MALENTENDIDO. LA COMIDA DE MI MEJOR AMIGO

631 Words
Confundido y muy enojado, Steven se rehúsa a la detención de la policía, y no se deja subir a la camioneta. En ese instante, Steven les dice: — Las cenizas eran de mi esposa Elena. Los tres policías se miran, y uno de ellos le dice a Steven: — ¿Es cierto eso? — Si, esto es un malentendido, la señora que puso la demanda es mi suegra, si quieren confirmen esa información, y entren a mi casa. En seguida, Steven hace entrar a los policías a la casa y coge un cuadro de la mesa de la sala, y le muestra las fotos de su esposa. Y luego desde su celular les muestra una foto junto con su suegra. Los policías confirman la identidad de la demandante, y se disculpan los tres con Steven, y se van de la casa. Indignado, Steven llama a Mirna, y le dice: — Vea señora, no me joda la vida tachándome de ladrón ante la policía. — Devuélveme mis cenizas Steven, ella es mi hija. — Pues búscala en Santa marta. — ¿Qué?, no habrás... — Si, lo que piensas, yo arroje las cenizas de mi esposa al mar, y fin de la historia. En ese instante, Steven cuelga el teléfono y lo pone en el comedor, mientras trata de pasar su enojo. Mirna llama insistentemente al teléfono de Steven, pero este lo apaga y se va preparar algo para desayunar. Luego de cansarse de llamar y llamar a Steven, Mirna comienza por fin aceptar, la pérdida de su hija. Steven pasa su enojo para con su suegra y se prepara un sándwich y un jugo de naranja, y enciende su portátil, para trabajar. En ese instante, Steven comienza a revisar su correo antes de entrar a la página de periódico el Milenio. Cuando Timy se le monta en sus piernas y le arrebata el sándwich que tiene en la mano derecha. Steven se sonríe y acaricia a su perro, diciéndole: — ¿Por qué te portas tan mal Timy?, tú tienes tu propia comida. En ese momento, Steven va a la cocina y coge la bolsa de comida para perros y se da de cuenta que no hay nada, y dice: — Bueno, tendré que ir a la tienda por esto, no te preocupes Timy, ya vuelvo. Steven enciende su teléfono y se arregla su tapabocas. Cuando ve un sin número de llamadas de Mirna y entre ellas, ve el número de su madre. En seguida, Steven llama a Clemencia, y le dice: — Hola mamá, ¿paso algo? — No, solo te llamaba para saber algo. — Dime. — ¿Qué paso con las cenizas de Elena, ¿al fin hiciste lo que dijo tu padre? — Yo viaje a Santa marta y arroje las cenizas al mar. — Ah, ya veo, ¿y cómo te sientes hijo? — Trato de no pensar, ahora mismo voy a la tienda a comprarle comida a Timy, y luego trabajare desde casa. — Ten mucho cuidado hijo, cada vez hay más infectados en la capital. — Si mamá, yo me estoy cuidando... bueno te dejo. — Te cuidas. En ese momento, Steven sale de la casa y mirando hacia todas partes, va a la tienda de la esquina, y le dice al dueño: — Buenas don Carlos, ¿tiene comida para perro? — No, se acabó. De inmediato, Steven se va a una tienda más lejana, y observa durante el camino, la soledad que ha dejado el virus. Steven llega a la otra tienda, y para colmo de males también se habían acabado la comida para perros. Steven pierde un poco la paciencia, y dice: — Ni hablar, tendré que ir al supermercado, no creo que se haya terminado esa comida en el centro...
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