—Por hipocresía —dijo Lourdes—. Y lo entiendo, yo también fui una hipócrita en el pasado. Seguramente te sentías culpable de haber disfrutado tanto al ver a Camila practicando sexo anal. Y lo único que te hacía sentir mejor era poner ese único límite que te quedaba, prohibiéndole a Brisa hacer lo mismo. —Sí, es una buena forma de explicarlo. Reconozco que eso fue lo que pasó. —Entonces, ¿puedo probar el sexo anal? —Preguntó Brisa, con una sonrisa picarona, mientras miraba de reojo la v***a de Ariel. —Sería demasiado hipócrita de mi parte prohibírtelo. —¡ESO! —Exclamó Brisa. —Yo también quiero por la cola —aseguró Barbi—. Que nos den a las dos juntas. Así fue como estas dos hermosas rubiecitas terminaron en cuatro sobre la alfombra. Detrás de ellas, las potentes y venosas vergas de Ma