Martina, bastante contrariada por el gran interés que demostraba por permanecer junto a esa pareja, terminó por enfadarse diciéndome que debía de elegir entre seguir allí ó terminar la velada en su compañía por lo que, mientras el hombre restregaba su minga por la zona externa de la seta de la fémina volviendo a abrirla y cerrarla continuamente el ojete con sus dedos y esta le decía que, al final, iba a lograr que se cagara allí mismo, no me quedó más remedio que subirme el calzoncillo y el pantalón, ofrecer mi mano a Martina que no dudo en aceptar y reemprender el camino hacía mi habitación sin llegar a saber si la pareja decidía continuar su actividad s****l en la de la hembra. En cuanto entramos y cerré la puerta, Martina tiró su ropa al suelo, se tumbó boca arriba en la cama y abierta