Mateo había llegado al apartamento de Alejandra para poder hablar con ella, sabía que no sería tan fácil explicarle su punto de vista, por naturaleza propia era muy sentimental y lo más seguro es que llorara, no estaba seguro de poder soportar ver correr las lágrimas por sus mejillas. Para su sorpresa, la encontró limpiando, algo que era raro en ella. —Es que no debo dejar que el apartamento se vuelva a desordenar —dijo Alejandra terminando de secar el mesón de la cocina. —¿Gabriel ya va a volver? —preguntó Mateo recostado al mesón. —Sí… Mañana, seguramente en la tarde, odia encontrar todo sucio —respondió la joven lavándose las manos en el lavaplatos—. Pero dime, ¿a qué se debe esta visita inesperada?, deberías estar atendiendo el restaurante ¿no? —Ah… Sí, pero estaba cerca de aq