—Anna, ¿por qué no entraste a clases? —preguntó Víctor cuando la encontró a la salida de clases.
—Ah… —Anna desvió su mirada de él— no me sentía bien.
—¿Qué tienes?, ¿estabas en la enfermería? —indagó el joven preocupado—, ¿qué te sucedió en el cuello?, ¡qué moretón!
Anna tapó rápidamente con una mano su cuello.
—Ah… eso… —soltó la joven sin saber qué decir.
Víctor la observó consternado.
—¿Qué te sucede? —llevó una mano a su mejilla—, dime, puedes confiar en mí.
—Sólo estoy un poco indispuesta —mintió Anna—, no te preocupes. Y… el moretón me lo hice sin querer, fue algo tonto que me avergüenza decir.
Víctor apretó sus labios mientras la analizaba.
—Bueno, —se resignó— yo te excusé en las clases para que no te pusieran falla y puedas entregar los trabajos después.
—Much
