—¡Es demasiado! —exclamó Emiliano. —Solo necesito doscientos —comunicó. Miguel respiró profundo, pensó con rapidez. —Justamente estaba hablando con la gerente de recursos humanos, ella me dijo que iba a abrir una línea de crédito para todos nuestros empleados en un supermercado, y almacenes de ropa, calzado, así como en farmacias, pero aún no tengo esos datos —indicó—, dame una hora y averiguo, y pediré que te proporcionen lo que necesitas para tu esposa. —La voz le sonó débil. Aquellos beneficios no le sonaron nada extraño a Miguel, ya había laborado en otras empresas en las cuales tenía crédito en supermercados, almacenes de calzado, y farmacias. —Gracias, espero que me avisen entonces —comunicó, y salió de la oficina. Miguel cerró los ojos apretó con fuerza el vaso que tenía