Con esa experiencia aprendí que llego a tener intensos orgasmos cada vez que incluyo sexo anal en mis masturbaciones. Luego vinieron experimentos con diversos objetos, los cuales me metía en mis momentos de calentura solitaria. No ocurría con mucha frecuencia, pero cuando tenía la oportunidad, no la desaprovechaba. Tenía un pequeño desodorante que, de vez en cuando, terminaba dentro de mi culo. Lo amaba, pero tuve que tirarlo cuando mi madre comenzó a sospechar; porque a pesar de que ya estaba vacío, seguía formando parte de mi repisa. Nunca me voy a poder olvidar de la vergüenza que pasé aquella tarde en la que mi madre me preguntó, directamente, si yo me estaba metiendo cosas por la cola. Me quedé helada. No entendía por qué sus sospechas eran tan certeras. Podría haber pensado que usaba