—Niña —la voz de Leslie al otro lado de la línea llamó su atención. —Buenos días —la saludó Altair. —¿Puedo saber qué sucedió contigo el día de ayer? —inquirió sin reparar en responder el saludo de ella—. Te estuvimos esperando, llamamos hasta agotarnos. Eras importante para lograr entrenar como nunca antes. Bien sabes lo importante de lograr ese contrato. Altair miró a su alrededor buscando a Eiron, se sintió mal por haberlas abandonado el día anterior. —Lo lamento mucho, no me sentí bien —mintió—. Estaré desde temprano en el gimnasio. Entrenaré sola mientras ustedes llegan a la hora. —Eso no excusa ni siquiera el silencio, debiste notificar esa indisposición —adujo Leslie seria. —Sí, sí, lo sé —expresó sin saber qué más decirle sin ser hipócrita porque en realidad el día anterior