—Ja, ja, ja —se carcajeó Eiron al ver la reacción que sus palabras causaron en ella. Altair no podía creer lo que acababa de escuchar. Le han dicho de todo en su corta existencia, jamás algo que la incomodara tanto. —¿Jugamos al mudo? —le inquirió él en total diversión al ver que no reaccionaba—. ¿Dónde quedó esa capacidad de respuesta a todo lo que se te diga? Altair no se resistió y se puso de pie, no podía permanecer viendo la diversión que con total desparpajo le dejaba ver. Esa era para ella una declaración que para ella era algo tan novedoso como inoportunamente manifestado, porque aunque fuera verdad o no, Eiron estaba hablándole a la persona incorrecta y en el momento menos conveniente. Ella no tiene interés en él. O eso creía antes de que la besara como lo hizo esas dos veces a