—Trae mi auto —le ordenó a uno de los guardias de seguridad al tiempo que le tiró en el aire als llaves del mismo—. Apresúrate —le ordenó al hombre al ver que Altair se alejaba más y más por la calle—. Dame alcance —le ordenó al hombre mientras avanzaba detrás de la chica. Decidido a no dejar pasar esta oportunidad, así como también a evitar que la mujer que considera es el ser más imprudente que hubiera podido conocer se pueda poner en riesgo, se abalanzó por la misma calle que ella dejaba atrás. —La condenada es pequeña pero camina como endemoniada —dijo para sí mismo en voz alta. Caminó dos cuadras hasta que vio que al llamado de Altair, un taxi se detuvo al pie de la acera donde ella se detuvo, apresurado para evitar que ella lo aborde, tuvo que correr hasta que quedó a lado de ella