En cuanto llega a su propiedad, su amigo se encuentra aún en el piso de la sala, los muebles aún están tirados y el con un ágil movimiento de manos mientras carga a la rubia recompone la escena. —te lo mereces Aron, y lo sabes— demanda furioso aun. Todo vuelve a su lugar, perfectamente ordenado y prolijo... Todo menos al rubio que aún yace tirado padeciendo aun el dolor que su cuñado le infligió. —deberías de agradecer que somos eternos porque no voy a perdonarte esto por un buen tiempo— alza su barbilla mirándolo desde su altura. No puede dejar de mirarlo con mucho resentimiento y odio, por otro lado ese lado humano que le enseñó la rubia a tener le dice que su amigo verdaderamente no pidió la sangre de su hermana sino que fue ella quien se la ofreció pero teniendo en cuenta la situac