el contrato de Elizabeth

el contrato de Elizabeth

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Blurb

sexo explícito y romance.

Elizabeth es la típica chica romantica con un carácter algo temperamental,que se ve envuelta en unos conflictos de la mafia italiana y la persona que ama. Un mafioso Griego,capaz de lo que sea por mantenerla a su lado y a salvo.

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sin memoria.
Escuche aquel disparo, uno que congelo mí ser y no sabía de donde venía. Veía a muchas personas correr de un lado a otro, estaba desorientada sin saber a dónde correr, gritos y más gritos. — ¿ Que sucedía ? — Hace un momento estaba saliendo del club después de tomar una copa con Ander, mi menudo amigo gay en otro me encontraba tratando de salir de allí. Ambos estábamos paralizados, Pero no era el mejor lugar para morir, lo ví gritar sin moverse, el ataque de pánico estaba presente, asi que con el valor que no me caracterizaba lo tome de la polera verde llevandolo a la puerta, caminamos hasta el estacionamiento, donde una camioneta negra se cruzó en nuestro camino mientras dos hombres disparaban desde las ventanillas. Ander no dejaba de gritar como un niño mientras tomaba mi mano. Corrimos por el estacionamiento que se había vuelto un campo de balas, buscaba salidas o un lugar para escondernos cuando tropecé con una piedra y caí al piso mojado, mis rodillas sintieron un gran dolor al chocar con el pavimento. Vi a un hombre encapuchado que tomó a Ander del brazo mientras lo apuntaba con un arma, probablemente mi amigo se había cagado allí, era jodidamente gay. — Levántate — Escuche decir detrás de mí. Intente hacerlo, pero cada vez que apoyaba mis manos en el suelo, perdía la fuerza — He dicho que te levantes ¿No entiendes? — Olía a sangre, Rosas, hierro, tabaco, whisky, quizas era mi imaginación .La voz tan masculina y segura me hizo estremecer — ¡Maldita sea¡ ¡LEVANTATE! — El grito me sobresalto. Sentí como una de sus manos me levanto. — Si te digo que te levantes, tú te levantas — Me sorprendieron sus ojos azules cuando me miraron, era alto, su cabello n***o y algo despeinado, por el borde de su camiseta negra se veía una especie de tatuaje, cómo un símbolo. Un mismo Dios griego. Al mirarme frucio el ceño. — ¿Qué quieres que hagamos con ellos? — El hombre que llevaba la cara cubierta por un pasa montañas hablo mientras apuntaba a Ander. — Mátalos – Dijo él, mi amigo comenzó a gritar nuevamente — ¡Cállate de una puta vez! — Grito. — Por favor, no nos mates — Dije mirándolo — Te juro que no nos interesa quienes son o que quieren. Tampoco sabemos nada de lo que está pasando aquí. — vamos hombre, la policía llegara y no estamos en nuestro territorio ¿Qué demonios piensas hacer? — Volvió a preguntar el hombre del pasa montañas. — Lo siento — Agregó mirándome directamente a los ojos. Lo último que recuerdo fue sentír un dolor intenso en la cabeza y desmayarme. Desperté en la habitación de un hospital con un terrible dolor y ganas de vomitar. Tía Maggie estaba a mi lado leyendo una revista. Siempre estaba cuando la necesitaba, pero nunca en todos los años que tiene cuidándome había llegado a algo así. No recordaba nada de lo que había pasado la noche anterior. Miraba a mi alrededor intentado recordar, pero no lo lograba. Tía Maggie me cuidaba desde los diez años, mi madre había muerto en un accidente cuando volvía de uno de sus viajes y de mi padre no había ninguna señal, según tía Maggie mama nunca quiso decir quién era. La abuela había muerto unos años atrás y solo quedamos nosotros . Era dulce, dedico su vida a mí, quizás porque nunca pudo tener hijos, recuerdo que todos los domingos íbamos a la iglesia, mi educación fue primordial, tuve que aprender varios idiomas por exigencia de ella. Tenía buenas calificaciones, no solía salir a ninguna de las fiestas, hasta que conocí a Ander, teníamos unos trece años cada uno cuando un día a la salida de la escuela unos chicos me molestaban y él me ayudo. Desde entonces hemos sido inseparables, supe sobre su sexualidad al poco tiempo y siempre he sido quien lo apoya y acompaña a sus fiestas — " Debes esforzarte por querer salir Eli"— Me decía. Me moví un poco incomoda al notar la venda en mi mano derecha, Maggie me miro y soltó la revista, acercándose a mí con una sonrisa. — ¿Estás bien cariño? ¿Cómo te sientes? — Odiaba cuando se preocupaba tanto. — Si ¿Qué ha pasado? — Estaba confundida. — ¿No recuerdas nada? — Me miro extrañada — La policía estuvo aquí. — No, recuerdo que estaba con Ander y sonaron algunos disparos — La cabeza me dolía — ¿Dónde está Ander? ¿Por qué vino la policía? Tía ¿Qué hago aquí? — Eli, te diste un golpe muy fuerte en la cabeza y eso te hizo perder el conocimiento. Llevamos dos días aquí — Eso me sorprendió — Estaban en el antro, al parecer hubo disparos y están interrogando a las personas que estuvieron en el lugar — Se levantó de la silla y se acercó a mí — Ander están en casa, él estaba en un estado de shock, el doctor dijo algo de una pérdida de memoria temporal. — ¡Maldición! — Dije en susurro. — Eli,esa palabrota — Maggie era una persona que no decía ningún tipo de grosería. — Lo siento tía. El doctor se dió paso por la puerta, sonreí mientras miraba las máquinas de monitoreo y su carpeta, carraspeó dos veces antes de hablar. — Muy bien Elizabeth. Es una muy buena noticia que despertaste — Miro mis pupilas alumbrando con la pequeña luz — Tuviste una pequeña contusión cerebral, por un golpe. Puede que pierdas la memoria de manera temporal, presentes dolores de cabeza o mareos. — ¿Está bien todo lo demás? — pregunto Maggie. — Sí, todo estará bien. Guarda un poco de reposo, eso ayudara. Te dare de alta en unos minutos, tendrás que volver en unos días para saber cómo va todo. — Gracias doctor. Mi tia se la paseo de un lado a otro hablando por teléfono, hasta que una mujer de mediana edad entro mostrando su placa. — Buen dia — Nos miraba con recelo — ¿Elizabeth Walter? — Asenti mirando a tía Maggie, quien solto el teléfono en un segundo y se coloco a mi lado . — Eli ¿Recuerdas que te hable de la policía? — Dijo Maggie. — Si — Afirme. — Bien ¿Recuerdas algo de lo que paso el sábado? — Trataba de recordar algo mas. — La verdad,solo recuerdo estar tomando algo con mi amigo Ander y escuchamos algunos disparos,Sali corriendo junto a él — Me quede en silencio un momento para concentrarme — Al salir vimos una camioneta negra con tiradores,luego no recuerdo nada — Sabia que esas lagunas en mi memoria serian temporal. — Es muy importante que si recuerdas algo nos lo hagas saber. Parece que hay unos cuantos jefes de familia italiana por aquí haciendo trabajos sucios. — Si recuerdo algo, los llamare. —Seguiremos en contacto. Se despidió de nosotras y salió de la habitación, hace unos meses al salir del trabajo escuche a unas personas mencionar unos cuantos atentados, pero quizás mi ingenuidad no llegaba tan lejos, esta ciudad era muy conocida por las actividades de droga. Mi tía había hablado con la madre de Ander la cual comento que este no tenía la mayor idea de lo que había pasado, alegaba que estaba demasiado ebrio y drogado para recordar nada. Más tarde llego mi enfermera para administrar la última dosis de medicamento para la jaqueca, después de eso el alta llego como regalo bendito, odiaba los hospitales o algún centro médico, el auto rojo de Maggie estaba en la salida esperándonos. Quería volver a casa, tendría cosas que enviar a la oficina, algo habían anunciado de un nuevo socio o dueño, poco entendía de eso. Aunque muchas veces se escuchaba, nunca terminaba de aparecer, pero no me arriesgaría ya que estaba saliendo de la facultad. Varios días después y un reposo estrictamente cumplido, me preparaba para ir a mi trabajo. Como de costumbre me coloque la falda ejecutiva y la camisa blanca de lino, mis caderas se curvaban y me hacían ver extravagante,no encajaba en la oficina . La última visita médica me había indicado que necesitaba anteojos la mayoría del tiempo, eso se lo debíamos a el golpe en la cabeza, en serio trataba de recordar, realizaba mis ejercicios y por sobretodo no me frustraba. Con ello no lograría más que acabar en una depresión. La mañana se pintaba soleada, y tenía un presentimiento, normalmente no era supersticiosa, pero algo dentro de mí me alarmaba. Llame a Ander como de costumbre, pero no respondió quizás lo vea hoy en la mañana, tía Maggie me llevaría al trabajo, hoy me saltaría el desayuno familiar con el abuelo, sé que en la tarde se pondrá pesado, pero ambas trabajábamos muchísimo. Subí al auto, sin ganas de tener algún tipo de conversación de lo sucedido.No poder recordar me ponía de mal humor. Las puertas de la farmacéutica eran ahora de vidrio, él nombre había sido sustituido por — "Galanis" — Quizás si era verdad y el nuevo socio llegaría esta semana. Me baje del auto despidiéndome desde lejo. Todo por dentro había cambiado, los mobiliarios eran de vidrio y los muebles negros fueron sustituidos por uno blanco de cuero, saludé a Lilian de recepción y continúe por el pasillo totalmente remodelado, paredes blancas con cuadros de colores tenues. Subí al ascensor el cual llevaba el mismo aspecto de siempre. Al llegar al cuarto piso baje y para mi sorpresa no había cambiado nada, mi escritorio permanecía igual que de costumbre, guarde mi bolsa y continúe con el trabajo que hace unos días había dejado incompleto. El señor Black anuncio una reunión enseguida. Aquí muy poco se escuchaba un "Buen día". Ese olor tan adictivo. Rosas, hierro, tabaco, whisky, sangre provenía de aquí, este olor estaba en la oficina. Sabía que lo había olvidado en otro lugar. Sacudí la cabeza y entre a la tan nombrada reunión. Me encontraba sentada frente a un montón de idiotas, escuchando como la chica del 5to piso fue despedida por acostarse con el hijo del antiguo dueño, escuchando como el Sr. Black coqueteaba con la secretaría, ésa chica nueva que me estaba quitando mi puesto en la farmacéutica — No es que quisiera durar aquí mucho tiempo pero la paga era algo que no se discutía — Pero… cuando no quieres acostarte con tu jefe, otra linda nena lo hará y tendrá tu lugar, siempre pasaba así. Dos malditas horas , sentada aquí escuchando todas las tonterías que pudiesen existir. Busque con la mirada aquella voz que conocía a la perfección ya que me gritaba las doce horas del día — "Los documentos” — ¡Sí! El señor Dorian Becken, hablaba sobre las nuevas normativas de la empresa y sobre los nuevos socios, nada nuevo, ésos que nunca llegaban. Volví a concentrarme en la libreta de notas, no sé cuántas horas más pasaron hasta que escuche una voz tan profunda, y angelical, mire hasta el centro del salón, entre las dos diapositivas había un hombre alto, cuerpo esculpido probablemente por los mismos demonios, sus ojos eran tan azules, tan profundos, su cabello era corto pero n***o, n***o noche, no había nada imperfecto en su cara, el traje que llevaba era adecuado, no pude ver algo para juzgarlo — No es que lo hiciera, pero no podía ser algo tan perfecto — Su mirada se posó en mis ojos, sentía como las mejillas me ardían probablemente estarían rojas, me sentí intimidada algo que nunca había pasado en mi vida. Sonrió y aquella sonrisa amplia de dientes blancos me hizo estremecer. — Mi nombre es Cicero Galanis — Todos lo miraron y el silencio fue profundo — Como muchos ya saben soy quien dirigiré la farmacéutica desde el día de hoy — ¿Cuándo sucedió? — Por esa razón, las normativas cambiarán al igual que el personal, no se preocupen las personas afectadas tendrán una compensación — En ese momento todos nos miramos a la cara, nuevo jefe, nuevo personal ¿Qué quiere decir? — Las personas en esta lista que se presentará, deben presentarse en mi oficina. Sin más que decir, se pueden retirar. Los murmullos llenaban los pasillos del piso cuatro, me senté junto al escrito, era normal que nadie Se acercara a mí para hablar, era el bicho raro de aquella oficina. Abrir mi correo como de costumbre y una nota informativa aprecio: Señorita Elizabeth Walter. Ha sido removida de su puesto, por lo tanto amablemente se le pide dejar toda la información Digitalizada en las instalaciones de la farmacéutica, no puede llevar consigo ningún tipo de Material que nos pertenezca, su teléfono será retenido por media hora. El Sr. Galanis la Espera en su oficina. Gracias por el tiempo de servicio. ¿De verdad? La lista ¿Dónde está la lista? No he visto ninguna lista — Maldición — Me levanté de la silla poco cómoda, caminé hasta el ascensor, mi tía me había enseñado a mantener la compostura, aceptar las cosas y sobre todo a no rogar. — maldición, La paga es buena — Acomode mi falda negra ejecutiva, mientras esperaba. La puerta del asesor se abrió y allí estaba él, realmente era perfecto, su cabello estaba peinado sin un descuidó, sus hombros eran anchos, y de cerca es más alto, todo él era un Ángel. Mis ojos lo miraban de arriba abajo, mis mejillas ardían. — Buen día — Dije antes de entrar. — Buen día — No hubo mayor expresión que solo una mirada de reojo. Ese olor que antes había sentido estaba aquí, era él. –— Se preguntara porque va justo a mi oficina, leí varios informes de trabajo y el suyo fue quien más llamo mi atención — Lo mire sorprendida — Elizabeth Walter — Hizo bien su tarea dije para mí, las puertas se abrieron, sus manos guiaron mi camino — Después de usted — Salí sin mirarlo, caminé hasta la oficina que anteriormente era del Sr. Dorian — Adelante — Escuché a mi espalda, respiré profundo y entre — Bien, te diré porque estamos aquí. — Se sentó en el sillón grande de cuero, ¡Vaya! Sentado allí se veía tan sexy — Hablas tres idiomas ¿Cierto? — Afirme con un gesto — Y no tienes ni una sola falta — Lo mire y sonreí — Sin embargo decidí despedirte — Quizás mi mirada fue tan expresiva que lo sorprendió — ¿No dirás nada? . — ¿Qué quiere que diga? Es su empresa — sonrió y se levantó. — Bien — Camino hasta mí — No es personal, sé que eres buena — Saco una carpeta de su escritorio — Solo que necesito a los mejores — Maldito estúpido ¿Qué se cree? ¿Un Dios? — Dorian me dijo que casi no hablabas, que eras la persona que menos se hacía notar –— Un cumplido con un despido ¡Bravo! Que técnica tan mediocre — Eres linda — Lo mire muy sorprendida — Este no es un lugar para ti Elizabeth — Nunca nadie había dicho mi nombre con esa seguridad y firmeza. — Muy bien — Quería gritarle que era un idiota, pero había que mantenerse calmados. — Ten — Me entrego el sobre — Allí está tu cheque, una carta de referencia para varias Empresas — No lo podía creer, me estaba recomendando a otros lugares — Con esto te van a contratar y por favor Elizabeth respira —¿Qué? Mis cejas se juntaron cuando me di cuenta que no respiraba ¿Qué diablos pasaba? — Ahora sí me disculpas, necesito atender otras cosas importantes — No podía moverme, las piernas no respondían — ¿Y bien? — Miro a la puerta — Puedes irte — Cuando estaba por salir pregunto — ¿ Tuviste un accidente hace poco? — Sí, pero no recuerdo nada de ello. —Me miro detenidamente y volvió a sus carpetas. Así que Sali de allí. Maldito idiota — Otra vez las palabrotas — Respire profundo tomé el sobre y salí de allí, quería gritar, ¿Supone que soy buena pero no tanto para estar aquí? Toque varias veces el botón rojo para llamar al ascensor, ese tiempo era una eternidad, estaba tan molesta, no me sentía bien,mis piernas temblaban. Las puertas se abrieron y por suerte nadie estaba allí, justo cuando las puertas se cerraron respire, mi aspecto estaba igual que siempre — La misma Eli — Un cabello largo y rojo, unos ojos verdes tras esos anteojos, llenos de ojeras — Vaya, era pálida — Mis mejillas tenían poco color y mis labios eran rosados según tía Maggie eran igual que los de mamá, me hubiese gustado ser tan flaca como mi prima Vera pero era un poco más gruesa que ella, gruesa y común. Suspiré, me incline cuando vi que había llegado al piso que correspondía. Caminé hasta mi escritorio tome mi teléfono, mi bolsa y la foto de mamá, no tenía más nada allí, seguí caminando hasta llegar al área de revisión, entregué el teléfono a un chico moreno, no parecía ser de por aquí, era algo extraño. — Me llamo Alain, él Sr.Galanis me pidió que te entregará esto — La caja blanca era pequeña, realmente este señor estaba loco — Es un teléfono, el tuyo necesita quedarse aquí—Bien, mi empleo y mi teléfono. —A ver, a ver, no pueden quedarse con mi teléfono — Tampoco había tanta información, era la secretaria — Lo siento no puedo aceptarlo. — Señorita, no puede irse sin él es una orden que tengo que cumplir. — Bien. No lo puedo aceptar hágalo saber, puedo dejar mi teléfono aquí mientras sacan lo que necesiten — Alain hizo una llamada sin dejar de mirarme. — Alguien quiere hablar con usted — Me pasó el teléfono — Responda por favor. — ¿Si? — Respondí al colocarme el teléfono al oído. — Elizabeth — Allí estaba esa voz, el cuerpo se me paralizó – el teléfono es suyo, tómelo. El Suyo no puede salir de aquí, además — Tomo aire — Su teléfono es un aparato viejo ,piense que es un regalo por sus años de servicio — Su tono burlón me molestaba, me iba a escuchar ese idiota. — Mire Sr Galanis — Este colgó antes que pudiese decir algo. Me quedé allí,sin moverme. Un despido, recomendaciones a otras empresas y ahora un teléfono ¿Esta loco? Alain me miraba sin ningún tipo de expresión, creó que ese era el requisito para trabajar en este lugar. Tomé el teléfono y lo mire de mala manera. ¡Dios! Sí me hacía falta uno nuevo. No iba a perder mí tiempo hablando con alguien que probablemente no me respondería, así terminaría mi historia aquí. Camine sin detenerme, no mire como de costumbre las tiendas o la librería. Estaba enojada, cansada. Tomé un autobús de St.Reinal, las personas me miraban, quizás mi cara de pocos amigos era lo que se notaba, saque aquella caja blanca de teléfono ¡Diablos! Un iPhone de última generación, en la pantalla inicial encontré un “Hola Eli” ¿Qué diablos era eso? Volví a casa agotada, creo que era más por cómo se había desarrollado el día, que por cualquier otra cosa. Por suerte tía Maggie llegaría de tarde y no tendría que dar tantas explicaciones. Quite mis tacones y me dirigí al televisor, quería ver el nuevo episodio de Greys anatomí. Eso me ayudaba a distraer mi mente. Un rato después escuché el timbre sonar. En mi puerta habían dejado un sobre, aún confundida lo tomé y volví a cerrar la puerta. Al abrir el sobre me conseguí con un cheque y una suma de dinero muy grande, con una nota. Disfrute de su retiro. Cicero. Quedé tan sorprendida que no podía, quedarme con este dinero. Era demasiado y justamente no valía los años que estuve allí, no era para esa cantidad. Lo devolvería, tome el nuevo teléfono para llamar a Ander y así saber si a él también lo despidieron. Me sorprendió ver el número del señor Galanis, nunca lo había pedido. Tome aire y decidí mandarle un mensaje. "Buen día señor Galanis. Gracias por el teléfono nuevo, es lo único que puedo agradecer. Me gustaría devolverle el dinero que ha dejado en mi puerta ¿Por cierto como sabe dónde vivo? No sé qué clase de trabajos cree usted que hacia yo." Pulse enviar, sabiendo que no lo respondería, ese aire de superioridad era muy grande ¿Cuántas personas más habían despedido? Me daba coraje saber que las personas que trabajaban allí lo hacían por necesidad, en mi caso no podía quejarme de mi vida, mi madre había dejado dinero para mi educación. Trabajaba para no depender de la tía Maggie y el abuelo. El móvil sonó con ese distintivo sonido. "Señorita Walter. Me gusta su manera de expresarse que va directamente al grano. Recurso humano ha sido quien preparo su dinero, no tengo nada que ver con ello. Si quiere nos podemos ver y hablarlo con mi abogado, de manera profesional. Así como a usted muchas personas fueron remuneradas, incluyendo su amigo Ander. Nos veremos a las 8:30 pm sea puntual. Enviare quien la recoja." Más que sorprendida quede en el sillón, la valentía que tenía hace unos segundos había desaparecido por completo, respiraba con dificultad, siempre pasaba cuando estaba nerviosa. No iría a ninguna cita, la única manera que hablara con él era en su despacho en la oficina. El teléfono volvió a sonar y era Ander. — ¿Ander? — Respondi preocupada. — Hola linda — Su voz estaba tranquila como de costumbre. — He estado preocupada por ti, no sé nada desde el antro. — ¿Me creerías si te digo que yo tampoco me acuerdo de nada? — Ambos reímos. — Solo recuerdo los disparos, no sé qué sucedió. ¿Tu estas bien? — Sí, fui a la oficina más tarde pero no te conseguí — Ander tendía a llegar al segundo turno, era uno de los pocos que tenía dinero de sobra y trabajaba por petición de sus padres. — ¿No te has enterado del despido? — Si, a mí también me despidieron, y llego a mi casa un sobre y dentro un cheque con dinero en efectivo — Así que nuestro jefe decía la verdad. —También lo he recibido, pero no puedo aceptarlo — Este se rio de mí. —Como siempre. Acéptalo, ese hombre debe estar forrado en dinero. —No, no puedo. Sabes que no soy así. — Eli, tu moral siempre te cohíbe. En fin, tengo que ir a la policía ¿Ya han hablado contigo? — No, pero esta semana seguro lo harán. — Bien. Cuídate, nos veremos entre semana. Baje para tomar mi taza de té diario, odiaba el café. Mientras el agua hervía, prepare unos emparedados para el abuelo y para mí. Camine hasta el jardín donde mi abuelo pasaba el día, llevaba una bandeja con las cosas, se veía tan sereno, sabía que por su enfermedad no duraría mucho tiempo con nosotros. Me senté junto a él y este me sonrió. — Hola ¿Quieres un poco de té? — Su sonrisa era la más bonita. — Claro cariño. Te pareces tanto a tu madre — Siempre me decía lo mismo. —Lo se — Llene su taza preferida y serví el panecillo. — ¿Por qué estás tan temprano en casa? —Pregunto. —Me han sacado de la empresa, nuevos dueños. Pero tú no te preocupes por nada. —Bueno,ya puedes dedicarte a tus estudios. Sabes que no hace falta que trabajes. — Te amo abuelo — Este sonrio ampliamente. -— Te amo un poquito mas. Tomar ese té con él, era reconfortante. Un largo tiempo escuchando sus historias de juventud, No había notado que la noche cayó, volvimos adentro de casa. Mi teléfono tenía varias llamadas perdidas de Cícero. Obvie el teléfono, y me di una ducha con agua tibia y un poco de música. Al salir del baño vi a mi abuelo en la puerta de la habitación. — Alguien ha venido por ti. — No espero a nadie — Me coloque la bata y baje. En la puerta se encontraba Alain — ¡¿Qué haces aquí?! —El señor Galanis me ha enviado por ti — Mire el reloj de la sala que marcaba las 8:20pm — No saldré con él. — Tengo órdenes de quedarme aquí hasta que decidas salir — Miro su teléfono y luego a mí — Te espero — Me quede mirándolo y luego a mi abuelo. — Ve hija, quizás te devuelvan tu puesto — Respire profundo y volví a mi habitación. Me coloque unos pantalones de lino y una camisa negra de tirantes. Odiaba salir rápido de casa, nunca sabía que ponerme. Pinte un poco mis labios y baje. Mi abuelo estaba en su sillón mirando las mismas películas, se despidió con un agite de manos, Salí de la casas sin ningún ánimo, en mi bolsa llevaba el dinero y el cheque, Alain abrió la puerta trasera de Mercedes. ¡Vaya lujazo! No hubo ningún tipo de comunicación ¿Qué diablos hacia? Sentada en ese auto tan lujoso. El camino fue corto, el Dalle fue nuestra parada, era uno del club más lujoso de toda la ciudad, no encajaba aquí .Un chico de esmoquin abrió mi puerta, al bajar vi que muchas personas entraban y salían del local. — Vamos Eli — Me di ánimo y continúe caminando. Dentro había un salón, el sitio estaba repleto. Alain llego a mi encuentro y me guio hasta un reservado. Detrás de aquellas cintas estaba Cícero vestido con un pantalón de vestir gris y una camisa blanca ajustada. Su barba era tan perfecta. Me miro y se levantó de su silla para recibirme.

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