—Buenas tardes, señores —Eiron saludó al ingresar al Instituto Forense de París.
En la recepción había cinco personas, hombres. Apenas él y Yidris ingresaron al instituto pusieron su atención sobre ambos.
—Buenas tardes, ¿En qué podemos ayudarlos? —preguntó uno de los hombres, que al estar más enfocados en la atención de ambos, son funcionarios del Instituto.
—Recibí un llamado donde pedían apersonarme a este lugar —manifestó Eiron serio.
—¿Cuál es su nombre? —preguntó uno de los hombres que de inmediato se movió hacia el mostrador de la recepción y se puso al frente del monitor de un computador.
—Eiron Arango —informó en actitud impaciente.
—¿Qué le dijeron en esa llamada? —inquirió el mismo hombre.
—Supuestamente el cuerpo de mi hermano Jaden Arango tiene varios días en este lugar.
—¿Le dieron la data?
—No sé, por favor revise a ver si aparece el nombre de mi hermano, si me llamaron es porque deben tener toda la información en ese aparato, no vine a perder tiempo —le pidió Eiron en una actitud poco colaboradora.
El hombre no le respondió pero en su expresión se notaba el rechazo a la forma en al que Eiron le contestó.
—Efectivamente, desde hace cinco días, el cuerpo de Jaden Arango está en estas instalaciones —informó el hombre—. Puede pasara a reconocer el cuerpo, pero antes debe llenar algunas formas y espero que haya traído algún documento que acredite el parentesco.
Por breves segundos Eiron dudó, en su afán de llegar lo más rápido posible, ante el efecto arrasador que esa noticia tuvo en él, no pensó en esos detalles.
—No te preocupes —le dijo Yidris—. Leslie pensó en eso y me dio varios documentos,incluso una copia del pasaporte de Yidris por si no lo hubieran encontrado.
Aunque tal actitud previsiva en este caso le pareció a Eiron un tanto negativa, una forma de dar por sentado que efectivamente Jaden ya no formaba parte de ellos, admitió que en cierto modo fue algo bien pensado. No iba a hacer un viaje de tantas horas y llegar allí para enterarse que no le permitirían trasladar el cuerpo de su hermano a su país por no tener consigo un estúpido papel.
En esos detalles Leslie es muy cuidadosa, a lo largos el tiempo que han pasado juntos ha podido comprobar que parte de su fidelidad es no solo no dejar que nada le suceda a Eiron, a Yidris y al resto de los miembros de la familia Arango cuando están a su lado, sino también velar por esos trámites burocráticos que a veces Eiron y Yidris suelen olvidar dado su interés en otras áreas.
—Está bien —le contestó Eiron en un leve gesto de cabeza al agradecerles el haber pensado en ese incómodo detalle.
Yidris le entregó una carpeta de cuero que contenía varios documentos fotocopiados. De inmediato Eiron le entregó una copia del acta de nacimiento de ambos, lo que acreditaba la filiación, y esperó a que el funcionario hiciera lo que bien seguía para autorizarles el ingreso al área donde presuntamente reposaba el cuerpo de Jaden.
Hubiera querido que la llamada se tratase de un error, de una falsa suposición, que Jaden pudiera estar aún con vida en cualquier lugar de París, cumpliendo con su petición de reunirse con unos socios y finiquitar un negocio al que él no pudo asistir porque precisamente en esos días tenían la agenda apretada de reuniones que eran necesarias para su organización, porque de esas reuniones dependían que lograran más contrataciones y con ellos una forma de justificar el aumento considerable de su patrimonio en los días siguientes, de las respuestas que Jaden le llevara se pondría en marcha otras gestiones. No obstante el deseo de Eiron, esa ilusión murió en seguida cuando el funcionario que los acompañó por un largo pasillo frío, lúgubre, con olor a sangre, legia, otros que no distinguía pero que le causaron repulsión pese a llevar cubreboca, abrió el compartimiento de una de las cavas horizontales y de ella salió rodando acostado sobre una tabla de hierro Jaden, su hermano menor. El impacto que esta escena le produjo lo tambaleó al punto que Yidris lo percibió y lo tomó por el hombro para darle apoyo.
—¡Wow! —Exclamó Eiron al ver la marca de lo que sin ni siquiera preguntarle al hombre que estaba allí con ellos supo era de un proyectil—. ¿Quién le hizo esto a mi hermano? —cuestionó entre los dientes al tiempo que empuñó sus manos ante la impotencia de comprender que a Jaden no le dio tiempo a correr.
—Quien sea, era de confianza o por lo menos tuvo tiempo de hablarle —asumió Yidris.
—¿Sus pertenencias? —le preguntó Eiron al hombre que lo acompañaba.
—Todas le serán entregadas en la recepción —respondió este.
Yidris y Eiron se miraron sin decir nada, ambos en seguida entendieron que la muerte de Jaden no se trataba de un hecho fortuito, tal como un robo, sino que era algo que iba más allá de un hecho aislado.
—Los dejo unos minutos —anunció el funcionario.
Ninguno de los dos hombre le contestó sino que se dedicaron a mirar el rostro pálido de Jaden, la marca en el centro de su frente tenía un color negruzco, las facciones de su rostro estaban contraídas, como si hubiera estado conteniendo la rabia, y tal como lo sintió Eiron, la impotencia.
En ese instante se conjugó en la memoria de Eiron una cadenas de recuerdos que lo remontan no sólo a la niñez de ellos dos sino también a sus otros tres hermanos, y luego los inicios de ellos en el mundo de lo ilegal, lo que era del conocimiento de su padre, pero ante la relación tan complicada que tenían con él, y como quiera que su padre pese a aparentar llevar una vida apegada a la ley, estaba metido de cabeza en el mundo del narcotráfico, no los pudo frenar, los dejó hacer la vida que ellos escogieron en la ciudades de Europa donde hicieron vida durante los primeros años de su vida hasta que se asentaron entre Rusia, alemania y París, desde donde han venido operando, llevando en simultáneo el negocio del tráfico de estupefacientes y el lavado de dinero con varias de las empresas que los Arango se dedicaron a construir poco a poco. Yidris era pieza fundamental en casi todas las operaciones. El hecho de ser el menor de los Arango no fue óbice para que Jaden siendo tan curioso como callado, terminara convirtiéndose en la cabeza pensante, el artífice de muchas de las estrategias que le sirvieron a Eion para ganarse un lugar en el mundo bajo.
Jaden le obedecía en todo lo que él le pedía, rara vez mostraba oposición porque al final parte de esas decisiones que Eiron tomaba venían de una idea o alguna sugerencia que el mismo Jaden le daba.
El viaje a Paris, ese donde encontró la muerte, fue sugerencia de Jaden. Eiron lo quería posponer por no tener el tiempo suficiente para atender las reuniones con los posibles clientes de sus empresas y con los socios del mundo bajo.
PArado allí enfrente de la cama fría, mirando fijamente el rostro de Jaden, Eiron siente el remordimiento carcomer por dentro porque en su mente comenzó a repetirse que no debió hacerle caso esta vez, debió atender a las trabas que se les presentaron para lograr el viaje de él a Rusia y el de Jaden a París.
—¿Ahora qué vamos a hacer? —preguntó Yidris también mirando fijamente el pálido y frío rostro de Jaden.
—Nada, por ahora —resolvió Eiron—. Solo vamos a hacer todo porque nos entreguen a Jaden e irnos de aquí lo más rápido posible. Desde Baden- Wurtemberg moveremos nuestras influencias para investigar quién está detrás de todo esto. Espero que no sea alguno de los que estaba en la agenda.
—Yo no lo dudaría —advirtió Yidris—, es mucho lo que hay en juego, cualquiera pudiera estar al pendiente de ganarse un mínimo del espacio que hemos ganado.
—Hablemos en casa, no sabemos cómo se están manejando las cosas —pidió Eiron—. Tu muerte no va a pasar desapercibida hermano. No serás uno más de las estadísticas —le prometió Eiron al cuerpo inerte de Jaden antes de cerrar la cava para darse la vuelta y tomar valor para volver a ser el hombre de carácter fuerte e inquebrantable que el mundo ha conocido.
Así, salió de la enorme sala fría y se encaminó por el pasillo que minutos antes había recorrido en compañía del hombre que los acompañaba.
—¿Cómo es el trámite para trasladar a mi hermano a nuestro país de origen? —le preguntó Eiron al funcionario sentado detrás del mostrador en la recepción.
—Primero tendrá que ir a la delegación, allá loe stán esperando apra que conteste algunas interrogantes ya que la muerte del occiso está siendo investigada bajo el movild de asesinato. Le aconsejo ir y hable con primero las autoridades —el funcionario hizo una pausa y al ver el gesto negativo de Eiron aclaró la razón de su insistencia—, sin la autorización de un juez no podremos entregarle el cuerpo.
Eiron giró el rostro levemente para mirar a Yidris. Ya sabía que esta sería la principal traba que encontraría de confirmar que Jaden estuviera en el lugar donde lo acababan de dejar, sacudió el cuerpo ante un extraño estremecimiento en la parte central de su espalda.
Toda esa situación lo predispone, ya su vez provoca en él un mal humor que lo hace ver insoportable, no es que normalmente sea muy amigable, pero su personalidad no da para andar gruñendo como si odiara al mundo todo el tiempo, ahora es así, odia al mundo al no saber quien se pudo haber atrevido a meterse con una de las personas más importantes en su vida. Al no tener un rostro, un nombre, una mínima pista que le permita comenzar a buscar por algún lado, reconoce que estará así, y más sí, como en ese instante, comenzaban a ponerle obstáculos para llevarse a su hermano, todo porque sabe que por los canales regulares no darán con el responsable.
—¿Podría entregarme sus pertenencias? —inquirió Eiron en una actitud poco amigable.
—Aquí no hay nada más que el registro que se levantó para el ingreso del cadáver y el procedimiento que se le hizo. De resto, si tenía pertenencias con él, eso solo podrá confirmarlo en la delegación que está encargada de la investigación, ellos tomaron todo lo que encontraron en la escena del crímen como evidencia —adujo el sujeto en voz pausada, lo que aumentaba el enfado de Eiron.
—Su compañero nos dijo adentro que aquí, en la recepción me darían sus pertenencias, ¿cuál es el juego? No tolero la falta de profesionalidad, ¿dónde está la seriedad de esta institución? —reclamó Eiron en un tono de voz fuerte.
—Disculpe señor, solo cumplo con darle la información que se maneja, no soy responsable de lo que le haya informado mi compañero —se defendió el hombre.
—Haga el favor y denos la dirección de esa delegación —intervino Yidris al ver que Eiron comenzaba a enfadarse más y más.
Al escuchar el tono de voz contentivo de una advertencia de Yidirs y mirada sugestiva que denotaba la pérdida de la poca paciencia que estaba procurando tener Eiron, el funcionario accedió y no solo anotó en una hoja de papel la dirección de la delegación, sino que también imprimió una forma que contenía información sobre la visita de ambos para el reconocimiento del cuerpo de Jaden. Se lo entregó a Yidirs quien lo leyó y en seguida se lo extendió a Eiron.
—Solo firma —le dijo en un tono de voz que le transmitía confianza—. Hazlo —Insistió ahora en un tono de voz demandante.
Eiron, sin molestarse en leer, firmó, luego le entregó la hoja y salió de la edificación. Se dirigió a la camioneta de alquiler y allí esperó a Yidris.
—Vamos directo para salir de esto —le sugirió Yidris.
—Ya por el día de hoy no creo que logremos más que un mal humor superior —contestó Eiron, triste y fastidiado.
—Bueno, vamos y terminemos de amargarnos el día —insistió—. Ya sabíamos a qué enfrentarnos, Eiron. Es normal sentir ira y frustración, pero con eso, sin tener un blanco identificado nada vamos a conseguir. Es duro ver a Jaden allí tirado, pero debemos aceptar que es un hecho que sí está muerto, sí lo asesinaron, vamos a calmarnos y solo así podremos pensar bien qué hacer, mientras tanto vamos a ponerle la cara a los tontos funcionarios de seguridad. Movamos nuestras influencias para que agilicen la entrega.
—No tengo muchas esperanzas, aquí seguro vamos a durar mínimo una semana adulando a esos tontos.
—Tal vez pero que no se pierda el tiempo, a la par nos moveremos por nuestra cuenta —afirmó Yidris tomando el control del volante—. Vamos a cumplir con la burocracia.
Una hora después, al confirmar que, en efecto, no les sería tan fácil llevarse el cuerpo de Jaden, rindieron la declaración que les pidieron, conversaron de manera extraoficial con el funcionario encargado de la investigación y de ello Eiron confirmó que no tienen nada.
—¿Y la cámaras? —preguntó Eiron—. ¿En ese lugar no hay cámaras de seguridad?
—En ese lugar no, es una calle ciega —informó el investigador—. Una calle después si hay pero con tantas personas que transitan en esas calles ¿cómo se puede determinar quién fue?
—¿Me está preguntando o es un pensamiento expresado en voz alta? —le preguntó Eiron con sarcasmo—. Ese es su trabajo, sacar conclusiones de los cabos que vaya uniendo es tarea suya. Investigue, y que sea rápido porque si no voy a poner una denuncia por entorpecer el derecho de los dolientes de darle sepultura a un ser querido.
—Bien sabe que en este caso eso no aplica, señor Arango —adujo el hombre serio—. A su hermano lo asesinaron, por si no se había dado cuenta.
—Claro que aplica porque si usted tiene la desfachatez de preguntar semejante tontería con cuatro o cinco días que han transcurrido desde que tiene el caso, no quiero imaginar que me dirá en un mes. Mañana regresaré y espero me tengan una respuesta de la entrega porque del traslado me puedo encargar sin poner cargos a su gobierno.
—Entorpecerá la investigación.
—No se preocupe por dar con el culpable, no me interesa saberlo, nosotros no somos nacionales de este país, somos un cero a la izquierda para su gobierno y por tal razón, prefiero llevarme lo que quedó de mi hermano. Preocúpense más bien por colocar cámaras en todas las áreas públicas, así se evitan malos ratos con las demandas que pudieran ganarse.
Dicho esto, Eiron se puso de pie y caminó hacia la salida de la oficina. Sin mirar atrás terminó de salir de la edificación y tomó su móvil para mover sus influencias.
—¿Crees que la gente de tu padre te apoyen? —inquirió Yidris al saber bien a quién llamaría.
—De algo le tiene que servir haber sido un maldito con nosotros, y haber elegido a esos —respondió con amargura.
Pese a que la relación entre su padre no era muy buena antes de que a su padre lo aprendieran y que no ha mejorado en todo el tiempo que ha estado preso en una cárcel estadounidense, pues ha enviado a la familia innumerables cartas que, a excepción de los demás, Eiron y Jaden no se habían molestado en leer, no le dieron del todo la espalda, pues por conveniencia quedaron al frente de la mayoría de sus negocios ilegales. Por esa razón es que se mantiene en contacto con muchos de los socios de su padre que aún están en los cuerpos especiales. Y porque ellos le deben mucho a su padre y ahora a él, Eiron estima que es el momento de comenzar a cobrar favores, Jaden vale esto y mucho más.