Anna comenzó a caminar lejos del grupo sin avisar el por qué se marchaba. Quería salir corriendo de allí, echar toda aquella farsa a la basura y dejar de engañarse. —Anna, ¿a dónde vas? —inquirió Víctor. En aquel momento se escuchó un ruido eléctrico, todos voltearon a mirar hacia en gran portón que se estaba abriendo. El campus acababa de ser habilitado para los estudiantes. Anna sintió que la muchedumbre comenzó a empujarla y hacer espacio para poder ingresar a hacer el examen. Sintió unas ganas enormes de vomitar. Sintió que la tomaron de una mano y tuvo que detenerse. —Anna, ¿qué sucede? —preguntó Víctor detrás de ella—, ¿qué estás haciendo? —Yo… no soy capaz de hacer ese examen —confesó Anna con los ojos llenos de lágrimas. —¿Qué?, ¿por qué? —inquirió Víctor—, ¿estás dicie