Alguien toca la puerta, nadie responde, entran a la habitación con cuidado, se trata de Alma, el ama de llaves de la mansión. - Señorita… - Habla suavemente – Su padre, la espera en su despacho. - Está bien. – Mia responde sin siquiera levantar la cara de la almohada. - Hija… - Alma usa un tono maternal, cariñoso – ¿Quieres que te prepare algo de comer?. - No. – Responde en un susurro. - Casi no has comido nada en el día, estoy segura… - Estoy bien, gracias. – La interrumpe Mia. Alba sale de la habitación. Mia suspira y se quita las sábanas, se levanta arrastrando los pies, enciende la luz de la habitación que está a oscuras, afuera está empezando a oscurecer y ella tiene las ventanas cerradas. Mia se dirige a su peinadora y se observa en el espejo, tiene unas ojeras bastante pronun