Han pasado un par de horas, Mia se cepilla el cabello frente a su peinadora que esta muy bien alumbrada por varias bombillas, puede notar como sus ojos siguen hinchados, siente sus párpados cansados y un pequeño ardor en los ojos. Acaba de tomar una ducha, quiere recostarse un rato, seguramente seguirá pensando y repasando todo lo sucedido en los últimos días, seguramente terminará llorando un poco más antes de dormir.
La puerta de la habitación se abre sin que nadie llamara o tocara, cosa que la impresiona un poco, pero se mantiene inerte en el lugar, mira a través del espejo a quien entra detrás. Se trata de su madre, Miriam, parece algo ofuscada y molesta, observa a Mia también por el reflejo.
– Acabo de hablar con tu padre. – Mia no responde, baja la mirada. – ¿Te piensas ir?.
– Sí
