Mateo.
Llego al trabajo temblando, me toca recorrer con Pato y me da miedo que me dé una paliza tremenda o peor, me raje de la base y no tenga como volver a remontar y me tengan como un rezagado, seria mi condena, no podría volver a tener un buen puesto jamás en la vida y a Jose no la dejo.
—Buenos días.
—Mateo... —le doy la mano a Mauro que él viene como siempre, alegre a trabajar y con ánimos, no sé como lo hace, yo no siempre tengo ánimos aunque me gusta lo que hago—. ¿Cómo va?.
—Bien, me avisaron que llegó un tipo y tengo que interrogarlo, ven asi después lo haces solo.
—Espera, primero quiero hablar con Pato.
—¿Los descubrió?.
—Si, y quiero hablar con él, le mandé mensaje y llamé y no me contestó nada, solo queda aca.
—Bien, dejo la puerta abierta por si quiere meterte una bal
