Pensaba que iba a pillar a Adrián y a su recién estrenada esposa retozando en la cama pero los encontré vestidos, relajados y a punto de bajar al restaurante del hotel para comer antes de emprender su viaje de luna de miel a Francia mientras que mi tío me abrió la puerta de su habitación sin más ropa que un calzoncillo en el que se le marcaba un portentoso “paquete”. Me indicó que pasara al interior y lo debí de hacer de una manera tan apresurada que me encontré a Lenka, la madre de Zdenka, acostada en la cama en bolas, con las piernas abiertas y acariciándose su caldosa seta. Al verme entrar se levantó de la cama y se apresuró a cubrirse con una bata en la que se la marcaban perfectamente sus erectos pezones y que, además de fina, resultaba tan sumamente corta que casi la dejaba al descub