—Hola —Lorena saludó a Altair al verla ingresar al camerino—. Supongo que dormiste bastante, Franco me informó que no irías al entrenamiento porque no te sentías bien. ¿Qué sucedió? —Hola, buenas noches —le contestó Altair y se fue directo a su lugar—. Nada, solo quería descansar, me siento algo agotada, solo eso. —Claro que debes estar agotada, a Eiron no hay quien le lleve el ritmo —opinó Lorena—. No es mi problema, pero ¿desde cuándo estás acostándote con él? La interrogante por sí sola pudiera resultar un insulto, ya que es algo muy personal, pero Altair lo pasó por alto. —Solo fue anoche y la anterior —le dijo en actitud despreocupada. —Pero él actúa como si llevaran mucho tiempo, y hasta peor, como si tuvieran una relación —le dijo Lorena. —Pues no es una cosa ni otra —dijo con