—Creo que de mi parte quedó todo aclarado —le dijo Altair a Leroy al tiempo que se incorporó de la silla, miró el reloj de su móvil y sintió la necesidad de ir a descansar pese a que aún era de día. —¿Aclarado qué? No pienses que me convenciste con tus palabritas igual no te perderé de vista —le dijo al tiempo que la imitó, se puso de pie para sacar dinero de su bolsillo, los dejó sobre la mesa y la miró—. Voy contigo hasta tu habitación, necesito saber donde estarás ubicada y así saber a dónde moverme en caso de ser necesario. Altair torció los ojos y le dio la espalda. —Ustedes y su paranoia —adujo y comenzó a caminar. —Y tú y tu vida de relajación pendeja —la criticó—. No sé que te daban en esa Escuela de París, pero te dejaron bien tonta —le dijo tosco—. Aunque no has perdido el ma
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