
Él suelta una carcajada que retumba por todo el salón, haciendo que ella tiemble, mientras él se le acerca un poco más, deseoso de acortar la distancia entre ambos.
—Sos la reina del inframundo, princesa.— Sonríe mirando cada gesto que la pequeña rubia hacia.
—No.— Demanda apretando sus puños.
—No estamos casados, pero eso no impide que el titulo este sobre tu espalda y que todos lo sepan y te reconozcan como tal.— Sube sus hombros de manera graciosa.
—¡No es cierto!— Se queja.
—Para toda la eternidad, mi amor, es inútil que lo niegues.— Hace nuevamente ese puchero sobrador mirándola.
Sophia muerde su labio inferior mirando a su hermano de reojo, quien se pone rápidamente enfrente de Thomás impidiendo el paso hacia su hermana.
No podía meterse más de lo recomendado en el tema, ya que estába entre almas gemelas, el poder que tienen estas dos personas entre ellos son infinitamente poderosos y si alguien quiere irrumpir aquello puede generar grandes disturbios.
—Necesitas darte un baño.— Aconseja el rubio. —"Para bajar todo ese alcohol en sangre que tenes."— Hace presión sobre el pecho del morocho, quien lo miro con recelo.
—Yo...— Carraspea la rubia llamando la atención de los grandotes.— Va a ser mejor que me vaya, recordé que tenía algo que hacer.— Frunce sus labios, señalando la puerta.
Ambos niegan instantáneamente.
Sophia los mira con las cejas levantada, pero cuando va a querer retrucar que de verdad quiere irse de alli Thomás desaparece de la habitación haciéndose humo dejando una estela negra en el aire.
Su hermano suspira dejando un beso en la frente de su hermana, ella seguía sugiriendo que no era buena idea estar ahí, pero siente que su cuerpo de relaja gracias a la influencia de Aron.
—Voy a darme un baño rápido y a cambiarme, estas en tu casa, agarra lo que quieras de la cocina, o toma asiento lo que gustes.— Estira sus manos haciéndola sentir cómoda.
Cómoda no iba a poder ponerse, pero conociendo a ambos masculinos sabía que no le quedaba otra alternativa que esperar.
No necesitaba arreglarse había ido a la oficina por la tarde, lo cual un baño no le hacia falta y su atuendo consistía en unos jeans negros oxfords con unas plataformas de taco de madera increíblemente altas, una camisa blanca y un blazer n***o con unos estoperoles.
Para una cena estaba mas que bien, y más si es de una de las personas a las que menos queres ver en la tierra.
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Thomás aparece en la cocina mientras ella bebe un vaso con agua casi congelada, sentada sobre una blanca y radiante banqueta haciendo juego con la isla de mármol blanco.
Sophia estaba tan ensimismada en sus asuntos que no lo escucho llegar.
—Pense que venias a suministrar mi cuota diaria, princesa... La verdad es que estoy hambriento, así que tengo que admitir que llegaste en buen momento.— Murmura en su oído.
Sophia se incomoda moviéndose en su propio lugar y eso solo genera diversión en el morocho, había aprendido a lo largo de todos estos siglos a no demostrar ni una pisca de sentimiento por ella, a si mismo tambien a ocultar la ansiedad que ella le generaba.
—Ni en sueños.— Murmura.
—Veo que no estás muy predispuesta a eso, es una lastima.— Sonríe de costado.
Lleva una camisa blanca, unos jeans claros al cuero y un saco azulado haciendo juego con sus zapatos grises con suela azul.
Sophia lo mira de reojo observando rápidamente su atuendo, incluso siendo un completo infeliz se veía extremadamente bien.
—Que perspicaz.— Rueda los ojos y Thomás sonríe.
—De cualquier manera tengo entendido que sera una noche muy larga, ya que tenemos el honor de que nos acompañes a cenar.— Toma asiento enfrente de ella.
—Me alegra saber que no te encontras borracho como hace unos minutos. Ya que eso es completamente vergonzoso.— Se burla levantando su barbilla enfrentando gris con azul.
—Eso no es nada, princesa.— Ríe.
—Pero si veo que seguís pensando como si estuvieras borracho, jamás vas a tomar de mi.— Dictamina alzando su barbilla para que sus dos pares de ojos grises se encuentren una vez más.
—Espero que no tomes mucho vino esta noche... Lo único que nos falta es que hagas un escandolo en un lugar publico.— Agrega.
Él ladea la cabeza y moja sus labios negando con la cabeza divertido.
—Te repito que eso no es nada, princesa.— Se burla alzando sus cejas mientras insinuaba acercarse a ella.
—Veo.— Aprieta sus labios poco convencida.
—Pero no te preocupes ni asustes de mi presencia que ni estando en mis peores momentos me acercaría a vos.— Le guiña un ojo.
Ella toma color a los breves segundos de su respuesta, mientras traga saliva y observaba los gestos del morocho.
Siempre de una manera u otra él la hace sentir inferior y por sobre todas las cosas avergonzada.
—Parece como si quisieras comerme a veces.— Murmura mas para ella que para él con sus ojos hundidos en el vaso con agua, el cual se volvió lo más interesante del planeta.
—Quiero hacerlo.— Admite jugando con su iphone en la mano dándolo vueltas, y vueltas...
—Uhmm... Interesante.— Escupe con recelo.
—Pero no es una opción, así que despreocúpate por que vaya a comerte, princesita.— Se burla.
Ella muerde su labio inferior bajando la mirada.
—Ya basta, Thomas...— We queja incomoda.
—MMírame.— Ordena...
Sophia sigue inmersa en su mundo contemplando las burbujas subir y bajar por el vaso.
—Mírame.— Vuelve a ordenar.
Sophia se sobresalta al ver su vaso congelarse haciendo que sus dedos se lastimen hasta el punto de sangrar en las zonas por las cual el vaso hacia contacto con ellos.
Él había congelado el vaso.
—¿¡Que demonios?!— Exclama horrorizada...
—Si me vas a odiar que sea por algo ¿No?— Levanta su cabeza con su ceño fruncido y sus labios apretados.
Tenia miedo, sentía dolor.
—¡¡Ya basta!!...— Demanda entreabriendo muy poco sus labios.
El suelta una carcajada y en menos de un parpadeo ya estaba al lado de ella nuevamente.
Toma una de sus manos y se toma todo su tiempo para observar la misma.
Sophia hace el amague de mover la mano para soltarse de su agarre, pero no obtuvo el resultado deseado.
—¿Cuando te vas a dar cuenta que necesitas de mi?— Sisea.
Sophia tiembla en su sitio, y el se regocija de verla así.
—No te necesito.— Demanda firme.
—No quiero imaginarme lo que pasa cuando te cortas y tus heridas te debilitan para ir a trabajar, o hacer tu vida cotidiana, la cual es tan divertida.— Se burla.
Miraba sus finos dedos pensativo y estos chorreaban, pasa su lengua por sus labios deseoso de meter dedo por dedo en su boca y absorber toda la sangre que fuera posible.
—Ese no es tu problema.— Cierra los ojos, desistiendo de toda aquella sensación que le genera el toque en su piel.
—Sos tan débil que das asco, Princesita.— Saca sus colmillos y sonríe, lo que hace que Sophia se vuelva a estremecer.
Pero Thomas la sorprende autolesionandose dos dedos para así dejar caer las gotas de sangre en el vaso congelado, el cual ya tiene el agua un poco más oscura gracias a que la misma se mimetizo con su sangre.
—Basta...— Súplica tragando saliva.
No puede dejar de ver el vaso, de oler la sangre.
—¿Te llama la sangre, verdad?— Sonríe con un extraño brillo en sus pupilas...
—No.— Miente.
—Yo que vos lo tomaría, si quiero aguantar la noche sin caer cuadrada al piso.— Ladea su cabeza, y cruza la mirada con su amigo, quien ya estaba impecable con unos jeans y una camisa negra.
Mira la escena fulminando a Thomas con al mirada, quien le responde sin soltar una sola palabra por su boca
—"No le hice nada a tu hermanita, no me pongas esa cara."— Sisea en su cabeza.
Aron niega con la cabeza...
Toma el brazo de Sophia, la cuál no podía dejar de ver el vaso ya que el olor a vainilla y caramelo la habían hipnotizado y no sabia cómo hacer para dejar de sentirse así.
Era imposible no sentir todas las sensaciones la conllevaban el estar cerca del morocho. puede que luchará día a día contra ellos pero en cuanto ellos estaban frente a frente no había nada más que el vínculo que los unía para demostrar lo fuerte que era a pesar de las adversidades.