Sin dejarse amedrentar por el hecho de estar solo, Eiron se aventuró a tomar la ruta que lo guiaba al lugar que recordaba era donde vivía Praskovya. Una hora le tomó llegar al otro lado de la ciudad. Como era de esperarlo, fue recibido por un grupo de los hombres que custodian su propiedad, lo que era normal, en el camino gracias a su arrebatada forma de ser se ha ganado una serie de enemigos; por lo que no era de extrañarle a Eiron encontrarse con ciertos obstáculos en su andar.
—¿Qué desea? —le preguntó uno de los hombres que lo detuvo.
—Quiero hablar con Praskovya.
—El señor no está —dijo él hombre con rapidez, como si fuera la repetición de una orden.
—Yo sé que aquí está, no pienso moverme hasta no hablar con él, llámalo, dile que Eiron está aquí, él fue a mi Night Club a buscarme
