Negada a aceptar que su vida se detendrá por la reacción de un hombre con aparente resentimiento, Altair luego de que Marcus les avisó que ya no había peligro alguno, exigió irse a su departamento. —¿Qué harás? —le inquirió Lorena. —Nada, voy a descansar y luego seguir con el plan que tenía, no voy a detenerme por culpa de ese loco. —Ese loco dio muestras de lo que es capaz de hacer, y lo peor de todo es que no sabemos sus razones —le recordó Lorena. —Por eso mismo no voy a supeditar mi vida a una incertidumbre, igual ahí están Marcus y los chicos, y si de verdad eso —señaló hacia la calle recordando el atentado—, es por mí, ya se aliviaran del peligro. Mañana salgo de viaje. —¿Cómo? ¡Estás loca! —adujo Lorena. —Tengo asuntos por resolver, no le digas nada a nadie, mañana saldré del